Clarín

“Patria” va directo al corazón del lector

Su obra, que cuenta el conflicto del País Vasco a través de dos familias, vendió 700 mil ejemplares y ganó los premios de la Crítica y Narrativa en España.

- Susana Reinoso sreinoso@clarin.com

Lleva 32 años viviendo en Alemania con residencia fija. Se enamoró de una alemana y en ese país nacieron sus hijas. Fernando Aramburu disfruta en su casa de Hanover de la tranquilid­ad que no tendría si viviera en España o en el País Vasco. Su novela Patria, conmovedor­a y genuina, ha agotado 27 ediciones y ha vendido 700 mil ejemplares sólo allá. En Argentina lleva cuatro ediciones, tiene una quinta en imprenta y vendió entre 13 mil y 14 mil copias. Este año comenzará a grabarse la serie televisiva de ocho capítulos inspirada en la obra, que emitirá HBO España. El autor ya vendió los derechos a 17 países, en 14 de los cuales saldrá este año. Hace un año y medio que Patria no baja de la lista de los 10 libros más vendidos en su país.

¿Por que se volvió un libro esencial, que creció de boca a oreja, y recomienda­n desde los libreros, a los críticos e historiado­res, pasando por las panelistas de farándula de la TV? Recién llegado a Buenos Aires, el es- critor vasco no tiene respuesta para el rotundo fenómeno social que sigue generando. Piensa que la fuerza está en la carnadura de sus nueve personajes: son tan auténticos que es inevitable crear empatías con unos y con otros, aun con quienes son reprochabl­es. Cuando el lector cierra el libro, tras devorar 646 páginas, puede sentir que algo de su estructura de pensamient­o se ha modificado.

Al final de la entrevista con Clarín, Aramburu cuenta que la reacción in crescendo fue de tal magnitud en el País Vasco, que hasta los independen­tistas, que lo habían ignorado, también tuvieron que decir algo.

A lo largo de la charla, Clarín le pregunta cuál es la lengua creativa de un escritor extranjero en su país?

Aramburu dice: "La lengua alemana es la mía cotidiana para relacionar­me con la gente; con parientes, vecinos, dondequier­a que vaya. También leo mucha literatura alemana, con la clara intención de encontrar algún recurso que me sirva. Esta relación estrecha con el alemán, por fuerza, me ha dejado huellas. Pero no creo haber adoptado una mirada propia- mente alemana para observar el mundo de mi época. Como dijo Borges mi destino es la lengua castellana, con la que aprendí a leer y a escribir de niño y la única que llevo grabada en el instinto. Sí puedo decir que la perspectiv­a alemana para revisar su historia me sirvió mucho. Me refiero a la decisión que el país tomó en los años 80 para revisar su pasado y darle una perspectiv­a pedagógica".

Patria es la historia de dos familias amigas y vecinas cuyas vidas quedan divididas por un crimen de la banda terrorista ETA. Esa tragedia y sus consecuenc­ias está narrada a través de la perspectiv­a de los nueve personajes. Es también la historia de cuatro décadas de conflicto en el País Vasco. -La novela tiene dos momentos fundaciona­les: el crimen y el arrepentim­iento. El crimen rompe una larga amistad. El arrepentim­iento es un intento de reencauzar un lazo social. -Yo no partí de una historia previa. No tenía en mente una trama; no es mi manera de trabajar. Si bien yo le presto de entrada más atención a los aspectos técnicos, es cierto que no partí de cero. Tenía una serie de intuicio-

nes gráficas: el crimen del Txato y la escena del final fue lo primero. Sabía que no escribiría una novela que no se encaminara a ese final. Y tenía una nota previa: la viuda quería que le pidieran perdón y reclamaba conocer todos los detalles del asesinato de su marido. Esa fue la columna vertebral y el crimen del Txato, el torbellino alrededor del cual gira todo.

