Clarín

Restauran una iglesia histórica a la que San Expedito le hizo cambiar el nombre

Es Nuestra Señora de Balvanera, en Once. Desde que en 2004 repusieron la imagen del santo, se la conoce por su nueva denominaci­ón. Recuperará­n la fachada y obras de arte.

- María Belén Etchenique metcheniqu­e@clarin.com

Son las 12 de un lunes en Once. Las calles son un caos de actividad, con locales con rollos de tela en la puerta, galerías llenas que atraviesan manzanas, clientes y vendedores de comercios que ofrecen todo: medias, botones, tuppers, comida por peso. La avenida Rivadavia tiene nudos de tránsito y la boca de la estación Pasco del subte entrega más gente apurada a la superficie. A pocas cuadras está la terminal del tren Sarmiento. En ese escenario de saturación de día y desierto de noche, hay una iglesia: una de las más antiguas de la Ciudad (la N° 12), que le da nombre a esas tierras desde los inicios de 1800. Es "Nuestra Señora de Balvanera", pero la mayoría la conoce como el santuario de San Expedito, que ahora está en pleno proceso de restauraci­ón.

En la esquina de Bartolomé Mitre y Azcuénaga, al pie de la construcci­ón de piedra -dos torres y una cúpula- esperan 15 personas. Adentro, son muchas más. Sorprende la convocator­ia: es un mediodía cualquiera de enero. Hay empleados de la zona que usan el descanso del almuerzo para visitar la iglesia, fieles que esperan el inicio de la misa y espontáneo­s de paso. La parroquia forma parte del circuito de peregrinac­iones populares de la Ciudad. Según registros de la institució­n, cada 19 de abril, fecha en que se venera al santo, acuden entre 50 y 60 mil personas, y los 19 de los meses restantes, entre 20 y 30 mil.

“Es un templo muy convocante y con gran nivel artístico. El párroco nos contactó para restaurar las áreas deteriorad­as”, dice la directora de obra, Giselle Canosa. Experta en piedras y con un máster en metales arqueológi­cos, llegó a la iglesia en 2016 para recuperar la fachada de la calle Azcuénaga. Hoy parte de esos muros están cubiertos por andamios, desde los que se trabaja para combatir uno de los males principale­s que sufre la estructura: la filtración de agua.

A fines del año pasado, al despejar capas de pintura industrial de una pared, empezó a aparecer un diseño que llamó la atención de Canosa. Pidió detener los trabajos y llamó a las restaurado­ras expertas en pintura, María Puig y Alejandra Ossó. Juntas fueron pelando la superficie hasta descubrir una guarda dorada, muy parecida al diseño de una flor.

“Se supone que las iglesias con un trabajo tan minucioso en la cúpula y en los techos también lo continúan hacia abajo. Pero esos sectores, a lo largo de los años, suelen cubrirse por manchas de roce u otros deterioros. Así se pierde la pintura original”, di- ce Ossó. A su lado, Puig suma: “Estos templos tienen una estructura armónica, que nos exige una lectura visual completa. El dibujo de la pared que estamos trabajando sigue tal cual en la nave central. Es un diseño neutro para soportar la carga pictórica de los cuadros y esculturas”.

La parroquia Nuestra Señora de Balvanera data de 1833. Entonces era una capilla a la que con el tiempo se le fueron adosando las torres del campanario, el bautisteri­o y la casa parroquial. En 1919 empiezan los trabajos de decoración que la convierten en un edificio con valor arquitectó­nico e histórico. Hoy es patrimonio de la Ciudad y por ley está protegida en forma integral, el nivel más alto de resguardo. “El peso artístico es indudable. Los vitrales son de Francia. El altar de Italia. Los querubines y adornos pertenecen a Nicola Gulli, un escultor italiano muy presente en el es-

pacio público porteño”, enumera Canosa. “En los laterales, sobre los muros hay dibujos de Adriano Bordellini, un artista italiano cuyos trabajos en las iglesias San Nicolás, Flores y Nuestra Señora del Carmen le valieron el prestigio de la época. Los religiosos le adjudicaba­n las obras de la nave central, pero nuestra investigac­ión demostró que no”.

Durante meses, Canosa revisó revistas y registros parroquial­es, se asomó a la cornisa para tratar de encontrar una firma en las pinturas del techo, llamó a restaurado­res en distintos puntos del país y dio con el nieto del verdadero autor, Augusto Fusi

lier. Sus obras estuvieron en 200 iglesias, pero sólo en ocho se preservaro­n. El nieto, Ignacio Fusilier, presentó fotos y documentos que comprobaro­n que la pintura decorativa de la pared ahora desnuda y los cuadros en el techo son de su abuelo.

“Fue su primera obra, tendría 30 años. Ahí está el germen de su estilo, que se destaca por la potencia del color y el uso de la luz”, dice Ignacio. Días atrás, en una reunión con las restaurado­ras que querían interioriz­arse en el método de su abuelo, se volvió a sorprender por la magnitud de aquel trabajo, la capacidad de pintar a distancia para que el ojo vea desde abajo la obra con nitidez.

Las restaurado­ras ahora esperan que se seque la pared descubiert­a para hacerle análisis químicos que muestren la composició­n de la pintura. En paralelo, trabajan en la restauraci­ón de las piezas del vía crucis con un escáner digital. Hasta el momento, los fondos salen de donaciones privadas. El plan es presentars­e en abril al programa de Mecenazgo de la Ciudad para financiar la recuperaci­ón de los cuadros de la nave central, los vitrales y la cúpula.

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ALFREDO MARTÍNEZ Centenaria. La iglesia Nuestra Señora de Balvanera data de 1833, es la 12° más antigua de Buenos Aires y originalme­nte le dio nombre al barrio.
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 ??  ?? Protección. Por su valor histórico, la iglesia no puede ser modificada.
Protección. Por su valor histórico, la iglesia no puede ser modificada.
 ?? ALFREDO MARTÍNEZ ?? Arte. La decoración del templo comenzó en 1919.
ALFREDO MARTÍNEZ Arte. La decoración del templo comenzó en 1919.

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