¿Qué pasaría si fuéramos inmortales?
Basada en la novela ciberpunk de Richard K. Morgan, y creada por Laeta Kalogridis ( La isla desierta), Altered Carbon es una ambiciosa historia de acción e intriga policial que plantea posiciones filosóficas y sociopolíticas de hoy, con sus probables consecuencias 300 años después. En el siglo XXIV, la sociedad ha sido transformada por las nuevas tecnologías: la conciencia puede ser digitalizada, los cuerpos humanos son intercambiables y la muerte ya no es permanente. Takeshi Kovacs (Kinnaman) es el único soldado sobreviviente de los Envoy, un grupo élite de guerreros interestelares que fueron derrotados en un levantamiento contra el nuevo orden mundial. Su mente fue encarcelada, “congelada” por siglos, hasta que Laurens Bancroft (James Purefoy), un hombre sumamente adinerado y longevo, le ofrece a Kovacs la posibilidad de volver a vivir. A cambio, Kovacs debe resolver un asesinato: el del propio Bancroft.
Con una estética que parece homenajear a clásicos del género como Blade Runner o El vengador del futuro, la serie atrapa desde la espectacularidad de las escenas de acción y los efectos especiales, en un mundo tan híper desarrollado que los organismos de inteligencia artificial están considerados tecnología vetusta. En un comienzo, puede que sea complicado decodificar la gran cantidad de información necesaria para explicar este hipotético planeta futuro, algo recurrente en libros de ciencia ficción llevados al cine o a la televisión. Pero el propio devenir de la historia, amenizada por sub tramas -las otras vidas de la familia Bancroft, el pasado de Kovacs como Envoy, entre otras-, van involucrando al espectador de a cuentagotas.