“Money art”, los devaluados billetes venezolanos ya son artesanías callejeras
Ingenio. Como no tienen valor, los de menor denominación se usan para hacer carteras o ilustraciones.
Wilmer Rojas y José León eligieron el ingenio para enfrentar el caos económico venezolano, que despedazó su moneda y convirtió el bolívar en papel sin valor. El primero, con virtuosismo de artesano, recoge cada billete devaluado que encuentra tirado en la calle y lo utiliza para confeccionar carteras, cuyas ventas representan su principal ingreso. El segundo los “interviene” con ilustraciones y los vende como expresión artística.
Para realizar cada una de sus carteras, Wilmer llega a utilizar unos 800 billetes de la devaluada moneda venezolana, que juntos apenas alcanzarían para comprar medio kilo de arroz. Con tres hijos y otro en camino, incursiona en el arte callejero con bolívares de baja denominación que nadie quiere, pues la moneda se devaluó un 96% frente al dólar en el último año.
“La gente los bota (tira) porque no sirven para comprar nada, ya nadie los acepta”, dice este mulato de 25 años desde su puesto en una estación de subte de Caracas donde pasa el día vendiendo cigarrillos y tejiendo billetes. Con los de 2, 5, 10 y 20 bolívares “no compras ni un caramelo”, comenta sobre las 400 piezas que usó para completar una cartera pequeña.
Las otras denominaciones, en vigencia desde hace un año, también se pulverizaron con la inflación que cerró 2017 en 2.600%, según el Parlamento, y treparía a 13.000% este año, de acuerdo a estimaciones del FMI. “Aquí hay como 50 bolos (50.000 bolívares) que sirven para una caja de cigarros en todo caso”, dice sobre los billetes que usó para una corona de reinas.
Wilmer dobla los billetes como en origami y los entrelaza con hilo y aguja. Aprendió la técnica de otro artesano. “Se pueden hacer con papel de revista o periódico, pero con billetes es más fácil porque no valen nada y son del mismo tamaño, no hay que perder tiempo cortándolos”, explica.
En el centro de Caracas, otros artesanos venden los bolsos de “billetes” hasta en 300.000 bolívares -poco más de un tercio del ingreso mínimo- que alcanzan para adquirir un kilo de carne. Incluso se los comercializa en la ciudad colombiana de Maicao, al norte, donde compiten con las tradicionales mochilas wayuu.
Que la moneda venezolana sea usada de esta manera y no como medio de pago es la mejor expresión de la pérdida de su valor, afirma la economista Tamara Herrera.
A finales de 2016, el gobierno venezolano puso en circulación un nuevo cono monetario en el que el billete de más alta denominación multiplicó por 200 el vigente hasta entonces, con el objetivo de facilitar el manejo de efectivo. Aparecieron los billetes de 100.000 bolívares, pero rápidamente perdieron valor. Ahora representan menos de la mitad de un dólar. Actualmente este billete, el de mayor signo monetario de Venezuela, sólo alcanza para pagar un litro de detergente o un champú.
Para los venezolanos, los billetes se convirtieron en un fastidio cotidiano. En los últimos
El primer billete intervenido llevó la imagen de Deadpool. Le siguieron personajes de la Guerra de las Galaxias que pinta sobre los rostros de próceres.
años, la depreciación llevó a la población a cargar enormes cantidades de dinero para comprar chucherías. A mediados del año pasado, pagar una taza de café y una porción de torta implicaba dejar en el mostrador de 3 a 5 gruesos fajos de billetes de 20 y 100 bolívares. A fines del 2017 ya nadie aceptaba esos papeles.
Para colmo, a la inflación cotidiana hay que sumarle la carencia de dinero físico. Todos los días se ven largas colas en los cajeros para obtener dinero, donde sólo se puede retirar entre 10.000 y 20.000 por día. Ningún banco, por ejemplo, permite extraer más de 4.000 bolívares por operación ya que la cantidad de billetes requerida para ese trámite es el límite de la capacidad física de la terminal electrónica.
La escasez de billetes hizo surgir otro negocio. Hay particulares que ofrecen dinero en efectivo a cambio de un monto superior vía transferencia electrónica. Para los más desesperados conseguir 100.000 bolívares en mano representa tener que abonar 150.000. En las redes sociales se multiplican anuncios como “vendo efectivo al 25%”.
Entre la bronca y la desazón, José León, un diseñador de 26 años, comenzó en Instagram una campaña de protesta contra la vapuleada moneda venezolana “interviniendo” con dibujos cada billete que llegaba a su mano.
Todo comenzó en marzo de 2015 cuando León recibió como pago por pintar un mural mil billetes de 2 bolívares que nadie quería aceptar. Si en ese momento no representaban mucho, a los pocos meses habían perdido totalmente el valor. Así que el artista comenzó a dibujar sobre ellos figuras de superhéroes.
El primer billete intervenido llevó la imagen del irreverente Deadpool. Le siguieron personajes de la Guerra de las Galaxias, paisajes y episodios de la crisis del país petrolero que pinta sobre los rostros de Simón Bolívar y otros próceres. Sus clientes están en el exterior y le pagan hasta 20 dólares por una pieza. “Con un poco de corrector y marcadores puedo revalorizar mi moneda en casi 5.000%”, ironiza.
Mientras José encontró un próspero negocio con su “money art”, Wilmer confecciona un disfraz de carnaval para su hija. “Estos fajos no sirven para comprar nada, al menos les doy un uso para no botarlos”, dice.
Algunos venezolanos temen llegar al descalabro de Zimbabwe, que en 2015 tuvo que intercambiar “trillones” de dólares locales por unos pocos dólares, ya que el gobierno del entonces presidente Robert Mugabe había suprimido su moneda nacional, prácticamente sin valor después de una hiperinflación que llegó a 500 mil millones por ciento.
“Las hiperinflaciones se traducen en cambios políticos, pero no sabremos cual será el tipo de transición que se logre en el país. Cuando se entra en la hiperinflación, se entra en el terreno de lo no pronosticable”, advierte la economista Tamara Herrera. ■