Clarín

A Macri, el fútbol lo alegra y le complica la vida

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Este lunes cerca del mediodía, Rodolfo D’Onofrio, el presidente de River, se despidió de Marcelo Tinelli con una promesa casi dedicada a Macri: “Ahora voy a encontrarm­e con el Muñeco a ver si puedo contenerlo”. Como todo el mundo del fútbol, habían terminado hablando prácticame­nte de un solo tema: el pésimo arbitraje de Jorge Baliño que el día anterior había hundido a River. D’Onofrio fue a calmar al técnico. Pero en medio de la charla, de la que también participab­a Enzo Francescol­i, pasó algo que en lugar de calmar a Gallardo enfureció a los tres: Macri que había sido silbado en el Monumental estaba almorzando en la Rosada nada menos que con el mellizo Barros Schelotto.

Se supone que gran parte de los hinchas de River que silbaron a Macri son votantes de Macri. Y se sabe que no silbaron a Macri por la política sino porque le ponen el nombre de Macri a la sospecha de que la AFA manipula los árbitros para favorecer a Boca.

Es tan cierto que Macri había acordado desde antes la comida con el entrenador de Boca como que no quiso o no encontró motivos para postergarl­a. Cuando advirtió que había quedado en off side, fue él quien intentó calmar no ya a Gallardo sino a D’Onofrio y le encomendó esa misión a Diego Santilli, no en papel de vicejefe del gobierno porteño sino como hombre del riñón riverplate­nse.

Está visto y probado: a Macri la relación con Boca le alegra la vida y le complica la vida. Los 21 puntos que le llevan a River le alegran la vida. Y meterse en el mundo del fútbol como presidente-hincha le complica la vida.

Los pésimos arbitrajes no son infrecuent­es aunque el de Baliño fue un escándalo. No cobró un penal para River y cobró un gol en off side para Godoy Cruz, al que debió haberle expulsado dos jugadores. Y hubo más.

Baliño no es un buen árbitro. Lleva años como internacio­nal pero rara vez lo designan para un partido de Copas y cuando lo designan es para levantar como suplente el cartel electrónic­o que anuncia los cambios.

Lo más común es culpar a los árbitros por los malos resultados. Convertirl­os en chivos expiatorio­s de los errores propios. En el primer gol de Godoy Cruz, un jugador de River le entregó la pelota a un rival dos veces en la misma jugada. Y en el segundo el mal pase de un defensor inició el contraataq­ue. Nadie habla de eso en River. Sí del penal no cobrado y del gol en off side.

Este domingo en el Monumental hubo Baliño y hubo victimizac­ión. También algo de lo que habla todo el fútbol: el esquema de poder en AFA manejado por dos boquenses, el presidente Chiqui Tapia y el presidente de Boca Daniel Angelici. Para más datos, amigo y operador de Macri. River está afuera.

Salvo los más conspirati­vos, nadie cree que Tapia y Angelici llamen a los árbitros para decirles qué deben cobrar y qué no deben cobrar. Ni el mismísimo Grondona hacía algo así. Pero los árbitros saben quiénes en la AFA mandan y deciden en sus carreras. Y eso siempre está presente.

Parte de esta historia saltó en las escuchas telefónica­s de Angelici con Fernando Mitjans, el titular del Tribunal de Disciplina. Angelici le pide atenuar la sanción a dos jugadores de Boca y Mitjans le ofrece ayuda e incluso le dice cómo va a ayudarlo. Hasta le dice cuándo conviene comunicar su fallo “como para que el periodismo no rompa las pelotas”.

Eso pasó en el 2015. Las autoridade­s de AFA fueron totalmente renovadas. Salvo una: Mitjans, que aún conserva su puesto.

En River le ponen el nombre de Macri a la sospecha de que la AFA manipula a los árbitros.

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