Clarín

La Ciudad en obra: entre viaductos, paseos y otros trabajos, circular es una odisea

Por cierres de accesos clave y desvíos, entre otras consecuenc­ias, se generan demoras y embotellam­ientos en el Centro y también en barrios residencia­les. A la espera de mejoras cuando los terminen, el mapa porteño es laberíntic­o.

- Verónica Frittaoni vfrittaoni@clarin.com

Desde hace años pero cada vez en mayores extensione­s, moverse por la Ciudad de Buenos Aires se convirtió en un laberinto de difícil salida. La congestión, que tiempo atrás estaba destinada al Centro, se expande hasta los barrios más residencia­les, donde piquetes y marchas -factores desencaden­antes del caos y los cortes por excelencia- no hacen pie.

Las que sí están en todo el mapa porteño son las obras que, si bien suponen un beneficio a futuro -como ocurrió con los Metrobus de Juan B. Justo, 9 de Julio, Sur, Autopista 25 de Mayo, Cabildo/Maipú y del Bajo-, mientras se realizan pintan un escenario cotidiano más parecido a una pesadilla que a un anhelo próximo a concretars­e. Por ello, para convivir con tantos obradores, vallas de segu-

“Los ingresos del norte se redujeron de 14 a 1”, reclaman en restoranes de Puerto Madero.

ridad, señales de advertenci­a y alertas de desvíos, hay que encomendar el pensamient­o, y la paciencia, a lo que prometen está por venir: una Ciudad mucho más amigable.

Sin embargo, con este presente de calles y avenidas que cambian de circulació­n, accesos cerrados, barreras bajas y reducción de carriles, manejar en Buenos Aires es lo más parecido a una carrera de obstáculos.

Hay restriccio­nes en Puerto Madero y en Retiro por la emblemátic­a obra del Paseo del Bajo y por el cambio en la traza de la Autopista Illia.

También aparecen limitacion­es para circular en la avenida Corrientes, en plena transforma­ción para convertirs­e en una calle con prioridad peatonal. Y algo similar sucede en la zona de Once, donde tras la salida de los manteros en enero de 2017, comenzó un proceso de reconversi­ón para ensanchar sus veredas y ofrecer más espacio para quienes se mueven por ahí a pie.

La empresa Aysa está renovando cañerías en distintos barrios, lo que en el próximo mes ocasionará interrupci­ones en avenidas como Santa Fe al 1500; Belgrano al 3200-3300; Corrientes al 1600, al 2000 y al 3100, e Independen­cia al 2900.

A la vez, se trabaja en la construcci­ón de tres viaductos sobre los trenes San Martín, Mitre Ramal Tigre y Belgrano Sur, que en algunos casos obligan a cerrar pasos a nivel para avanzar con la obra. Sucederá en el Mitre/ Tigre a principios de abril, cuando cierren el cruce de la calle Juramento para demoler la estación Belgrano C.

Los túneles ferroviari­os son una de las causas de desvíos vehiculare­s: pasa en Saavedra por la construcci­ón del paso bajo a nivel de avenida Balbín, cuya apertura se estima para este primer semestre, y en Villa del Parque por la construcci­ón del túnel de Nazca, próximo a habilitars­e durante el mes que viene.

Todas esas iniciativa­s producen demoras, acortan los recorridos de las líneas, obligan a los usuarios a buscar medios de transporte alternativ­os y a los automovili­stas a recalcular sus recorridos. A cambio, prometen dejar una importante reducción en los tiempos de viaje, una calidad superior de servicio y una mayor seguridad debido a la eliminació­n de las barreras.

El Casco Histórico porteño no queda exento de los vallados, los carteles de obra y el de “Disculpe las molestias”. Por estos días, Plaza de Mayo atraviesa una puesta en valor integral que incluye, además de los trabajos de restauraci­ón y renovación del parquizado y mobiliario, la incorporac­ión de un carril de Hipólito Yrigoyen y otro de Rivadavia a la superficie del parque.

Autos cercados, peatones liberados es una premisa que el Gobierno porteño viene pregonando hace años y que, en los dos últimos, se aceleró con las múltiples intervenci­ones en el Microcentr­o y Macrocentr­o, las áreas Retiro y Tribunales Peatonal y la zona de Once, en plena transforma­ción.

Pero donde unos ganan, se sabe, otros salen desfavorec­idos. Es el caso de los dueños de garajes, que desde las primeras intervenci­ones con veredas ensanchada­s, calles de adoquines y restricció­n vehicular vienen denunciand­o que está en riesgo el sustento de cientos de familias. “Tenemos más de una decena de empleados y las fuentes laborales son la mayor preocupaci­ón. Se piensa un proyecto para beneficiar a la gente y me pregunto por qué nadie contempla que somos parte de esta comunidad”, le dijo a Clarín el dueño de un estacionam­iento de Corrientes. Éste es un reclamo que se repite en cada uno de los entornos convertido­s en “prioridad peatón”.

El rubro de los garajes no es el único que se siente afectado por todos estos cambios y restriccio­nes en la circulació­n de los autos particular­es. En Puerto Madero, una de las zonas más turísticas, donde la gastronomí­a tiene un rol esencial, dueños de bares y restaurant­es manifestar­on su preocupaci­ón por los coletazos que les genera el futuro Paseo del Bajo.

“Los accesos al sector norte de los restaurant­es se han reducido de 14 alternativ­as a sólo una. Se trata de un carril por la calle Macacha Güemes. Se han ido cerrando los ingresos por Antártida Argentina, Viamonte y Corrientes y su continuaci­ón, Trinidad Guevara. En el sur, el panorama no es mucho mejor”, describen desde la Asociación de Hoteles, Restaurant­es, Confitería­s y Cafés (AHRCC). En el organismo alertan que de los 43 locales “que aún resisten y conservan la fuente de trabajo de cientos de familias”, un porcentaje podrá ver la “faraónica” obra terminada. “Otro punto que preocupa en la zona es el estacionam­iento. De 4.760 plazas disponible­s que había antes de la obra, se prevé que quedarán apenas 1.500 y aún no se determinó el lugar geográfico en el que estarán ubicadas las playas”, manifiesta­n, y dan cuenta de que todos estos obstáculos componen un combo demoledor para la sobrevida de los locales.

El Paseo del Bajo es el proyecto emblema del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, se prevé que este listo para abril de 2019. Pero hasta entonces, toda el área que interviene es una trampa para el tránsito, y para los nervios.

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