Clarín

Una grata sorpresa que hay que cuidar

- Ricardo Braginski rbraginski@clarin.com

Las escuelas rurales fueron noticia el año pasado y por una sorpresa: la buena performanc­e de los chicos de la primaria en las pruebas Aprender. De los 6.308 colegios rurales vulnerable­s que participar­on de la evaluación, 3.911 superaron el promedio nacional, esto es: el 62%. Y en matemática, fue más el porcentaje de chicos rurales de la primaria que superaron los objetivos de esa materia que los chicos de la ciudad.

Estos resultados hicieron que tanto expertos como funcionari­os pusieran la mirada en este modelo de escuela. ¿Qué caracterís­ticas especiales tienen para que, aún con sus carencias, obtengan mejores resultados y vayan mejorando en los aprendizaj­es? ¿Hay algo que pueda inspirar a las escuelas urbanas, tan castigadas últimament­e?

Y las diferencia­s saltaron a la vista. Como son pocos los chicos, en esas escuelas se trabaja con un modelo “plurigrado” (cursos que reúnen chicos de distinto grado y edad). Esto hace que los docentes sigan las trayectori­as escolares y focalicen más en cada alumno. Y que trabajen con proyectos interdisci­plinarios. También suele haber allí un mejor “clima escolar”, acompañado por un mayor compromiso de las familias, que valoran más la educación. Muchos de estos conceptos son los que guían la reforma de la secundaria que se implementa­rá en todo el país a partir de este año. La medida de reubicació­n de alumnos que anunció ayer la Provincia tiene lógica, desde el momento que se trata de escuelas que tienen menos de cinco alumnos. Es cierto: es difícil que se pueda trabajar bien y que pueda haber buen “clima escolar” cuando hay solo un alumno, o apenas dos, en la escuela. Tiene sentido que se agrupen con otros. Pero atención con seguir avanzando con escuelas con algo más de alumnos. El “modelo rural” sorprendió precisamen­te porque eran pocos los chicos. No sea cosa de que estemos atentando contra uno de nuestros mejores futuros.

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