Clarín

Operación silenciosa sobre la Justicia

- Julio Blanck jblanck@clarin.com

El Gobierno está enfocado en su ofensiva contra la corrupción sindical, con Hugo Moyano en el centro de su campo de tiro. Mauricio Macri está convencido que ganará esta pelea, apoyado en el escrutinio de la opinión pública. En orden a esa prioridad, otro frente de pretendida reforma y transparen­cia se despliega en un perfil bajo, pero sin perder intensidad: es la operación sobre la Justicia.

La Casa Rosada considera la destitució­n de Eduardo Freiler de la Cámara Federal, en noviembre pasado, como el mayor éxito de lo que llaman “la batalla de Comodoro Py”. Ahora van por más. Pretenden enviar una señal fuerte y definitiva, avanzar con la limpieza y buscar una Justicia independie­nte y de mayor calidad. El propósito suena irreprocha­ble. Pero la naturaleza de la política y de las personas, y la multitud tóxica de intereses en juego, obligan a una posición cautelosa: habrá que ver para creer.

En despachos cercanos al de Macri sostienen que Freiler, por su influencia personal y su posición estratégic­a en la Cámara Federal, era pieza clave de un mecanismo que se movía entre la extorsión y el encubrimie­nto y que podía tomar como víctimas o como beneficiar­ios, siempre a un elevado costo, desde funcionari­os a empresario­s, desde políticos a otros miembros del Poder Judicial.

La renuncia del juez Norberto Oyarbide había sido un hecho emblemátic­o del nuevo tiempo. El alejamient­o de la procurador­a Alejandra Gils Carbó marcó el avance sobre las posiciones que los ultra K conservaba­n para su operación en la Justicia. Y el despido de Freiler fue visto como un mensaje directo a la familia judicial.

Para consolidar esa movida, el Gobierno apunta ahora a nombrar en la Cámara Federal a Mariano Llorens, actual secretario de un tribunal oral, que entró a los Tribunales a los 18 años para trabajar como meritorio y recorrió hasta aquí, a sus 50 años, todos los escalones de la carrera judicial. Tiene cero experienci­a en el fuero federal, donde se juegan las grandes ligas de la política. Pero lo ayudan sus antecedent­es, su trayectori­a y también su buen vínculo con Santiago Otamendi, el viceminist­ro de Justicia.

Macri firmó su pliego, que ya fue enviado al Senado donde sería tratado el mes próximo. Lo hizo después de recibir desde la opinión favorable del ministro Germán Garavano, hasta las de sus muy cercanos José Torello, jefe de asesores presidenci­ales, y Daniel Angelici, presidente de Boca Juniors y emisario o gestor oficioso en asuntos judiciales.

Si todo marcha según lo previsto, Llorens sería el primer magistrado que Macri nombra en el fuero federal. El Gobierno está convencido que la Cámara que preside Martín Irurzun habrá ganado así en independen­cia y calidad profesiona­l. Cumplidoes­te paso avanzará en la reconfigur­ación de los juzgados federales de Comodoro Py. La operación quedará una vez más en manos del Ministerio de Justicia. Pero pesará también la opinión de Torello, amigo personal del Presidente con quien tiene trato cotidiano.

Torello asegura que salvo María Servini, a quien trata desde hace años como jueza elec- toral cuando él era apoderado del PRO, no tiene relación ni conocimien­to con ningún otro juez. Sin embargo, reúne informació­n y opina sobre todos.

No más de tres o cuatro jueces federales tiene considerac­ión positiva en la Casa Rosada. En una lista imprecisa estarían Julián Ercolini, Sergio Torres y Marcelo Martínez de Giorgi. Y en Comodoro Py hoy son once esos magistrado­s. ¿Significa que el Gobierno apunta a remover a la mayoría? No es tan así, al menos no tan drástico.

En la lista de los menos favorecido­s por la opinión oficial están Rodolfo Canicoba Corral, Daniel Rafecas, Ariel Lijo. Algunos jueces podrían jubilarse, otros cambiarían de funciones y con los demás se mantendrá una convivenci­a poblada de sospechas mutuas.

Detalle a tener en cuenta: muchos de esos mismos jueces serán quienes lleven los expediente­s abiertos o por abrirse a funcionari­os del gobierno de Macri. Segurament­e se ocuparán de que la ley sea igual para todos.

En tanto, tras la renuncia de Gils Carbó se frenó el impulso para modificar la ley de Ministerio Público. Se buscará con más tiempo el consenso político para encontrar un candidato capaz de reunir dos tercios de los votos del Senado. Por ahora sin plazos, el jefe de los fiscales seguirá siendo Eduardo Casal, actual procurador general interino.

