Moyano se queda sin jugadas, pero al Gobierno le quedan varias
La escalada. El sindicalista no tendría espaldas para seguirla. La Rosada analiza opciones y apuesta a una fisura en Camioneros. Inminente resolución para OCA.
había conseguido que los llamados “Gordos” e “Independientes” y otros gremios estratégicos como los del transporte se bajaran de la convocatoria, con el argumento de la fuerte presencia kirchnerista o que se trata de una disputa personal entre el camionero y el Presidente. La relación se deterioró el año pasado, cuando la empresa OCA -vinculada a Moyanoquedó contra las cuerdas y Pablo Moyano se opuso al proyecto de reforma laboral del Gobierno. El ex titular de la CGT enfrenta investigaciones por presunto lavado de dinero y desvío de fondos del sindicato y de OCA a empresas manejadas por su mujer Liliana Zulet y otros familiares.
Por momentos Moyano le habló directamente a Macri: “No siga llevando adelante políticas que hambrean”. Con ese verbo insistió en buena parte de su discurso: “Hambrean a los jubilados, a los niños, a los trabajadores y a los que no tienen trabajo. Los ataques que recibimos es para tratar de destruir la defensa que tienen los trabajadores, que son las organizaciones gremiales”. A diferencia de lo que había dicho hace poco, no insistió con que al Gobierno le quedaba “poco tiempo”.
De acuerdo con lo que transmitieron voceros oficiales, Macri no lo escuchó: llegó de Entre Ríos a la Quinta de Olivos unos minutos antes de que arrancara el discurso e inició reuniones en su despacho. Aun así los principales funcionarios estuvieron pendientes y al terminar difundieron una serie de datos económicos para replicar las críticas. “Todos tenemos que dar respuestas cuando la Justicia lo demanda”, dijo Jorge Triaca, ministro de Trabajo. El Presidente había cuestionado, antes del acto, los “comportamientos mafiosos”.
En el comienzo el camionero dejó que se escuchara la advertencia: “Si lo tocan a Moyano, les paramos el país”. Luego puso un freno cuando desde el público empezaron a insultar a Macri. “No, no hace falta”, cortó. El verde del escenario -montado a espaldas del Ministerio de Desarrollo Social- y predominante en sus alrededores reflejó que fue un acto de Camioneros: ocuparon los carriles centrales de la 9 de Julio, con inflables y dos imágenes gigantes de Hugo y Pablo Moyano. A pocos metros banderas con los rostros de Evita y Juan Perón, Néstor Kirchner y el Che Guevara también mostraban la confluencia estrenada en la jornada. Sobre Bernardo de Irigoyen se ubicaron las organizaciones sociales y sobre Lima las CTA y agrupaciones de izquierda. Al final sonó la marcha peronista.
“No venimos a amenazar. No somos golpistas como fueron ellos, o aliados de los golpistas. Somos luchadores y vamos a luchar incansablemente hasta que reconozcan los derechos de los trabajadores argentinos”, dijo Moyano sobre el final, cuando se refirió al próximo turno electoral. ■ Ocurrió apenas tres horas antes de que Hugo Moyano se subiera al escenario. En una última estocada que el Gobierno se tenía guardada para dejar al desnudo la soledad del jefe camionero en el mundo sindical, el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, recibió en su despacho al panadero Abel Frutos, a quien hasta ayer mismo se suponía moyanista de paladar negro. El mismo Ministerio de Trabajo hizo circular a velocidad del rayo la fotografía del encuentro.
Con solo hacer un superficial repaso de la foto del palco se puede ver quienes son los pocos aliados que le quedan a Moyano: la CTA, un puñado de gremios K y los movimientos sociales. Algunos de esos sectores venían clamando por la convocatoria a un paro general, pero el sindicalista los dejó con las ganas.
Sus aliados, incluso, pedían hacer la protesta en la Plaza de Mayo, en las narices del Gobierno. Pero tiem- pista innato, Moyano no aceptó. Empezó en la 9 de Julio. Por lo mismo, era improbable que ayer convocase a una huelga: el manual le marca que debe aguardar la jugada del Gobierno.
Aunque su escalada se multiplique, quizá tampoco más adelante convoque a un paro general. De ocurrir, y mantenerse el actual escenario, se vería lo deshilachado que está su poder. Suena paradójico: detenta una fuerte capacidad de movilización - lo volvió a dejar en claro ayer-, pero en un paro solo podría garantizar que no circulen camiones. El transporte de pasajeros y las fábricas funcionarían.
Se desconoce aún cuál podría ser el siguiente movimiento de Moyano. Entre sus ex aliados y en el Gobierno entienden tras la marcha casi no le quedan jugadas. Podría iniciar un plan de lucha de su gremio, pero habría que ver con qué argumento. Correría el riesgo de que le declaren ilegal la medida de fuerza.
Al Gobierno, en cambio, le quedan en su mano varias barajas. La primera es OCA. El martes representan- tes de la empresa pidieron que se les dieran 60 días más para alcanzar una solución. Ayer, Clarín consultó en Gobierno si era viable el pedido: “De ninguna manera”.
De ser nomás cierto, la empresa tendría plazo hasta el próximo jueves para regularizar su situación con la AFIP. “Si no ponen la plata, OCA perderá la licencia para operar en el mercado postal”, dijo un integrante del gabinete de Macri.
Sería el tiro de gracia para la compañía. Perdería la posibilidad de distribuir cartas (la parte más jugosa del negocio) y quizá también paquetes, según está analizando por estas horas el ENaCom.
De ocurrir, la quiebra de la firma estaría a la vuelta de la esquina, advierten quienes creen que se debe ir a fondo contra Moyano. Según versiones, el vicejefe de Gabinete Mario Quintana tendría en carpeta un esquema para absorber a gran parte de los 7.000 trabajadores de OCA en caso de que la firma se cayera.
Entre paréntesis: esa eventual quiebra podría tener derivaciones en la Justicia Penal, que se suma- rían a la tormenta judicial que enfrentan Moyano y su familia.
Pero Moyano no mencionó ayer a OCA. Medio discurso se le fue con su propia situación. Dijo que no estaba implicado en ningún “problema de corrupción”, que no poseía dinero en el exterior, que no temía ir preso. Cerró con una advertencia: “Vamos a luchar incansablemente”.
Más allá de sus opciones, habrá que ver cuánta nafta le queda para seguir la pelea. Se dice que en la conducción de Camioneros habría una fisura y que la administración macrista estaría operando ahí bajo la premisa de que los coroneles de Moyano tendrían mucho para perder.
Aunque Pablo Moyano fogonea la recreación de un MTA ( el movimiento sindical desde el que, en los 90, su padre enfrentó a Carlos Menem), hoy asoma difícil que Hugo Moyano se abra de la CGT. Significaría quedar más aislado y sin el paraguas de la central. Ayer, el moyanista Juan Carlos Schmid habló por teléfono con dirigentes cegetistas: les anunció que la decisión del sector es buscar la unidad cegetista. ■
Macri no oyó el discurso de Moyano: a esa hora mantuvo reuniones en la Quinta de Olivos.