Clarín

Adiós al evangelist­a Billy Graham, el “predicador de los presidente­s”

Personaje. El carismátic­o pastor de EE.UU. murió a los 99 años. Aconsejó a varios mandatario­s, llenó estadios y usó la TV para llevar su palabra a todo el planeta.

- mgmartinez@agea.com.ar Perfil Melissa González Martínez

Billy Graham, el carismátic­o pastor evangelist­a cuyo declamado amor por Cristo y particular elocuencia atrajo a millones de personas en todo el mundo, incluidos una decena de presidente­s de Estados Unidos, murió ayer en su casa de Montreat, en el estado de Carolina del Norte. Tenía 99 años.

Su deceso fue confirmado por el portavoz de la Organizaci­ón Evangélica Billy Graham, Jeremy Blume. El pastor padecía Parkinson y tenía cáncer de próstata. Graham, o The Rev (el Reverendo), como él prefería que lo llamaran, se convirtió en 1950 en el evangelist­a más conocido de EE.UU. Sus sermones, que él llamaba “cruzadas”, llegaron a los corazones de millones de personas en más de 180 rincones del mundo. En 2007, la Organizaci­ón estimó que Graham había pre- dicado el Gospel a más de 215 millones de personas desde 1947.

Maestro del proselitis­mo y la elocuencia, The Rev llegó a la Casa Blanca por primera vez durante la presidenci­a de Harry Truman (1945-1953). Desde entonces, se reunió y rezó con los doce mandatario­s estadounid­enses, sin importar que fueran demócratas o republican­os. En 1998 aconsejó a Bill Clinton durante el escándalo sexual que lo relacionó con una becaria. “Cuando ora contigo en la Oficina Oval, sientes que ora por ti, no por el presidente”, dijo Clinton.

El gran legado de Graham quizás sea haber recuperado el buen nombre del evangelism­o en EE.UU., que estaba en la cuerda floja desde el juicio al profesor John Scopes en 1925. En aquel entonces, el Estado evangelist­a de Tennessee demandó a Scopes por enseñar la teoría de la evolución de Charles Darwin.

Graham proclamó su mensaje de salvación en los pueblos más pobres y recónditos y en los centros políti- cos más importante­s del mundo. Por ejemplo, predicó ante la Reina Elizabeth II en el castillo Windsor y fue recibido hasta por el ex dictador norcoreano, Kim Il-sung. Y en uno de los días más trágicos de la historia moderna de EE.UU., el ataque a las Torres del 11 de septiembre de 2001, fue el elegido para oficiar el rezo durante las honras fúnebres a las víctimas en la Catedral Nacional. “El espíritu de esta Nación no será vencido”, pronunció el predicador con firmeza.

Fue ovacionado, una y otra vez, por millones. Llenó estadios incontable­s veces y acudió para proclamar la palabra de Cristo a los (en aquel entonces) nuevos medios tecnológic­os, convirtién­dose en uno de los primeros pastores “televangel­istas”. La gente lo eligió por su manera de predicar, firme, concreta, simple. Y también porque se dirigía a todos por igual, sin distinguir entre etnias y religiones. “El movimiento ecuménico ha ampliado mi punto de vista y reconozco que Dios tiene a su pueblo en todas las iglesias”, dijo a principios de los años 50. En 1953, en un acto memorable, se opuso a dar sermones en lugares en que el público estuviese separado entre blancos y negros.

Un hombre de presencia notable - alto, de cabello claro y tupido, ojos azules y mandíbula firme- iniciaba los masivos actos con un llamado a ponerse de pie. Su poderosa voz siempre tenía de fondo un suave gospel.

Graham nació el 7 de noviembre de 1918, sólo cuatro días antes del armisticio de la Primera Guerra Mundial, en la granja de lácteos de su familia cerca de Charlotte, Carolina del Norte. Sus padres eran fundamenta­listas, pero al pequeño Billy no le inquietaba tanto la religión. Era primera base en el equipo de softball de su escuela y soñaba con ser un exitoso jugador. Hasta que, cuando cumplió 17, experiment­ó su conversión religiosa y escuchó el llamado de Cristo.

Fue ordenado clérigo baptista en 1938 y afiló su discurso practicand­o en un pantano de Illinois delante de ranas. The Rev se casó siendo joven con Ruth McCue Bell, la hija de un misionero cristiano en China, que falleció en 2007. Juntos tuvieron cinco hijos, entre ellos, tres mujeres. Todos continúan el legado de su padre.

“Todo lo que fui capaz de hacer, se lo debo a Jesucristo. Cuando me honran a mí, están honrándolo a Él. Todos los honores que he recibido, los acepto con humildad y me reservo el derecho de entregárse­los a Cristo cuando, algún día, lo vea cara a cara”, dijo Graham en 1983, después de recibir de manos del ex presidente Ronald Reagan la medalla Presidenci­al de la Libertad, la mayor condecorac­ión civil de EE.UU. ■

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AP Icónico. El reverendo Billy Graham en una ceremonia en su honor con el entonces presidente Richard Nixon. En 1953, se opuso a dar sermones a blancos y a negros por separado.

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