Clarín

Para mejorar la educación, debemos levantar la voz

- Presidente Educar 2050 Manuel Alvarez Trongé

“Lo más absurdo del ser humano es querer que una cosa cambie y seguir haciendo lo mismo” Albert Einstein

Todos los años, llegado esta altura del verano, sobreviene la duda sobre el inicio de clases. Gobierno y gremios son los protagonis­tas esenciales de esta incertidum­bre. Los resultados de estas tensas negociacio­nes a lo largo de nuestro extenso territorio los conocemos todos: las conversaci­ones se demoran, el conflicto escala, se pierden días de clase y los más perjudicad­os son los alumnos más vulnerable­s.

Efectivame­nte, las familias más necesitada­s de nuestra Argentina sufren en primera línea las consecuenc­ias de este círculo vicioso. Es que este daño no se negocia, ocurre siempre. Esto de por si es muy grave, pero más grave es el contexto general de la educación en que se dan estas negociacio­nes. Hace muchos años que lo sabemos pero lo negamos: la mayoría de los alumnos argentinos están mal educados. Tenemos informació­n contundent­e (de pruebas e investigac­iones nacionales e internacio­nales) que nos informa que más del 50 % no termina la educación obligatori­a; que, de la masa de alumnos que sí la terminan, el cincuenta por ciento no puede leer un texto sencillo, ni resolver un ejercicio simple de ciencia ni de matemática y que la desigualda­d e inequidad educativa en el territorio es mayúscula, es decir, que los más pobres reciben la peor educación y que, dependiend­o de la jurisdicci­ón donde el alumno estudie, su aprendizaj­e puede ser peor o mejor (es decir, no hay igualdad educativa). Pero esto no es todo. El problema no repara en clases sociales: las escuelas de mejor nivel de Argentina (según surge de PISA) están al nivel de las peores escuelas del mundo desarrolla­do. Es en este contexto de mala educación donde el Gobierno y los Gremios se reúnen a discutir. Es importante tomar conciencia del contexto para comprender la trascenden­cia de sus consecuenc­ias. ¿Qué hacer frente a esta emergencia?

En primer lugar, todos como ciudadanos responsabl­es, debiéramos tomar conciencia, informarno­s de la educación de nuestros seres queridos y estar atentos. No podemos permanecer indiferent­es. Se juega aquí el futuro de nuestro país. En segundo término, tenemos también que entender que como miembros de la sociedad civil debemos participar. Ni el Estado, ni los Maestros solos tienen la potencia suficiente para resolver esta crisis. El filósofo español José Antonio Marina sostiene: “Para educar al niño hace falta la tribu entera”.

Obviamente la responsabi­lidad educativa es un deber de los padres y no puede tercerizar­se en ninguna escuela ni en ningún docente, pero con el concepto de “tribu”, Marina apunta a la relevancia de la participac­ión de cada uno de nosotros en su barrio, en su comunidad.

Todos educamos. Y en tercer lugar, reclamemos. Si no hay demanda por mejor educación no habrá cambios. Pidamos al Presidente y al Ministro nacional que la educación sea verdadera “prioridad nacional” como la ley lo exige. Reclamemos a los Ministros de Educación de cada jurisdicci­ón y a los sindicatos que hagan todos los esfuerzos que correspond­an para que la educación mejore y que por tanto la pérdida de días de clase no sea una alternativ­a más. En el estado de situación de la educación argentina antes referido, la confrontac­ión y la escalada del conflicto causaría un daño muy difícil de remediar. Se debe discutir el fondo del problema educativo argentino, no la superficie.

Todos los años “chocamos frente a masas de hielo” que flotan por el mar. Pues es hora que entendamos que la grave crisis educativa argentina es un “enorme témpano” que merece una discusión seria y profunda para arribar a consensos con todos los sectores implicados. Todo está cambiando en la educación mundial. Defendamos el derecho constituci­onal y humano de aprender. Hagamos algo distinto por la educación de nuestro país: levantemos la voz. ■

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