La Ciudad en obra: entre viaductos, paseos y otros trabajos, circular es una odisea
Por cierres de accesos clave y desvíos, entre otras consecuencias, se generan demoras y embotellamientos en el Centro y también en barrios residenciales. A la espera de mejoras cuando los terminen, el mapa porteño es laberíntico.
Desde hace años pero cada vez en mayores extensiones, moverse por la Ciudad de Buenos Aires se convirtió en un laberinto de difícil salida. La congestión, que tiempo atrás estaba destinada al Centro, se expande hasta los barrios más residenciales, donde piquetes y marchas -factores desencadenantes del caos y los cortes por excelencia- no hacen pie.
Las que sí están en todo el mapa porteño son las obras que, si bien suponen un beneficio a futuro -como ocurrió con los Metrobus de Juan B. Justo, 9 de Julio, Sur, Autopista 25 de Mayo, Cabildo/Maipú y del Bajo-, mientras se realizan pintan un escenario cotidiano más parecido a una pesadilla que a un anhelo próximo a concretarse. Por ello, para convivir con tantos obradores, vallas de segu-
“Los ingresos del norte se redujeron de 14 a 1”, reclaman en restoranes de Puerto Madero.
ridad, señales de advertencia y alertas de desvíos, hay que encomendar el pensamiento, y la paciencia, a lo que prometen está por venir: una Ciudad mucho más amigable.
Sin embargo, con este presente de calles y avenidas que cambian de circulación, accesos cerrados, barreras bajas y reducción de carriles, manejar en Buenos Aires es lo más parecido a una carrera de obstáculos.
Hay restricciones en Puerto Madero y en Retiro por la emblemática obra del Paseo del Bajo y por el cambio en la traza de la Autopista Illia.
También aparecen limitaciones para circular en la avenida Corrientes, en plena transformación para convertirse en una calle con prioridad peatonal. Y algo similar sucede en la zona de Once, donde tras la salida de los manteros en enero de 2017, comenzó un proceso de reconversión para ensanchar sus veredas y ofrecer más espacio para quienes se mueven por ahí a pie.
La empresa Aysa está renovando cañerías en distintos barrios, lo que en el próximo mes ocasionará interrupciones en avenidas como Santa Fe al 1500; Belgrano al 3200-3300; Corrientes al 1600, al 2000 y al 3100, e Independencia al 2900.
A la vez, se trabaja en la construcción de tres viaductos sobre los trenes San Martín, Mitre Ramal Tigre y Belgrano Sur, que en algunos casos obligan a cerrar pasos a nivel para avanzar con la obra. Sucederá en el Mitre/ Tigre a principios de abril, cuando cierren el cruce de la calle Juramento para demoler la estación Belgrano C.
Los túneles ferroviarios son una de las causas de desvíos vehiculares: pasa en Saavedra por la construcción del paso bajo a nivel de avenida Balbín, cuya apertura se estima para este primer semestre, y en Villa del Parque por la construcción del túnel de Nazca, próximo a habilitarse durante el mes que viene.
Todas esas iniciativas producen demoras, acortan los recorridos de las líneas, obligan a los usuarios a buscar medios de transporte alternativos y a los automovilistas a recalcular sus recorridos. A cambio, prometen dejar una importante reducción en los tiempos de viaje, una calidad superior de servicio y una mayor seguridad debido a la eliminación de las barreras.
El Casco Histórico porteño no queda exento de los vallados, los carteles de obra y el de “Disculpe las molestias”. Por estos días, Plaza de Mayo atraviesa una puesta en valor integral que incluye, además de los trabajos de restauración y renovación del parquizado y mobiliario, la incorporación de un carril de Hipólito Yrigoyen y otro de Rivadavia a la superficie del parque.
Autos cercados, peatones liberados es una premisa que el Gobierno porteño viene pregonando hace años y que, en los dos últimos, se aceleró con las múltiples intervenciones en el Microcentro y Macrocentro, las áreas Retiro y Tribunales Peatonal y la zona de Once, en plena transformación.
Pero donde unos ganan, se sabe, otros salen desfavorecidos. Es el caso de los dueños de garajes, que desde las primeras intervenciones con veredas ensanchadas, calles de adoquines y restricción vehicular vienen denunciando que está en riesgo el sustento de cientos de familias. “Tenemos más de una decena de empleados y las fuentes laborales son la mayor preocupación. Se piensa un proyecto para beneficiar a la gente y me pregunto por qué nadie contempla que somos parte de esta comunidad”, le dijo a Clarín el dueño de un estacionamiento de Corrientes. Éste es un reclamo que se repite en cada uno de los entornos convertidos en “prioridad peatón”.
El rubro de los garajes no es el único que se siente afectado por todos estos cambios y restricciones en la circulación de los autos particulares. En Puerto Madero, una de las zonas más turísticas, donde la gastronomía tiene un rol esencial, dueños de bares y restaurantes manifestaron su preocupación por los coletazos que les genera el futuro Paseo del Bajo.
“Los accesos al sector norte de los restaurantes se han reducido de 14 alternativas a sólo una. Se trata de un carril por la calle Macacha Güemes. Se han ido cerrando los ingresos por Antártida Argentina, Viamonte y Corrientes y su continuación, Trinidad Guevara. En el sur, el panorama no es mucho mejor”, describen desde la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC). En el organismo alertan que de los 43 locales “que aún resisten y conservan la fuente de trabajo de cientos de familias”, un porcentaje podrá ver la “faraónica” obra terminada. “Otro punto que preocupa en la zona es el estacionamiento. De 4.760 plazas disponibles que había antes de la obra, se prevé que quedarán apenas 1.500 y aún no se determinó el lugar geográfico en el que estarán ubicadas las playas”, manifiestan, y dan cuenta de que todos estos obstáculos componen un combo demoledor para la sobrevida de los locales.
El Paseo del Bajo es el proyecto emblema del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se prevé que este listo para abril de 2019. Pero hasta entonces, toda el área que interviene es una trampa para el tránsito, y para los nervios.