Viajar y recorrer el mundo solo, la tendencia que crece
Sin pareja o amigos, cada vez son más los que se animan a armar la valija y salir al camino. ¿Autoanálisis?
La falta de un compañero de ruta ya no es un impedimento para salir de vacaciones. El drama de coordinar fechas y consensuar trayectos quedó offside. Cada vez más personas deciden vencer sus miedos y viajar solos. Arman la valija, salen de la zona de confort y enfrentan sus temores.
“Es una forma distinta de conocerte porque estás con vos mismo. Aprendés a quererte, a respetarte, a reflexionar sobre tus logros, conocer tus límites y eso te da herramientas para tener una vida mucho más feliz -dice Thomás Echeverry (23), quien sale a la ruta en soledad desde los 16 años y lleva más de 25 travesías-. Es encontrarse”. Thomás habla desde Posadas, en un camino que busca unir la ciudad bonaerense de Francisco Álvarez con Río de Janeiro.
“Viajar solo nunca es solitario, porque conocés gente todo el tiempo. Te conectás rápido y estás con otras vibraciones -describe Alejo Rodríguez (27), quien estuvo 54 días paseando por Europa-. La soledad también sirve para reflexionar. Pensás qué hacer con tu vida. Me fui quemado, con mucho estrés, había un montón de cosas que no me estaban saliendo y volví con una energía que la quiero romper”.
El temor a vacacionar en solitario puede ser una de las principales barreras para lanzarse a una travesía única. “Los miedos, cuando uno viaja solo, se centran en no tener en quién apoyarse. Cuando llegué a París, en mi primer viaje, no tenía idea de cómo ir al hostel. Me agarró miedo a perderme, a no tener a quién pre- guntar, al idioma... Pero después te das cuenta de que el mundo es más amable de lo que se ve en la televisión o en los diarios”, explica Favio Mazzola, autor del sitio web Un argentino por el mundo.
El sueño de vivir viajando es una parte central en la vida de Alan Matías Otero (30), también conocido como Matusyd, quien lleva 340 días fuera de su casa, por tramos en soledad y a veces acompañado por personas con las que se cruza en el camino. “Lo principal es salir de la zona de confort y dar el primer paso. Luego, todo fluye. Cuando viajás así, empezás a relacionarte y a compartir todo con gente que conocés. Hablás más con los lugareños, observás, escuchás y por eso aprendés mucho más”, cuenta desde Holbox, México, camino a Cancún.
Para continuar la travesía y contar con un poco de dinero, Alan tocó la guitarra en la calle, en los bares y vendió comida y sus fotos en forma de postales. “Este es mi sueño y por suerte lo estoy cumpliendo”, cuenta, mientras busca apoyo para seguir en la ruta y pide que se contacten vía Instagram (@MatuSyd) o Facebook (Matusyd Wonderlustt) para ayudarlo. Aunque no fue lo único que tuvo que hacer para rebuscársela y cumplir con los objetivos. “En el norte de Colombia trabajé de pescador, algo que jamás imaginé, también de albañil, toqué en bares, vendí alfajores e hice malabares. Ahora vendo unas pipas de México, riñoneras de Jujuy y unas pulseras de fútbol que voy haciendo para salir del apuro”, dice Etcheverry.
Una ruptura amorosa también puede ser el impulso para cumplir los viejos anhelos. Leandro Boniuk, un ingeniero agrónomo de 32 años, decidió viajar después de terminar una relación de varios años. “Estaba muy afligido y necesitaba irme unos días para romper el esquema diario -comenta-. Así entré en este mundo hermoso que me enseñó a relacionarme con personas desconocidas. Además me permite planificar tiempos y plata de otra manera. La soledad te enseña cómo relacionarte con personas y a conocerte a vos mismo”.
Para Santiago Gómez, director de Decidir vivir mejor y del Centro de Psicología Cognitiva, también hay que ver en este fenómeno un cambio cultural, porque las “generaciones de nuestros padres o abuelos ponían el énfasis en el trabajo, el esfuerzo, las obligaciones, el deber y en el último lugar quedaba el bienestar personal. Los jóvenes, en cambio, buscan disfrutar, pasarla bien y vivir más el presente -aclara-. Es el famoso detenerse a pensar. No nos olvidemos que el sistema en el cual vivimos no nos ayuda a tomarnos ese tiempo”.
Sin embargo, el anhelo de viajar solos no es aún mayoritario: nada más que el ocho por ciento desea vacacionar en soledad, según una encuesta realizada a 600 personas por la consultora TrialPanel.
Y lo que surge como un viaje soñado, se puede complicar, claro. “La verdad es que, en los últimos tiempos, México está complicado -reconoce Otero-. Basta ver lo que dicen los medios o hablar con su gente y no te quedás muy tranquilo. Pero el placer de viajar es más grande.”