Pasajera de una pesadilla
A los 14 fue violada. Y 15 años después, su dura historia llega en una película donde ella misma pone la voz en off.
Tuvieron que pasar 15 años para que Elizabeth, víctima de un crimen sexual cuando tenía 14, se sintiera cómoda permitiendo que se recree su historia en televisión. Como productora ejecutiva y narrando la historia en off, ella misma supervisó la película Yo soy Elizabeth Smart para el canal Lifetime, que se podrá ver mañana a las 23 hs. (repite el domingo, a las 2.30 de la madrugada).
Convertida en activista, trata de sacar leyes que le pongan trabas a los criminales y compartir su historia para darle esperanza a otras víctimas como ella. A los 30 años, casada y con dos bebés, Elizabeth viaja por el mundo contando lo que le pasó y pidién- dole a otras víctimas que tengan fe.
También trabaja como consultora en el departamento de noticias del canal ABC, aportando su experiencia en casos estremecedores como el de los diez hermanos encontrados atados a sus camas, hace poco en California. Ella les dirá: “No se den por vencidos, no todo está perdido, pueden encontrar la felicidad” .
Rubia, muy dulce en sus maneras, habrá quienes recuerden su caso cuando su nombre llegó a los noticieros -en junio de 2002- por las peores razones. Ella tenía 14 años y vivía con sus padres y su hermana menor en un vecindario de clase media acomodada en Salt Lake City, Utah.
Brian Mitchell, un fanático religioso y enfermo sexual, a quien su padre le había dado trabajo en su casa, la sacó una noche de su cama, amenazándola con un cuchillo y se la llevó a un campamento en las montañas donde lo esperaba su esposa, Wanda, cómplice en el crimen. La pareja la tuvo secuestrada 9 meses, cerca de donde sus padres iniciaban una búsqueda frenética para dar con ella. Mitchell “se casó” con Elizabeth el pri- mer día, una excusa para poder violarla a diario. La ataban a un árbol, no le daban de comer. Hasta que en marzo de 2003 un policía la reconoció en la calle y terminó con su horror. Tras el juicio, Mitchell terminó en la cárcel, condenado a cadena perpetua.
“No fue fácil animarme a contar mi experiencia, al principio no quería hablar”, le dijo Elizabeth a Clarín. “Quería dejar eso en el pasado, ser la chica que había sido antes. Pero creciendo fui conociendo a otras sobrevivientes de casos parecidos con quienes empezamos a compartir experiencias. Al tener que testificar en el juicio, tuve que contar todo por primera vez; después, sí, ya me animé a escribir mi libro. Descubrí que hay tantas víctimas ahí afuera que necesitan sentir que no están solas”.
Cada día que pasó secuestrada se juró no perder la esperanza. Y ése es el mensaje que quiere transmitir. “Lo que nos pasó no define quiénes somos”, asegura. Y cita su fe mormona y el amor de sus padres como las principales fuentes de su inspiración.
La película es tan realista que se le hizo muy duro verla. La actriz Ala- na Boden la representa, mientras que el actor Skeet Ulrich tiene la difícil tarea de encarnar a Mitchell, el monstruo que la hizo vivir esa pesadilla.
Cuenta ella que muchos se le habían acercado ofreciéndole filmar su historia oficial, pero que sólo la insistencia de las productoras de Lifetime (un canal manejado por mujeres) la convenció de que ya era hora.
Las imágenes son fuertes y dice que la han hecho revivir los nueve meses más horribles de su vida. Pero cree exhibir su caso ayudará al deba- te. “A veces me preguntan por qué no me escapé... Hay gente que termina poniendo la culpa en las víctimas y nosotros no tenemos que sentirnos mal por lo que nos pasó. Uno simplemente trata de sobrevivir y de esperar a que llegue la oportunidad”.
No importa donde uno viva, lo bueno o malo que sea tu vecindario, su caso demuestra que a cualquiera le puede pasar. “Lo importante es no perder la esperanza. Y pensar que la pesadilla se va a terminar”, aconseja Elizabeth Smart.