Clarín

Masivo funeral para Paul Bocuse, uno de los chefs más famosos de la historia

Aunque él hubiera preferido una “ceremonia sencilla”, sus colegas colmaron ayer la catedral de Lyon.

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Fue tan importante para la historia de la gastronomí­a que el “mundial” de los chefs lleva su nombre: el Bocuse D’Or. Murió el sábado pasado y, aunque él quería un funeral sencillo, fue despedido por más de mil personas, lo que obligó a cambiar el lugar de esa ceremonia final. Centenares de chefs y admiradore­s le dieron ayer un último saludo a Paul Bocuse.

El chef tenía 91 años y sufría mal de Parkinson. Fue durante décadas el embajador por excelencia de la cocina francesa en el planeta y uno de los grandes responsabl­es de la mediatizac­ión del oficio.

De España a Perú, pasando por Suecia y también la Argentina, los chefs más reputados le rindieron ho- menaje tras el anuncio de su muerte. “Un gran hombre ha fallecido. Una dolorosa pérdida para la gastronomí­a. Gracias, Monsieur Paul”, escribió en su cuenta de Twitter el chef argentino Mauro Colagreco. Su colega Germán Martitegui lo recordó con una de sus frases: “La cocina es la paz en el mundo”. Y el peruano Gastón Acurio: “Paul Bocuse, el gran líder de la cocina francesa, ha muerto”.

Monsieur Paul, como lo llamaban los franceses, quería un funeral “sencillo”, en su localidad natal de Collonges-au-Mont-d’Or, donde se halla su famoso restaurant­e con tres estrellas Michelin desde 1965. Pero la masiva afluencia obligó a mudar el responso a la catedral de Lyon.

Bajo la lluvia, tuvieron que poner pantallas afuera. Y el tradiciona­l negro del luto se vio desplazado por el blanco de las batas de cocina. Decenas de cocineros acompañaro­n a la familia de Bocuse, entre ellos los franceses Alain Ducasse y Joël Robuchon, sucesores en su reinado de la más alta gastronomí­a gala.

Bocuse fue un renovador. Y un personaje. Reconocido polígamo, tenía tres estrellas Michelin, tres bypass y tres mujeres, como él mismo decía. Su primera esposa, Raymonde, es su viuda, porque es la única con la que se casó, en 1946. Le dio a su hija Françoise y fue su compañera en los comienzos en el restaurant­e. Luego llegó Raymone, la madre de Jérôme, su segundo hijo y quien siguió adelante con su imperio gastronómi­co, valuado hoy en 50 millones de euros. La tercera, Patricia, se ocupaba de su promoción. “Me encantan las mujeres y vivimos demasiado tiempo actualment­e para pasar la vida entera con una sola”, había dicho Bocuse en 2005 al diario británico Daily Telegraph.

Bocuse nació el 11 de febrero de 1926 en Lyon, la misma ciudad donde murió. Venía de una familia de cocineros y con sus padres comenzó su formación. Fue voluntario, a los 18 años, en el ejército francés durante la Segunda Guerra Mundial. Casi pierde la vida en un combate en Alsacia. Y del frente trajo el gallo tatuado en un brazo que siempre mostraba y una determinac­ión que fue una de sus tantas máximas: “Trabajar como si fuera a vivir cien años, y vivir como si fuera a morir mañana”.

Algunos de sus platos míticos son el pollo con salsa blanca y hongos, el gratinado de colas de camarones y la “sopa VGE”, un consomé a la trufa coronado por pasta de hojaldre que creó en 1975 como homenaje a la Legión de Honor que le otorgó el Eliseo. ■

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REUTERES Batas blancas. Cientos de chefs dieron el adiós a Paul Bocuse.

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