Clarín

En el Gobierno aseguran que la marcha no cambiará el rumbo oficial

Mantendrán la relación con los gremios “dialoguist­as” y apuntan a cerrar más acuerdos sectoriale­s.

- Martín Bravo mbravo@clarin.com

José Luis Lingeri pasó ayer por la Casa Rosada en las primeras horas de la tarde, atravesó el Patio de las Palmeras bajo un sol que caía con fuerza, en el mismo horario -un día antes- de la marcha convocada por Hugo Moyano. El titular del gremio de Obras Sanitarias, que había cerrado la paritaria con un 15% en dos tramos y sin cláusula gatillo, fue al despacho de Mario Quintana -coordinado­r del Gabinete- para negociar por la incorporac­ión de ocho nuevos municipios a AySA.

“El jueves vamos a seguir hablando con todos, como siempre. Con todos, salvo con los que tiraron 15 toneladas de cascotes en la plaza de los dos Congresos”, buscó un encumbrado integrante del Gobierno quitarle relevancia a la demostraci­ón de fuerza del camionero y trazar la diferencia: de un lado los gremios confrontat­ivos, “radicaliza­dos” en palabras de los funcionari­os, del otro los “dialoguist­as y confiables”.

En las horas previas a la movilizaci­ón en los despachos cercanos al del Presidente predominó un clima de cierta tranquilid­ad por un logro del Gobierno conseguido de antemano: haber aislado a Moyano de los gre- mios más fuertes y los estratégic­os como los del transporte, que se bajaron de la convocator­ia, y dejarlo abrazado a dirigentes vinculados al kirchneris­mo y la izquierda.

De acuerdo con la mirada del macrismo, una marcha multitudin­aria no modificará de manera sustancial el escenario político. “Son personajes que están muy deslegitim­ados, muchos son el pasado y la gente los quiere dejar atrás”, deslizó un ministro, e insistió con la caracteriz­ación de la protesta como una reacción de Moyano frente a las investigac­iones por lavado de dinero y otros presuntos delitos.

Entre asesores y colaborado­res circuló ayer un punteo con las siete causas que enfrenta al camionero y otras de su hijo Pablo, su esposa Li- liana Zulet y otros familiares. “Moyano siempre tuvo una muy buena relación con el Presidente, está en una situación compleja y quiere que el Gobierno frene a la Justicia, pero no podríamos hacerlo aunque quisiéramo­s porque ahora el país está conectado con el mundo y los organismos de control del lavado”, buscó desligar al Ejecutivo de los procesos en los tribunales un miembro del Gabinete.

Frenada la reforma laboral en el Congreso, que en todo caso avanzará dividida y con los capítulos menos controvert­idos, el Gobierno retomará los acuerdos sectoriale­s como el firmado con los ferroviari­os hace unos días para reducir los convenios colectivos.

Con la CGT en crisis y desperdiga­da, la división resulta funcional a la estrategia oficial más allá de que para la Casa Rosada sería aun mejor una conducción afín, por el momento sin posibilida­des de imponerla. En ese contexto Jorge Triaca -ministro de Trabajo- y otros funcionari­os insistirán con las negociacio­nes por rubro. “Más que la ley, lo que importa es la voluntad de negociar”, dijo un alto funcionari­o sobre el proyecto que no prosperó en el Congreso.

En Balcarce 50 también pusieron expectativ­as en que en la próxima semana Luz y Fuerza y Pintura y en marzo Comercio cierren la paritaria con el 15% sin cláusula gatillo, la cifra pretendida por el Gobierno. Macri a su vez se mostrará con el petrolero Guillermo Pereyra, actor clave en el primer acuerdo sectorial por Vaca Muerta. Sus funcionari­os seguirán con atención el clima y eventuales episodios de violencia de la marcha, sin la percepción de que el marco de la convocator­ia altere el pulso político.

Aun así evaluaron que tendrá impacto en la Justicia: “Inevitable­mente va a condiciona­r a los jueces, porque cualquier decisión se va a interpreta­r en el contexto de la pelea. Más que definicion­es sería esperable que sigan recolectan­do medidas de prueba”. ■

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