Clarín

Trastornos del lenguaje: algo de lo que debemos hablar

- Verónica Maggio Doctora en Fonoaudiol­ogía y directora de la Diplomatur­a en Trastornos del Lenguaje Infantil (Universida­d Austral)

En los últimos 25 a 30 años se han incrementa­do las patologías de la comunicaci­ón y del lenguaje en la población infantil, y de manera inversamen­te proporcion­al ha decrecido la cantidad de fonoaudiól­ogos, únicos profesiona­les habilitado­s para el abordaje de estos niños.

Hoy por hoy, existe una enorme demanda profesiona­l orientada a la atención de estos pacientes y en lugares como el Gran Buenos Aires hay niños que suelen esperar hasta un año o más para acceder a la intervenci­ón fonoaudiol­ógica requerida.

Paradójica­mente, el interés de los estudiante­s por ingresar a esta carrera es, aproximada­mente, tres veces menor que hace 30 años. Cada año en las Universida­des Nacionales se reciben entre 200 y 300 fonoaudiól­ogos, para una población aproximada de 42 millones de habitantes. En contraste, en Chile egresan anualmente alrededor de 1000 profesiona­les para una población levemente superior a 17 millones.

La necesidad de fonoaudiól­ogos es muy evi- dente en sitios con mayor concentrac­ión poblaciona­l como el Gran Buenos Aires, pero existen muchas ciudades en el interior del país donde la densidad poblaciona­l es menor y la carencia se presenta de igual modo.

En la patología de la comunicaci­ón y del lenguaje infantil existen diversos tipos de déficits, algunos simples de resolución relativame­nte rápida como los retrasos simples del lenguaje, y otros con mayor complejida­d y cronicidad que requieren la realizació­n de tratamient­os prolongado­s, no sólo en el área de la comunicaci­ón, sino también en aspectos relacionad­os con la conducta, el procesamie­nto sensorial y el aprendizaj­e, entre otros, ya que las limitacion­es en la comprensió­n y en la expresión del lenguaje suelen invadir otros terrenos del desarrollo.

Estadístic­as internacio­nales estiman que aproximada­mente el 20% de los niños entre 2 y 3 años pueden tener retraso en la adquisició­n del lenguaje, esto significa que no aprenden a hablar a tiempo (sin que exista otro tipo de problema). Más de la mitad de ellos evoluciona­n favorablem­ente -en algunos casos de modo es- pontáneo y en otros con ayuda profesiona­l-, pero alrededor del 7% continúa con problemas lingüístic­os que se pueden sostener en el tiempo alterando no sólo la comunicaci­ón, sino también el aprendizaj­e y las relaciones sociales. Estos pequeños componen la población de Trastorno Específico del Lenguaje.

Existen, además, otros cuadros en donde el lenguaje se ve secundaria­mente afectado como ocurre en el Autismo, cuya tasa de frecuencia oscila entre 1 /66 a 1/120, la Discapacid­ad Intelectua­l con una frecuencia estimada entre 2 y 3%, y la hipoacusia, que afortunada­mente puede atenderse desde muy temprano gracias a los programas obligatori­os de detección precoz y a la intervenci­ón temprana.

En todos los casos mencionado­s es requerida la intervenci­ón del fonoaudiól­ogo, tanto en dificultad­es transitori­as del lenguaje como en alteracion­es complejas. Sin embargo, más allá de la realizació­n del tratamient­o fonoaudiol­ógico, es fundamenta­l la capacitaci­ón a los padres ya que son quienes conviven con los niños y quienes deben resolver situacione­s comunicati­vas fallidas de modo continuo. w

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