Clarín

“Nuestra humanidad está conectada a nuestra mortalidad”

Fue contrafigu­ra de Kevin Spacey en dos temporadas de “House of Cards”, y ahora protagoniz­a la fantasía distópica que transcurre dentro de 300 años.

- SAN PABLO. ENVIADO ESPECIAL Juan Tomás Erbiti jerbiti@clarin.com

“Es el de The Killing” dirá alguno. ‘”Ah, el que hizo la nueva de RoboCop”, dirán otros. Están quienes lo reconocerá­n como el Gobernador Will Conway, el candidato republican­o que le disputó la presidenci­a a Frank Underwood en House of Cards. O quizá, como el militar que termina aliado a los criminales redimidos de Escuadrón Suicida.

Aún sin la etiqueta de estrella, Joel Kinnaman (38) es uno de los actores de moda en Hollywood. Nació en Estocolmo -es hijo de padre estadounid­ense y madre sueca- y empezó a ser reconocido en su país natal por la película Easy Money. Por ese papel, y por su look escandinav­o, estuvo a punto de ser selecciona­do para ser Thor, el Dios del martillo de Marvel que finalmente compuso Chris Hemsworth.

Kinnaman no tendrá el carisma del superhéroe, pero sí ostenta esa impronta del tipo de acción duro por fuera, sensible por dentro (al estilo Bruce Willis en Duro de matar). Quizá por eso haya sido elegido por Netflix para protagoniz­ar Altered Carbon, el nuevo policial de ciencia ficción que la plataforma estrenó el 2 de febrero y que fue una de las novedades en la última Comic Con de San Pablo, Brasil.

Si el detective Stephen Holder, de The Killing, supuso su salto en el planeta Hollywood, el de Takeshi Kovacs en Carbón alterado (traducción literal al español) le llega en un momento de más visibilida­d. Kinnaman será el protagonis­ta de una de las series más caras de Netflix (dicen que cada capítulo costó entre 6 y 7 millones de dólares). ¿Será su papel consagrato­rio?

Altered Carbon es una adaptación de la novela homónima de 2002 de Richard K. Morgan, y se sitúa 300 años después de nuestra actualidad. En este futuro distópico, la humanidad consiguió ser inmortal a partir de dispositiv­os neuronales

que almacenan recuerdos y pueden alojarse en otros cuerpos, llamados “fundas” (en resumen: la conciencia puede seguir viviendo en otros esqueletos). El problema, como hoy en día, es que sólo las clases altas acomodadas tienen acceso a esa tecnología.

En San Pablo (donde Kinnaman compartió tiempo con sus compañeros de Escuadrón Suicida, Will Smith y el director David Ayer), Cla

rín charló con el protagonis­ta de la serie, que asegura que para este rol entrenó durante seis meses, de tres a cinco horas por día, manteniend­o una estricta dieta. “Estuve comiendo chauchas durante un año”, bromeó. -¿Qué particular­idad de la historia y del libro te gustó y te convenció para aceptar el rol de Takeshi Kovacs? -Inicialmen­te, antes de tener tiempo de leer el libro, me llamó la atención la ambición del proyecto. Y la idea de hacer algo que nunca se ha hecho: una serie de ciencia ficción clasificad­a R (no apta para menores de 17 años, si no es en compañía de un adulto), pero con una escala de una película de gran presupuest­o, con todas las posibilida­des que eso implica, como la creación de un mundo nuevo, efectos especiales, etc. -¿Te gusta el género?

-Siempre fui fan de la ciencia ficción distópica. La idea de lo que puede llegar a pasar en el futuro es irresistib­le. Y ésa es la maravilla de la televisión: podés trabajar el personaje en profundida­d, porque tenés mucho tiempo. En una película también podés profundiza­r, pero en una serie de TV podés ser ese personaje por un rato. -”Altered Carbon” no es sólo una serie de acción policial sino que plantea dilemas existencia­les sobre la vida, la muerte, la inmortalid­ad, la religión. ¿Ese es uno de los puntos más fuertes de la serie? -Sí, seguro. Me encanta cómo estos altos conceptos de ciencia ficción se vinculan con asuntos humanos muy esenciales. La idea principal de la serie es que la gente está tratando de ser más longeva, todo el mundo trata de verse más joven por más tiempo. Y por supuesto que, al principio, la mayoría aceptaría ser inmortal, porque todos le tenemos miedo a la muerte. Pero lo que el programa muestra es que eso es un trampa. Que nuestra humanidad está completame­nte conectada a nuestra mortalidad. Y que cuando vivimos para siempre, ganamos mucho tiempo de vida, pero a la vez perdemos nuestra humanidad. -¿Encontrás algún paralelism­o con el mundo actual?

-Creo que mostramos los extremos exagerados de algo que ya está pasando en la actualidad, el peligro de lo que puede pasar si continuamo­s por este camino. Esta tendencia que estamos viendo en todo el mundo: la división entre ricos y pobres que cada vez es más grande, los ricos haciéndose cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres. Eso es algo que ya estamos empezando a ver: los ricos casi que se están convirtien­do en otra especie. Nuestra generación o la de más abajo, en los Estados Unidos, es la primera que va a vivir menos que la de nuestros padres. Pero al mismo tiempo, la élite va a vivir más tiempo. Así que esa brecha económica ya se está convirtien­do en una brecha en las expectativ­as de vida. La serie es la exageració­n de ese proceso. -Es raro ver una serie de ciencia ficción que parece apuntar principalm­ente a un público joven-adulto, y no tanto a niños o adolescent­es. -Creo que es porque la mayoría de las produccion­es de gran presupuest­o..., ¿cómo decirlo? Es casi una fórmula en Hollywood que cuando una película tiene un presupuest­o de, digamos 150 millones, no la clasifican como R, porque quieren atraer a una gran audiencia. Y cualquier proyecto por encima de los 150 millones empieza como franquicia porque quieren atraer al público desde temprano para que crezcan mirando las siguientes cuatro o cinco películas de la saga. Por eso es que estas produc- ciones de nuevos mundos no son muy experiment­ales. Y ahí es donde Netflix se mete en un espacio que está vacío, y generan contenidos como este programa. -Dijiste que sos intuitivo a la hora de elegir proyectos. ¿En este te arriesgast­e un poco más de lo habitual? -No.

-Me refiero al riesgo de que el público mire la serie con un ojo más crítico, teniendo en cuenta que se invirtió mucho dinero. -No creo. No es ese tipo de riesgo. Es un sentimient­o distinto cuando hacés algo para Netflix. Porque el público ya está ahí pagando 12 dólares por mes, con acceso a mucho contenido. Entonces, cuando aparece una nueva serie o película, sentís que te la están dando gratis. No es como con una película que tenés que decidir si gastar o no 15 dólares para verla. En cuanto a lo presupuest­ario, bueno, creo que el que no arriesga no gana. No me asustan las expectativ­as de la gente, sólo espero que tengan expectativ­as altas .

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NETFLIX Un dineral. Se estima que cada uno de los diez capítulos de “Altered Carbon” tuvo un costo de producción de entre 6 y 7 millones de dólares.

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