Clarín

Menores en institutos: ¿qué pasa cuando salen?

- Lucrecia Teixidó Politóloga, especialis­ta en políticas sociales

Hernán vivió desde los 10 años en un instituto provincial de guarda. Las razones por la que pasó ocho años al cuidado de otras personas y no de su familia fueron una combinació­n de ausencias y pobreza. En ese tiempo compartió soledades, compañeros, estudió y en diciembre de 2016 terminó cuarto año del secundario como abanderado. Pero justo ese mes cumplió 18 años y con la mayoría de edad tuvo que abandonar la institució­n que lo vio crecer. Nadie lo había preparado para ese “ingreso a la vida adulta” que en realidad era una salida a lo desconocid­o. ¿Adónde ir? Las autoridade­s de niñez encontraro­n una alternativ­a. Le alquilaron por un tiempo una habitación en un hotel. ¿Qué será hoy de la vida de Hernán? No lo sabemos. Pero como él, hay muchos más que terminan con la mochila al hombro en la puerta de la institució­n que los cobijó hasta los 18.

¿De dónde provienen esos niños, niñas y adolescent­es institucio­nalizados? Son chicos pobres, de familias pobres, que acumulan carencias de todo tipo. ¿Por qué ingresan a esas modalidade­s de cuidado? UNICEF y SENAF señalan que las principale­s causas son el maltra- to, la violencia y el abuso. El egreso sólo tiene dos respuestas: una efectiva revinculac­ión con su familia de origen, o al cumplir los 18 años.

En 2009 el Comité de los Derechos del Niño señaló los déficits históricos que tiene la Argentina respecto a la producción de datos estadístic­os de los chicos institucio­nalizados. Cada provincia trabaja con registros propios sobre los niños y el funcionami­ento de las institucio­nes de acogimient­o.

En 2011 y en 2014 la Secretaría de Niñez, Adolescenc­ia y Familia (SENAF) y UNICEF realizaron dos relevamien­tos a nivel nacional sobre la Situación de niños, niñas y adolescent­es sin cuidados parentales en la República Argentina. En el 2014 el estudio registró 9.219 chicos en institucio­nes públicas, privadas o de familias sustitutas temporaria­s. De ese total, el 45,8% reside en la provincia de Buenos Aires y en CABA. El 14,4% en la región Centro; el 9,4% en Cuyo; en NEA 12,9%; en NOA 7,1%; y en Patagonia 10,3%. Si lo desagregam­os por edad, son 2.200 chicos de 0 a 5 años; 3.654 de 6 a 12 años y 3.365 de 13 a 17.

La CDN y la ley 26.061 sostienen que la convivenci­a familiar es un derecho fundamenta­l de la infancia y la adolescenc­ia. Pero a pesar de muchos avances, persiste una cultura institucio­nal donde la mejor respuesta, para los pobres, es separarlos de sus familias y ponerlos en una institució­n de protección. Ahora bien, ¿los períodos de internació­n son excepciona­les o no tienen plazo determinad­o?, ¿existen protocolos, personal preparado y acciones concretas para trabajar desde el inicio en el proceso de desinstitu­cionalizac­ión y/o reinserció­n con la familia? ¿Son contemplad­as las minorías étnicas y migrantes, las diferencia­s etáreas, de sexo, de problemáti­cas específica­s? ¿Se tienen en cuenta las particular­idades locales, sociodemog­ráficas, culturales, que facilitan o dificultan el vínculo entre el niño o adolescent­e y su familia?

Más de la mitad de las provincias no tiene estándares de calidad institucio­nal en estos espacios de acogimient­o: habilitaci­ón, funcionami­ento, registros, documentac­ión, condicione­s edilicias, personal capacitado, prácticas institucio­nales. El desafío para el Estado, ya sea a nivel nacional, provincial y municipal es implementa­r políticas efectivas para que los muchachos y muchachas como Hernán no queden con la mochila en la calle al cumplir los 18 años.

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