Clarín

Los dos Macri y los dos Moyano

- Ricardo Roa

Hugo Moyano no es Pablo Moyano. Pero a veces se le parece. Pablo hubiera dicho que él iba a compartir celda con Franco Macri. Pero lo dijo Hugo. Y Hugo no es el descontrol­ado Pablo: sabe lo que dice y sabe cuándo conviene decirlo.

Detrás de las noticias sobre corrupción que salpican a él y a su familia, Moyano ve la mano de Macri, no la de Franco sino la de Mauricio. Le habla al Presidente hablándole del padre. No es lo mismo que cuando Kirchner chicaneaba a Mauricio como hijo de. Moyano no lo ningunea. Hace otra cosa: le dice que si él va preso por corrupto, por la misma razón debería ir su padre. ¿Sabe algo que no sabemos?

El que tiene problemas es Moyano: se siente amenazado por Macri. La UIF, que combate el lavado de dinero, denunció a dos hijos de su pareja Liliana Zulet, Valeria Salerno y Juan Manuel Noriega Zulet por blanquear más de un millón de dólares. Zulet es la gerenciado­ra de la obra social de Camioneros, que recauda menos de lo que gasta. Salerno y Noriega Zulet son dueños de Ancora Constructo­ra y de Dixey, proveedora­s de la obra social y del gremio. También de Iarai, una prestadora médica. La UIF investiga la transferen­cia de 224 millones a esas empresas y la compra de mansiones en Parque Leloir que serían usadas por los Moyano.

Más conocido pero de mucha menor intensidad es el frente de tormenta por el uso de facturas truchas en la que Camioneros comparte acusacione­s con otros sindicatos. Importante es lo de OCA, la operadora postal en concurso de acreedores después de la guerra abierta de Moyano con el dueño, Patricio Farcuh, al que él mismo había puesto, derrocó y la Justicia repuso. Oca tiene superpobla­ción de empleados, una deuda multimillo­naria y un déficit de $ 200 millones mensuales.

Es una causa con final abierto como la del combo de violencia y corrupción en Independie­nte. El jefe de la barra Bebote Alvarez, preso, involucró a Pablo. En las escuchas hablan de él pero no aparece su voz.

A mediados de diciembre hubo una negociació­n, la última, que prometía tregua entre Moyano y Macri. Los dos conversaro­n cuando Independie­nte ganó la Sudamerica­na. Hubo un mensaje del Presidente a través de Angelici y una visita de Triaca al gremio. Prometía una tregua que terminó en nada. O peor que nada como prueba la alusión de Moyano a Franco Macri.

También, la marcha del 22 planteada por los Moyano como una gran demostraci­ón de fuerza. Pablo, secretario gremial de la CGT, llamó por su cuenta a un plenario de delegacion­es regionales para que se sumen a la protesta de su sindicato. Lo presidirá Moyano padre que no forma parte de la conducción de la CGT.

Al Gobierno no le viene mal pelearse con los sindicalis­tas más desprestig­iados. Le viene mal el momento. Con la reforma jubilatori­a Macri perdió popularida­d y se vio forzado a cambiar de planes. Bajó el tema laboral y poco menos que congeló el Congreso. Sólo convocará a sesiones especiales para evitar que peronismo y kirchneris­mo abroquelad­os derriben el mega DNU del 10 de enero. Se sabe: no siempre se puede conseguir todo.

A Macri no le viene mal pelearse con Moyano, salpicado por la corrupción. Le viene mal el momento.

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