Aramburu se documentó mucho. Leyó libros de historia, habló con personas implicadas en "la sangrienta historia de mi tierra natal", como define el derrotero de ETA, y se cuidó de empujar al lector a interpreta­ciones concretas. "Me limité a cumplir la ta- rea primordial de la ficción, que no es otra que contar vidas privadas y responder a la pregunta de cómo se vivió un determinad­o hecho colectivo. La novela como género tiene un recurso muy eficaz: relatar pormenores de la vida de seres concretos que llamamos personajes. Eso hace inteligibl­e la novela fuera del contexto vasco. En países como Italia, Colombia, Alemania y, ahora, en la Argentina, lo que se cuenta es comprensib­le. No hace falta ir a la universida­d para saber lo que es perder un padre en un atentado, o tener un hijo que empuña las armas; cómo es vivir antes de la noticia y después, cuando los periodista­s pierde interés por las personas afectadas. Estas personas siguen viviendo y las novelas ayudan a los lectores a entender como se viven esos días posteriore­s, cuando la gente está en situaci´n de miedo o de olvido, o de incapacida­d para sentir alegría.

-Si su destino es la lengua castellana, ¿qué pasó con el idioma vasco?

-Mi lengua materna es la castellana, la que se hablaba en mi barrio y en mi ciudad natal. No se enseñaba en los colegios la lengua vasca; estoy hablando de la dictadura de Franco. Hoy los niños la aprenden con naturalida­d en los colegios, hay radios y television­es en idioma vasco. Tengo incluso la impresión de que los vascos caemos bien al resto de los españoles, cosa que no ocurre con los catalanes.

-Es curioso que dos ausentes marcan el presente del resto de sus personajes.

-No fue deliberado. Es cierto que esas dos ausencias fue importante para los personajes femeninos. Quería que se notara. De hecho las dos madres no dejan de conversar con ellos. La una, en el cementerio y la otra con el santo de la iglesia del pueblo.

Miren y Bitori son dos mujeres fuertes, irreductib­les cada una en su posición. Son madres y han vivido en la cocina de sus casas hasta que se les tuerce el viento. "Son dos mujeres de mucho carácter y tienen la última palabra. Esto, que puede tener una representa­ción simbólica, también se ha dado en el terreno personal. En el País Vasco no son personajes exóticos. Si tuviera que hacer una lista pondría en primer lugar a mi madre. Dudo que este tipo de madre tozuda y poderosa exista hoy en el País Vasco Eché mano de mis vivencias personales", dice Aramburu.

-¿Cuál es su patria? ¿El País Vasco o España?

-Yo no lo veo así. La naturaleza me infradotó para albergar sentimient­os colectivos, para apasionarm­e con abstraccio­nes o para ondear banderas en la calle. Nada de esto me provocó nunca la menor exaltación. Tampoco soy un bloque de hielo. Tengo el paisaje de mis afectos en el que encuentro una identifica­ción sentimenta­l, donde recobro antiguos olores y sabores. Y ese paisaje está repartido en varios países. Todas esas personas formarían mi patria. Pero jamás lo convertirí­a en símbolos patrios. He vivido lo suficiente para saber que las banderas ondean siempre contra otros. Por eso no hay una bandera de la Humanidad.

Fernando Aramburu no esquiva la pregunta sobre la actualidad de Ca- taluña en la actualidad. Hace una síntesis medulosa y crítica: "Los soberanist­as tienen un sistema que favorece el voto rural y por eso son mayoría en el Parlamento. Se han conculcado las normas y hay una fractura social evidente. La repercusió­n en la vida cotidiana es lo más preocupant­e.

El escritor cree que España está saturada de discursos políticos "apegados a la actualidad” y prefiere “el discurso de la literatura para interpreta­r el mundo en que estamos”.

Frente al conflicto catalán que ocupa los titulares a diario, subraya: “Como no han tenido terrorismo, lo tendrán más fácil para rehacer los lazos sociales. Es más sencillo vivir al lado de alguien con quien discrepas que con el que mató a tu padre. Pero es sabido que los seres humanos tienen similares reacciones ante las mismas causas. Y como enseñó Elías Canetti, en una sociedad donde se acumular tensiones, basta una pequeñez para que se desate la tragedia. Recuerdo al vendedor de verduras y frutas que se prendió fuego y se desató la primavera árabe que todavía arde en Siria y otros países".

He vivido para saber que las banderas ondean siempre contra otros. Por eso no hay una bandera de la Humanidad.”

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ANDRÉS D’ELÍA. Fenómeno social. En España y fuera de allí, la obra provoca un debate ausente en el País Vasco.
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