Desprecio por la vida de los chicos
Es muy difícil imaginar una peor distinción para calificar una nación. Pero un reciente estudio publicado en la revista Health Affairs concluyó radicalmente que los Estados Unidos se han convertido en “el más peligroso país de las naciones ricas como lugar de nacimiento de un chico”.
Tal vez, sin embargo, aún más incriminatorio sea el hecho de que nuestro país no solía tener este status. En 1960, por ejemplo, la tasa de mortandad de los chicos estadounidenses era suavemente más baja que la del resto de otras naciones prósperas como Estados Unidos.
Pero, en mi opinión, al menos tres factores han cambiado eso:
En primer lugar, otros países han tenido un éxito mucho mayor que el nuestro en reducir los niveles de mortalidad infantil. Las razones de ello no son completamente conocidas, pero la desigual red de seguridad social estadounidense parecer haber jugado un rol.
En segundo lugar, otros países han reducido muchísimo más las muertes por accidentes callejeros con automóviles, que son un particular flagelo entre la población de adolescentes. Como ya se ha discutido en anteriores ocasiones, los Estados Unidos podrían hacer exactamente lo mismo para mejorar sus niveles.
En un tercer punto, debe decirse que EE.UU. sufre una verdadera epidemia de muertes en masacres u otros episodios por disparos de armas de fuego. Y debe añadirse que esos episodios de muerte por el uso de armas son prácticamente inexistentes en otros lugares del globo.
En nuestro país, el promedio de homicidios a causa del uso de armas es 49 veces más alto que en cualquiera de los países más ricos e industrializados, según Health Affairs.
Ahora hemos oído que las 17 personas muertas en la masacre de la escuela secundaria en Florida eran en su mayoría estudiantes de High School. También hemos oído un sinnúmero de condolencias y muchas sin ninguna sustancia. Pero esto es, según creo, la verdad: los adolescentes asesinados en Florida el martes tuvieron la mala fortuna de crecer -o tratar de crecer- en un país que no se preocupó lo suficiente por sus vidas. Ojalá nosotros los podamos honrar con una ira que no cese hasta que se acaben estas innecesarias muertes de nuestros chicos. w