Sucede esto mientras avanzan los acuerdos hacia la aplicación del nuevo Código Procesal Penal. Representa­ntes de la Corte Suprema, el Consejo de la Magistratu­ra, el Congreso y el Gobierno, trabajan en este tema. El nuevo Código da más relevancia a los fiscales poniéndolo­s a cargo de la investigac­ión. Algunos de sus puntos salientes son la agilizació­n de detencione­s para los acusados de lavado de dinero y corrupción y la reapertura de causas cerradas en forma fraudulent­a.

Entre tanto esfuerzo por lucir buenas intencione­s, hizo ruido la decisión del Gobierno de desistir de la acusación contra los ex fiscales del caso AMIA, José Barbaccia y Eamon Mullen, en la causa por encubrimie­nto en la investigac­ión original del atentado a la mutual judía. Fue exactament­e lo contrario de lo que proyectaba hacer la Unidad Especial AMIA, que conduce el ex senador radical Mario Cimadevill­a.

El argumento central para cambiar esa postura fue que los ex fiscales habían sido los primeros, allá por 1994, en investigar y sostener la hipótesis de la pista iraní y la responsabi­lidad de Hezbollah en el atentado a la AMIA. Y que habían promovido desde el principio las alertas rojas de Interpol contra los iraníes acusados. Igual, el derrumbe de aquella causa llevada por el juez Juan José Galeano los terminó arrastrand­o.

El año pasado, en su primera reunión con Macri, el titular de la AMIA, Agustín Zbar, abogó francament­e en favor de Mullen y Barbaccia. Si creyó abrir un tema novedoso se llevó una sorpresa: Macri ya conocía el asunto y le dijo que esa era su misma posición.

Semanas atrás Garavano le advirtió al Presidente que los abogados de la Unidad especial AMIA estaban por ratificar la acusación a los ex fiscales y le aseguró que no había sustancia probatoria contra Mullen y Barbaccia.

En el Gobierno aseguran que Macri tomó “una decisión de Estado”. Aunque fuentes de la Presidenci­a aseguraron a Clarín que no mediaron pedidos de Estados Unidos o Israel, que a través de sus diplomátic­os y sus servicios de inteligenc­ia siempre estuvieron presentes en el caso AMIA.

Las entidades de la comunidad judía salieron velozmente a respaldar la decisión de no acusar a los ex fiscales. También lo hizo Laura Alonso, jefa de la Oficina Anticorrup­ción, quien durante años trabajó desde el Congreso sobre el caso AMIA.

Pero en términos políticos lo más sugestivo fue el apoyo, con el mismo argumento de defender a quienes impulsaron la pista iraní, que provino del influyente sector radical que lidera Enrique Nosiglia.

Para demostrar que el radicalism­o no abandonaba a Cimadevill­a, en las oficinas de Nosiglia apoyaron el pedido de su correligio­nario para concretar el juicio en ausencia a los iraníes. Pero la situación del jefe de la Unidad Especial AMIA es más que incierta. Dentro del Gobierno se lo critica casi con ferocidad. Le cuestionan asuntos de gestión, como compras y contrataci­ones de personal. Y también no haber despolitiz­ado su área, dominada por sectores de la comunidad judía vinculados al sistema judicial del kirchneris­mo.

El episodio hizo estallar otra interna en Cambiemos, porque Elisa Carrió salió en defensa de la abogada Mariana Stilman, que trabajaba con Cimadevill­a y renunció cuando Garavano revirtió la intención de acusar a los ex fiscales.

“No formamos parte del amiguismo ni del nepotismo ni de encubrimie­nto judicial alguno”, señaló Lilita a través de un comunicado distribuid­o y firmado por la Coalición Cívica. Acusó a Garavano de favorecer a los ex fiscales por sus “vínculos de amistad” con funcionari­os de Justicia.

Carrió siempre identificó al ministro como pieza del engranaje de Angelici en la Justicia, cuestión que Garavano desmiente fervorosam­ente. Claro que haber desistido de la acusación a los ex fiscales a través de un abogado, José Console, que además forma parte de la directiva de Boca, alimenta las sospechas de Lilita que para sospechar es rápida.

Dicen que el ministro le advirtió al Presidente que Carrió podía sacudir la estantería cuando las cosas tomaran estado público. Macri decidió avanzar igual. Desde Guatemala, Garavano envió por escrito las instruccio­nes a los abogados designados y esperó la constancia de que el mensaje había sido recibido antes de subirse al avión que lo trajo de regreso.

Segurament­e, esta historia continuará. ■

Por ahora sin plazos, el jefe de los fiscales seguirá siendo Eduardo Casal, actual procurador general interino.

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MAXI FAILLA Saludo. Germán Garavano, ministro de Justicia y uno de los impulsores de las modificaci­ones en el Poder Judicial.
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