Madrid rompe con Caracas y expulsa al embajador del régimen
Es en reciprocidad a una medida similar tomada por el gobierno bolivariano. La ira por las sanciones de la UE.
Las relaciones diplomáticas entre España y Venezuela entraron ayer en una nueva escalada de tensión cuando Madrid expulsó al embajador bolivariano Mario Isea tras declararlo persona “non grata”. Fue un día después de que Caracas tomara la misma medida con el embajador español.
El régimen de Nicolás Maduro se enfureció con Madrid después de que la Unión Europea decidiera bloquear las cuentas bancarias de siete altos jerarcas del gobierno bolivariano. Se sostiene que gran parte del dinero trasegado de Venezuela en operaciones de corrupción por los miembros de la dictadura chavista está depositado en su mayoría en España. El gobierno de Mariano Rajoy también se sumó a una oleada de críticas internacionales por el adelanto oportunista de las elecciones presidenciales en Venezuela donde se han proscripto a los principales líderes opositores para garantizar la reelección de Maduro.
La decisión de Madrid, considerada excepcional, fue adoptada por el Consejo de Ministros a propuesta del canciller Alfonso Dastis. “El Gobierno responde de forma proporcional y en estricto cumplimiento del principio de reciprocidad”, explicó el portavoz del gobierno, Íñigo Méndez de Vigo.
El propio Dastis había sugerido el jueves la posibilidad de expulsar a Isea al anunciar que Madrid respondería con “medidas de reciprocidad proporcionadas” a la declaración de persona “non grata” y expulsión de Venezuela del embajador español Jesús Silva Fernández, al que le dieron un ultimátum de 72 horas para dejar el país.
“Es evidente que vamos a tratar de actuar con proporcionalidad, pero tenemos que aplicar el principio de reciprocidad, que es muy útil en las relaciones diplomáticas”, señaló Dastis, que rechazó las acusaciones de “injerencia” usadas por el régimen para justificar la expulsión del diplomático español.
“Lo único que hemos intentado desde el principio es ayudar al proceso”, sostuvo el ministro. “Hemos liderado en la Unión Europea (UE) el intento por buscar medios de presión efectivos para que hubiera una negociación efectiva (en Venezuela), algo que han decidido por unanimidad los 28 (miembros de la UE)”. Las sanciones son un golpe muy severo para el chavismo por el vínculo que tiene esa seguridad económica con el sistema de lealtades internas en la nomenclatura que encabeza Maduro. Las controvertidas negociaciones con la oposición en Santo Domingo, han tenido entre otros propósitivos, elevar un argumento para evitar esas sanciones que finalmente fueron impuestas.
El comunicado de la Cancillería ve- nezolana justificó el jueves la expulsión de Silva Fernández por las “continuas agresiones y recurrentes actos de injerencia en los asuntos internos” de Venezuela por parte del Gobierno español.
Caracas acusaba así a Rajoy de haber incitado aquellas sanciones, uno de cuyas principales víctimas ha sido el número dos de la dictadura, Diosdado Cabello. El comunicado aseguraba que Rajoy recibió “infames instrucciones” del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la reunión de ambos el 26 de septiembre en Washington.
La UE mostró un respaldo sin fisuras a Madrid y criticó la expulsión del embajador español de Caracas. “Expresamos nuestra total solidaridad con España y pedimos que la decisión sea revertida porque va en contra de la necesidad de mantener los canales diplomáticos abiertos”, dijo Catherine Ray, portavoz de la Comisión Europea.
La doble expulsión de embajadores eleva una vez más la tensión en las complejas relaciones que mantienen Madrid y Caracas desde la llegada de Hugo Chávez al poder en 1999 (ver esta página). Ambos países vivieron durante estas casi dos décadas diversos enfrentamientos verbales por temas como el supuesto apoyo del entonces presidente del Gobierno español José María Aznar al golpe de Estado que intentó derrocar a Chávez en 2002, la huida de terroristas de la banda vasca ETA a Venezuela y hasta la crisis independentista en Cataluña que el régimen chavista defiende como un gesto progresista. ■