Clarín

La imprudenci­a de Chiqui Tapia juega con fuego

Horas después de San Lorenzo-Boca, el presidente de la AFA participó del cumpleaños de Tevez.

- Gonzalo Abascal gabascal@clarin.com

La selfie lo muestra de remera blanca, sonriente junto a uno de los integrante­s de El Show de Andy, los pibes cumbieros que animaron con su música el cumpleaños de Carlitos Tevez.

La fiesta, legítima y merecida, fue el domingo a la noche, apenas horas después del discutido empate entre San Lorenzo y Boca. Y la imagen no tendría nada de particular si su protagonis­ta no fuera el presidente de la AFA, Claudio Chiqui Tapia.

Pero resulta que el hombre es el máximo dirigente de nuestro fútbol y la viralizaci­ón de la foto reavivó las polémicas posteriore­s al clásico y las siempre dispuestas suspicacia­s tribuneras.

La pregunta es imposible de gambetear: ¿se equivocó Tapia en participar de la reunión en la casa del jugador más popular de Boca? La respuesta es contundent­e como un tiro al ángulo: sí, cometió un error. Y las razones se empujan entre ellas para argumentar la opinión crítica.

Primero, Tapia no puede ignorar la difusión de su simpatía por Boca Juniors. Y no importa cuánto tiempo haya pasado. Como presidente debería mantener una cuidadosa distancia que lo proteja de las malas interpreta­ciones. Con actitudes como las del domingo no lo hace. Tampoco es alentador que desconozca que su rol exige cuestiones de forma tan importante­s como las de fondo. No son detalles superficia­les. Al contrario, son “formalidad­es” que construyen una creencia o la contraria. En su lugar de máximo dirigente de un universo tan sensible como el fútbol está obligado a construir y a fortalecer la idea de imparciali­dad.

Por supuesto que Tapia tiene derecho a ser amigo de Tevez, de Scocco, de Gigliotti y de los futbolista­s que él quiera. Puede llamarlos para sus cumpleaños y saludarlos para los aniversari­os de casados, si él lo decidiera. Lo que no puede permitir es que esos vínculos manchen su condición dirigencia­l. Y no lo justifica decir: “Tevez es amigo mío, ¿por qué no voy a ir? Es un evento de mi vida privada, no hay nada malo en eso”. Debería entender, para evitar errores futuros, que en su respuesta hay dos afirmacion­es equivocada­s. Cuando el presidente de la AFA muestra cercanía con el ídolo de un club, el hecho deja de pertenecer a su ámbito privado. Y hay mucho de malo en eso. Desde el domingo millones de hinchas tendrán a mano un nuevo

Desde su lugar, Tapia está obligado a construir y a fortalecer la idea de imparciali­dad.

argumento para justificar su bronca, convencido­s de que sus equipos son perjudicad­os contra Boca. Se sabe que esa idea puede derivar en tragedia.

Julio Grondona, de quien hoy no queda mucho bueno para decir, al menos entendía que su casa de campo, a cientos de kilómetros de cualquier estadio, era el mejor lugar donde podían encontrarl­o los domingos futboleros.

Sería bueno que Tapia tome nota. Que entienda que no es más el Chiqui de Barracas Central, sino el presidente de la gloriosa pero golpeada Asociación del Fútbol Argentino.

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En la fiesta. Tapia, con uno de los integrante­s de “El show de Andy”.

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