Clarín

Pájaro Cantero, el líder de Los Monos: la leyenda continúa

De ciruja a millonario. De origen muy humilde, tenía los códigos de la mafia.

- Nahuel Gallotta Especial para Clarín

Hacía pocos años que llevaba su auto a ese taller del sur de Rosario. Charlaban de asuntos diversos mientras solucionab­an los temas del coche. Un día el cliente preguntó al mecánico cuándo le propondría matrimonio a su mujer. “Está difícil juntar la plata para la fiesta”, se lamentó el mecánico. “Elegí el lugar, armá la lista de invitados, que yo me ocupo de los gastos”, sonrió el cliente. No era cualquier cliente. Era Claudio “el Pájaro” Cantero, señalado como el líder de Los Monos, la banda narco que es juzgada en Rosario desde fines de 2017. “Solidario y bonachón”, aún lo definen los vecinos. Hoy, la justicia sentó al banquillo a 25 personas: 13 son policías.

En La Granada, el barrio donde se crió el Pájaro, las leyendas se propagan. “Recordator­io a nuestro ángel de La Granada”, dice la placa en la canchita construida por el Pájaro. Allí jugó un picado Ever Vanega, futbolista de la Selección. Cerca de uno de los arcos, un mural lleva el retrato del Pájaro con la leyenda “Ciudad de Dios”. Muchos se acercan para tomarse fotos. Incluso gendarmes y policías. “Esto era un baldío y basural”, confía Lorena Verdún, mamá de tres hijos de Cantero. “Los pibes organizaba­n campeonato­s; traían peloteros, juguetes, hamburgues­as. Hoy seguimos organizand­o el Día del Niño, que era su costumbre”, relata a Clarín.

No fue la única obra que hicieron en el barrio, que ocupa ocho manzanas, y está muy cerca del Casino City Center. Los vecinos juran que también colocaron luminarias y asfaltaron varias cuadras de tierra. Y hablan de una política instalada: no robar en el barrio. “Ahora, desde que los detuvieron a todos, nos roban celulares y el barrio está peligroso”, asegura una mujer.

Cuando “Pájaro” tenía 10 años ya cartoneaba y pasaba frente a lo de “Rengo”, un vecino que colecciona­ba pájaros. Tenía más de 30 y colgaba sus jaulas en la vereda. Pájaro se acercaba a charlar. Vio en Rengo una imagen paternal. Con él aprendió a jugar ajedrez y hasta los vecinos se acercaban a mirar los partidos. “Pájaro ayudó a mi marido cuando quedó en sillas de ruedas después de un accidente. Lo llevaba a pasear y le traía los medica- mentos”, dice la mujer de Rengo.

Cantero se crió visitando a su papá en la cárcel. La mayoría de sus tías se dedicaban a la prostituci­ón y sus tíos eran portuarios. Ganó sus primeros pesos vendiendo limones puerta por puerta y a los ocho años cirujeaba en un carro. Más adelante compraba ropa en La Salada y locales de Avellaneda y la vendía en el barrio. Para los camioneros traía frazadas: se las entregaba a cambio de que le dejaran sacar gasoil de sus tanques. Luego vendía en bidones en La Granada.

Patricia “la Cele” Contreras, la mamá, recibe a Clarín en la puerta de su casa. Cumple prisión domiciliar­ia y tiene tobillera electrónic­a. Se escuchan los chillidos de sus pájaros y las cumbias de Sergio Torres. “Tenemos tres televisore­s, una heladera y una pelopincho. El oro es nuestro único gusto. Se lo compramos a los gitanos y lo pagamos por semana”, dice.

Invita al fotógrafo a la habitación donde creció Cantero. Todo sigue igual. Hasta los carros. La Cele tuvo seis hijos, pero dice que Claudio era su preferido. Traía comida y le pedía que cocinara. A veces compraba un lechón, o asado, para hacer en lo de un amigo y “la Cele” era una invitada más.

En cada día de la madre y en cada cumpleaños de la Cele, tres de sus hijos competían por saludarla primero. Claudio, Guille y Monchi, para quienes pidieron penas de 24 y 41 años. Cuando mamá cumplió 50, el Pájaro, le regaló una moto. A partir de ese cumpleaños, cada año se turnaban para renovársel­a. “Guille me regaló un auto, un Renault Twingo, pero nunca me animé a manejar”, recuerda ella.

En La Granada se dice que Los Monos no tocaban la droga. Que el negocio era darles seguridad los narcotrafi­cantes y barra bravas. Otros ingresos venían de los préstamos irregulare­s, el cambio de cheques, la compra venta de autos y cobranzas a morosos. Cantero no tenía antecedent­es por narcotráfi­co. Estuvo procesado y detenido por la emboscada a un colectivo de la hinchada de Newell’s en 2010. En el ataque murió un adolescent­e de 14 años. Pero Cantero salió absuelto.

Cuando salió de prisión, en el verano de 2013, se fue de vacaciones con una nueva novia, a Río de Janeiro. Conoció a un integrante del Comando Vermelho, segundo cartel de drogas más importante del país carioca. Soñaba con viajar a Medellín y conocer el barrio Pablo Escobar. Lo acribillar­on al salir de un boliche el 26 de mayo de 2013. ■

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