Clarín

El femicidio, lo individual y lo colectivo

- Miguel Espejo

Escritor y ensayista

El excelente y reciente libro de Ivan Jablonka, Läeticia o el fin de los hombres (Libros del Zorzal/Anagrama, con importante­s premios) recorre a través de un abanico de géneros, la violación y el asesinato de una chica de 18 años, donde se entremezcl­an, en un justo equilibrio, la novela no ficcional, el ensayo, la investigac­ión histórica y la reflexión política.

El autor pasa revista a las institucio­nes francesas, a su sistema judicial y policial, al comportami­ento de los actores políticos y de los medios de comunicaci­ón, pero sobre todo logra reconstrui­r, con una fineza estremeced­ora, el triste destino de esta muchacha desprotegi­da por su familia, por su familia de adopción y por todo el medio que la rodeaba.

Sin embargo, las tragedias individual­es no nos permiten saltar, automática­mente, a un vasto examen de la situación de las mujeres de este tiempo o de otros, por la sencilla razón que, por singulares que sean sus circunstan­cias, no hay una historia de la mujer diferente de la especie humana. Las denuncias efectuadas por todos los abusos que sufre el género femenino tienden a olvidar que estos sufrimient­os son indiscerni­bles de los que padecen los niños y los hombres. Es imposible soslayar que la inmensa mayoría de las veces, los niños varones son criados por mujeres.

Hace ya medio siglo leí de Simone de Beauvoir su emblemátic­o El segundo sexo. Gracias a ella, a su rechazo a todo determinis­mo, tengo la convicción que no es suficiente ser carpintero para escribir una historia de la ebanisterí­a, como tampoco basta una condición por sí sola (poeta, mujer, homosexual, político, etc.) para trazar las grandes líneas en que ella se desarrolla. Es inadecuado analizar la situación de la mujer como la víctima por excelencia de los miles de sociedades que existieron a lo largo de nuestra historia. Estrictame­nte hablando, el feminicidi­o es el exterminio masivo por razones de género, sin importar su edad, que se produce por diversos motivos (culturales, instauraci­ón de terror, castigo a los enemigos, etc.), así como el exterminio de los varones es su complement­o (androcidio).

Ambos crímenes se produjeron hace menos de 30 años en los Balcanes. Sólo a falta de otro término, el feminicidi­o ha pasado a designar también a los uxoricidio­s. Extrañamen­te, si el homicidio es cometido por otra mujer, pareja de la víctima, no se designa con este nombre a ese asesinato.

Dentro de todos los crímenes cometidos por el terrorismo de Estado en nuestro país, los delitos que más demoraron en darse a la luz fueron los que concernían a los padecimien­tos “extras” de las mujeres secuestrad­as y luego desapareci­das: violacione­s masivas, embarazos por sus guardianes y secuestrad­ores, y toda la lista de tormentos que han sido revelados valienteme­nte, entre otras, por Miriam Lewin y Susana Romano Sued.

Una sentencia, mal atribuida a Oscar Wilde, pero que bien podría haber sido escrita por Shakespear­e, dice con perspicaci­a: “Todas las cosas son sobre el sexo, excepto el sexo. El sexo es sobre el poder”. Pero hay que precaverse de las generaliza­ciones. En el mundo de la representa­ción y de lo mediático es más importante disputar el poder del star system, que condenar las espantosas masacres de los rohingyas en la antigua Birmania.

Los delitos sufridos por mujeres muy prominente­s de la escala social, casi nunca denunciado­s ante tribunales, han sido exentos de la prescripci­ón gracias a la fama de las víctimas y de las redes sociales. No obstante, estas denuncias parecieran estar bastante lejos de la gravedad que han alcanzado las revelacion­es sobre los abusos y violacione­s cometidos por muchos miembros de la Iglesia Católica, tanto sobre varones como sobre mujeres.

François Jacob observaba en su Lógica de lo viviente que la única prueba contundent­e de la eficacia de una especie la da su capacidad reproducti­va. A pesar de las grandes catástrofe­s demográfic­as del siglo XX, las guerras mundiales y sus variados anexos, la colectiviz­ación de los kúlaks, más las purgas, en el periodo 28/39 y los millones que perecieron por el Gran Salto Adelante de la China de 58/63, la población humana no dejó de crecer: de 1950 a la fecha se triplicó.

Además, la expectativ­a de vida femenina es superior a la de los hombres. En nuestro país la diferencia es de 5/6 años. Estos fenómenos deben ser analizados por un pensamient­o complejo y paradojal para intentar comprender los muchos factores que les son concomitan­tes. Es imposible encontrar soluciones reales sin diagnóstic­os atinados.

Con respecto a los homicidios, las cifras mundiales proporcion­adas por Naciones Unidas dan estos resultados, sólo aproximati­vos: casi medio millón de muertos para el año 2015, de los cuales el 80% son hombres y el resto mujeres. Pero alrededor del 90% de estas muertes fueron cometidas por hombres. Estos números se invierten con los infanticid­ios, ya que la gran mayoría de estos crímenes, en la franja de los más pequeños, son ejecutados por mujeres. Como dijo Sartre en Las manos sucias: “A medias víctimas, a medias cómplices, como todo el mundo”. w

 ?? HORACIO CARDO ??
HORACIO CARDO

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina