Martín Slipak estrena “Recreo”, y también en el teatro
Protagoniza “Recreo”, que se estrena el jueves. Habla de la neurosis del oficio y de cómo cambió estar en pareja.
Tiene 30 años y más de la mitad de su vida transcurrida en la ficción. Pero Martín Slipak desborda realismo, coherencia y sorprende por lo bien plantado que luce hace tiempo. Creció interpretativamente una enormidad desde que irrumpió en ese ya clásico Magazine For Fai, que lo llevó a hacerse conocido en Resistiré, con menos de quince años.
Hijo de psicólogos, papá a los 22 con una mujer diez años mayor, divorciado, actor prestigioso pero no popular, Slipak tiene esa virtud-habilidad de saber moverse con sabiduría por ese lodazal que resulta su oficio. “Es algo que me costó muchísimo y que se aprende viviendo experiencias y dándose palos. Hoy quizá lo entiendo más y sé qué me conviene, pero sufrí, la ansiedad por querer figurar se volvió inmanejable. Después, los años me hicieron distinguir, seleccionar y poder ganarme un lugar”, se autoanaliza uno de los protagonistas de Recreo, la por momentos muy veraz comedia dramática de Hernán Guerschuny que se estrenará este jueves.
- ¿ Te curtió experimentar tamaña adultez siendo tan joven?
-A veces sorprende que por mi edad haya vivido cosas tan fuertes, pero es la consecuencia de haber frecuentado el mundo adulto desde temprano. -¿Disfrutás actuar?
-Me cuesta mucho pasarla bien siendo actor. Es que tiendo a mirar las co- sas que no tengo, y se me hace cuesta arriba disfrutar del lugar que tengo. Pero supongo que pasa por los miedos e inquietudes que nunca te abandonan, por la mirada del otro, que puede ser implacable.
-¿Será la neurosis la que bloquea? -Calculo que sí. Para un actor la cabeza es casi todo, no para y uno vive medio atormentado: ¿estoy a la altura de la circunstancias? ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué sentido tiene? No dejás de estar a prueba nunca.
Recreo describe las vicisitudes de tres matrimonios (interpretados por Carla Peterson-Fernán Mirás, Jazmín Stuart-Juan Minujín y Pilar Gamboa-Slipak) que pasan junto a sus hijos un fin de semana en el campo. El filme, coescrito por Guerschuny y Stuart, habla sobre qué es estar en pareja en tiempos de una libertad tan promocionada e interpela hasta qué edad se nos permite ser adolescentes. “Creo que estamos viviendo un cambio cultural en la manera de declarar, de juzgar y también de amar. Antes había que estar en pareja como sea, pero desde hace unos años esa máxima empezó a cambiar. Hoy se prioriza a uno por sobre la pareja, cuando antes eso resultaba impensado -reflexiona-. Varió el concepto de lo que es estar en pareja y hoy por eso las relaciones duran mucho menos y son más volátiles. Son tiempos en que nos cuesta más enamorarnos, comprometernos y dejar intereses propios por el amor al otro”.
-Algo de esto plantea “Recreo”. Por eso te pregunto: ¿fuiste un padre programado para serlo, o lo deseaste? -Me parece que uno no está programado para estas cosas. Mi ex esposa y yo deseábamos mucho ser padres, y Nina fue una hija muy buscada.
-En “Recreo” la presencia de los hijos cambia los códigos de la pareja.
-Se hace foco en cómo se rearma la pareja a partir de la llegada, crecimiento y adolescencia de los hijos. -Y en cómo volver a encender el interés sexual por el otro...
-Es todo un dilema mantener el deseo. Es un interrogante al que nos vemos enfrentados los que estamos o estuvimos mucho tiempo con alguien. ¿Cómo reconstruirse con un hijo chiquito, que te absorbe todo el tiempo, y cómo hacerlo con un preadolescente, que atraviesa crisis existenciales? Y ante semejante panorama está uno, el padre o la madre, que arrastra sus propios mambos. ■