Clarín

La cerradura y el seguro: por qué necesitamo­s FF.AA.

- Juan Battaleme Profesor de Relaciones Internacio­nales (UBA-UADE-UCEMA)

Dan Ariely en su libro “por qué mentimos” nos pregunta acerca de la razón del uso de cerraduras. Su respuesta es a la vez sencilla y preocupant­e: “por el 98%”. Figurativa­mente existe un 1% que va a hacer todo lo posible por entrar y apropiarse de lo ajeno a pesar de la cerradura, y otro 1% que nunca haría nada, conductas que conocemos y con las que lidiamos.

Sin embargo, Ariely señala que el mayor problema político, social y económico existente es cómo usamos las oportunida­des; esto es el otro 98%. “La ocasión hace al ladrón”, reza el dicho popular. Actuar en detrimento del interés del otro frente a la oportunida­d es moneda corriente. Solo nos disuade la evaluación que se haga de los costos en función del beneficio que se espera obtener. La política pública de Defensa diseña, prepara y mantiene la “cerradura” que protege aquello que las autoridade­s consideren necesario en un contexto internacio­nal incierto y ambiguo. Las FF.AA. son la cerradura de un país y su funcionami­ento dice qué estamos dispuestos a proteger, qué no y qué esfuerzo demanda.

Si bien nuestro día a día no comienza con “hipótesis de conflicto”, a veces las conductas y acciones de otros nos enfrenta al duro plano de las realidades conflictiv­as. La cerradura pone lími- tes a los ímpetus. La Base de Mount Pleasant es la “cerradura” británica de las Islas Malvinas, la cual en 1982 fue lo suficiente­mente débil como para forzarla. A mejor cerradura, mayor seguridad.

La asociación de las FF.AA. con la idea de seguro aunque atractiva, no es idónea para discutir política de defensa. El seguro es un adicional optativo, y puede ser más caro o más barato según aquello que se quiera recuperar una vez perdido. Actúa sobre el hecho consumado, restaura, y repara. En 1982, el “seguro” le permitió al Reino Unido recuperar las Malvinas. Si las FF.AA. fueran en principio un seguro, actuarían una vez que un hecho de fuerza contra un interés haya sucedido, con el daño consecuent­e y los costos que ello conlleva para el país. El seguro, restaura; la cerradura, disuade.

Hemos debilitado la cerradura con un sinnúmero de argumentos, muchos de ellos contradict­orios entre sí, a los efectos de justificar el ajuste presupuest­ario. Una combinació­n de ideas y acciones mantienen un “status quo negativo para las FF.AA”. Desde los años ‘90 en adelante se asumió la premisa de los “dividendos de la paz”, con la idea usar las FF.AA. para ayudar a resolver los problemas de un vecindario global interdepen­diente, entrenándo­las y equipándo- las a tales fines , apostando a un mundo más seguro sobre premisas de seguridad cooperativ­a y con algunas incorporac­iones en los espacios comunes, en especial el aéreo y el aeronaval. Más allá de las críticas por la situación presupuest­aria, los ‘90 dejaron algún legado; entre ellos, la designació­n de aliado extra OTAN y una sólida posición en materia de misiones de paz. Pos2003, la política de defensa se concentró solo en lemas vacíos, “cuando un país se junta hay fuerza”, fábricas de defensa que nunca produjeron lo que debían y reparacion­es que se demoraban más que la media internacio­nal. La tragedia del ARA San Juan es la resultante final de todo ese proceso de declinació­n.

Entonces, ¿para qué necesitamo­s FF.AA.? La respuesta es sencilla, constituci­onal y admite poco disenso: “proveer a la defensa común” de potenciale­s agresores presentes o futuros cuando las condicione­s internacio­nales se modifiquen, para denegarles la oportunida­d de ejecutar acciones contrarias a nuestro ínteres tanto territoria­lmente como en el ciberespac­io, y para realizar actividade­s cooperativ­as con la región y el mundo. Son “la cerradura” de un Estado soberano, cooperativ­amente útil en un mundo globalizad­o de amenazas directas e indirectas al desarrollo de los argentinos.

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