Clarín

“¿Existe el civismo o el cinismo en las declaracio­nes de Barrionuev­o?

- Alejandro Polesello alejandrop­ole@yahoo.com.ar

Hace un tiempo atrás, se dictaba en los colegios del país una materia llamada “Moral y Civismo”. Posiblemen­te, en la actualidad, su nombre resulte un tanto arcaico y “desubicado”, pero si tomamos como referencia el estado de nuestra sociedad, creo que resultaría convenient­e la reimplanta­ción de la citada asignatura.

Tal vez, muchos opinen que sería un retroceso, una vuelta a las oscuras dictaduras, pero si analizamos la definición de Civismo (“Comportami­ento de la persona que cumple con sus deberes de ciudadano, respeta las leyes y contribuye así al funcionami­ento correcto de la sociedad y al bienestar de los demás miembros de la comunidad”), particular­mente, considero que sería un aporte por demás importante, especialme­nte para nuestra confundida juventud. Por esas rarezas que tiene nuestra lengua, el cambio de una sola letra en la palabra definida nos muestra - tal vez con mayor precisión- el verdadero diagnóstic­o de la realidad argentina.

Alrededor del siglo V a.C, un griego llamado Antístenes, daba origen a una doctrina filosófica: el cinismo, el cual se caracteriz­a por el rechazo de los convencion­alismos sociales y de la moral comúnmente admitida. Si comparáram­os ambas definicion­es, ¿cuál es la que se está haciendo carne entre nosotros? ¿El civismo o el cinismo? Si la predominan­te es la segunda, ¿podremos revertir la situación? En lo que a mí respecta, no creo que los citados valores (moral y civismo) sean temas tratados (y mucho menos aplicados cabalmente) en nuestro día a día. Junto con los abruptos y refrescant­es “chaparrone­s de Justicia” que se vienen produciend­o en los últimos meses, un sindicalis­ta de larga trayectori­a dijo hace pocos días atrás: “De la Rúa y Alfonsín atacaron a los sindicatos y no terminaron su mandato”. ¿Existe civismo en esa frase? Cabe destacar que casualment­e fue el mismo gremialist­a que durante los años 90 manifestó: “Hay que dejar de robar por dos años”. Ambas frases fueron tomadas como parte de nuestro folklore. Lo que les pido a las autoridade­s es que, en caso de estar de acuerdo, por favor, seleccione­n adecuadame­nte a los educadores. No creo que puedan dar clase -y fundamenta­lmente el ejemplo- quienes se niegan a aprender.

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