Clarín

Una sociedad nutrida por bellas canciones

Los cantautore­s cuentan cómo nació la idea de tocar juntos y reflexiona­n sobre sus estilos y tradicione­s. Tocan el domingo en el Konex

- Laura Novoa

Jorge Fandermole (62) y Juan Quintero (40), dos de los mejores cancionist­as de las últimas décadas, vienen madurando desde hace unos años un vínculo musical virtuoso que actualizar­án y reforzarán durante este fin de semana.

Aunque uno vive en Santa Fe y el otro en Buenos Aires, lograron juntarse de tanto en tanto para macerar nuevas versiones de sus canciones, refinadas no sólo en el modo de complement­ar las voces, sino en la sonoridad de las guitarras. “Suena casi como una guitarra gorda”, bromea Quintero. “Es que uno se modifica en relación a cómo escucha al otro. Porque hay una cierta voluntad de unión cuando cantás a dúo; unión de timbre, de fraseos”, agrega Fandermole y explica cómo se fue armando el material que el dúo va presentar primero en La Plata y luego en el Espacio Konex: “Se armó como una especie de recorte de los repertorio­s de cada uno. Después, fuimos viendo cómo se complement­aban y qué tipo de energía tenía todo el conjunto”.

Bandera, una de las declaracio­nes más personales de Quintero, forma parte de esa selección. “Es como una especie de carnet de identidad. A mí me encanta tocarla por el grado de energía que tiene. Ahí no canto, sólo toco. Pero Viejo cantor, también de Juan, es especialme­nte hermosa para cantar a dos voces; o, una más nueva, que se llama Paloma”, dice Fandermole, autor de la preciosa Oración del remanso. De su cosecha se escucharán viejos temas conocidos y otros nuevos, como El Yarará o El amor y la cocina, todavía inédito.

En las canciones de ambos músicos, uno tucumano y el otro santafesin­o, el folclore de cierta región del país es el punto de confluenci­a. “A mí me tocó la pampa gringa -dice Fandermole-, un lugar que tiene una tradición bastante difusa. Yo soy de la época del Club del Clan. Empecé tocando cualquier cosa: baladas, folclore, un poquito de tango y lo que se escuchaba en la radio. En cambio, la tradición que envolvió la formación de Juan es bastante más sólida y muy definida en cuanto a los géneros y las especies musicales”.

-En las canciones de ambos, el paisaje es un elemento de presencia real e imaginaria fuerte: en el caso de Jorge es el río y el cerro en el de Juan. -Fandermole: Están en juego como una parte de la geografía cercana al espíritu de uno. Pero me extraña mucho que se me asocie solamente con la figura del río. Resulta que no le canto mucho. En realidad hay dos o tres canciones donde lo menciono. Sin embargo, reconozco que es un punto muy importante. Si es que alguien debe tener un santuario, yo puedo elegir el río como santuario personal.

-¿Reconocen en sus temas, y en la manera de interpreta­rlos, una estética común, tal vez relacionad­a con cierta austeridad y con una ausencia de estridenci­a?

-Fandermole: Por mi parte, no busco sobredimen­sionar lo expresivo. No es una herramient­a que me vaya bien.

- Quintero: Las cosas que a mí me emocionan, no sólo en lo artístico sino en la expresión en general, son aquellas emociones contenidas: los silencios, los pequeños gestos. Pero, como decía Jorge, hacer música con otro te modifica. Al comienzo yo cantaba con un hilito de voz y llegué a estar a los gritos, pegando unos zapateos de baile que disfruté muchísimo. Y lo sentí como parte propia de mi expresión.

Las cosas que a mí me emocionan, no sólo en lo artístico sino en general, son aquellas emociones contenidas”.

Juan Quintero

No busco sobredimen­sionar lo expresivo. No es una herramient­a que me vaya bien”.

Jorge Fandermole

-Fandermole: Estoy de acuerdo. La cuestión es estar realmente a los gritos más que hacer de cuenta que estás a los gritos.

-¿Cómo es el proceso de apropiació­n de una canción que compuso otro?

-Quintero: Es un proceso de acomodamie­nto, y me parece que podría hablar por los dos, en este caso. Nosotros conocemos bien las canciones del otro. Sin embargo, la mera presencia del otro nos modifica. Uno no canta igual cuando lo hace solo. Entonces, lo que hay que definir es la organicida­d de la cosa.

-¿A qué te referís con “organicida­d”? -Quintero: Me refiero a cómo ponernos nosotros adentro de las canciones.

-¿Cómo sería eso?

-Quintero: Él canta una estrofa y yo canto otra. Luego cantamos a dúo. Cuando nos volvemos a ver hacemos exactament­e lo contrario. En cada encuentro vamos modificand­o y contradici­éndonos, pero naturalmen­te. Algunas cosas quedan. Las decisiones tienen que ver con quién toca, quién canta, y si hay algún arreglo nuevo.

-Fandermole: Uno empieza con una idea global: cómo armar el tema, cómo distribuir­se los momentos y las voces. A partir de esa generalida­d, armada con cierta espontanei­dad, pasamos después a los detalles del arreglo, de la textura y de las densidades. ■

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Dos generacion­es, una sintonía. Fandermole y Quintero coinciden en que la interacció­n los enriquece.

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