Clarín

“Prefiero ser buen padre que buen escritor; estos días soy un buen padre”

- Julieta Roffo jroffo@clarin.com

Cuando era chico, Eduardo Sacheri se llevaba un ejemplar de Robinson Crusoe a las vacaciones. Habitualme­nte viajaba en familia a Villa Gesell, y el libro de Daniel Defoe le servía “más de talismán que de otra cosa”, recuerda ahora. “Lo leía y lo releía muchas veces. Lo amaba. Más de una vez fue y volvió en el bolso sólo por ir: creo que cumplía la función del osito de peluche en una edad que ya no daba para osito de peluche”, dice. Durante la infancia y la adolescenc­ia, “el verano era un momento especial de lectura para toda la familia: había una especie de ceremonia para ver qué dos o tres libros metían en la valija mis viejos y mis hermanos, y eso se transformó en una especie de ritual lector”. En aquellos años, en la valija del autor de La pregunta de sus ojos viajaba algún ejemplar desconocid­o y algo para releer.

Esa novela, luego adaptada al cine y ganadora del Oscar a Mejor Película Extranjera en 2010, viajó en el equipaje de una turista que se acerca a Sacheri y le pide una foto y un autógrafo en las primeras páginas del libro. Es una de las cerca de cien personas que lo escucharon hablar sobre libros en Parque Camet, en la biblioteca que montó el programa AcercArte del gobierno de la Provincia de Buenos Aires.

“Ahora es distinto: viajo con libros que no leí. De papel y también libro electrónic­o. Y no es que ya no relea, pero para las vacaciones reservo cosas que aún no toqué”, cuenta el escritor. Junto a su esposa, inauguraro­n una tradición en la luna de miel que pasaron en Cariló hace más de veinte años: “Llevamos ‘Sobre héroes y tumbas’ y nos leíamos en voz alta. Hace pocos días lo hicimos con la última novela de Arturo PérezRever­te. Es algo muy lindo que te lean”, sostiene.

Ese ejercicio, el de lectura oral, no está sólo reservado para su pareja, sino que lo ha llevado a las aulas de las escuelas secundaria­s en las que continúa enseñando Historia; enseñando a leer.

“Lo hice durante varios años. Los chicos de las escuelas más complicada­s tienen problemas no sólo de comprensió­n lectora, sino también en la mecánica lectora: les cuesta le- er de corrido. Y eso hace que odien leer. Pero cuando les leés y se dan cuenta de que puede haber algo placentero en ese relato que escuchan, se enganchan ellos también. La lectura y el gusto por la lectura debieran ser pilares de la educación, pero lamentable­mente todavía no lo son”, reflexiona.

¿Qué autores les hace leer? “Argentinos y contemporá­neos, porque tienen un lenguaje dinámico y que por temporalid­ad y problemáti­cas les resultan cotidianos a los chicos: Leo Oyola, Claudia Piñeiro, Pablo De Santis, Guillermo Martínez, Sergio Olguín... no me quiero olvidar de nadie”, responde con diplomacia.

Sacheri no lleva libros de Historia a las vacaciones: “Lamentable­mente, el desafío ahora no es ver cómo complejizá­s la clase, sino cómo lográs ser comprendid­o por los chicos”.

No escribe los fines de semana: “Prefiero ser un buen padre que un buen escritor, así que esos días soy padre”. En general, el resto del tiempo piensa sobre su escritura -ahora mismo adapta su novela “La noche de la usina” a un guión cinematogr­áfico- excepto cuando juega al fútbol o mira fútbol. “En esos momentos solamente siento. Y después pienso y escribo sobre eso que sentí. Creo que escribo para poder entender mejor las cosas que sentí”.

“Ahora viajo con libros que no leí, para el verano, me reservo cosas que todavía no toqué”

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GASTIARENA Libros. Detrás de Sacheri, en Mar del Plata. Es uno de los autores de ficción que más vende.

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