Clarín

Andar por los 60 años no nos hace iguales

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Se sabe: hay distintas formas de vivir y de envejecer. La madurez de los 60 puede ser el tiempo de capitaliza­r la experienci­a y el conocimien­to acumulados o de malgastar la experienci­a y el conocimien­to acumulados. Cada cual elige. Aunque los 60 dejan menos excusas para justificar errores y a la vez otorgan más mérito a quienes tienen ganas de seguir creciendo.

Una elección es la que ha hecho Alejandro Roemmers, con padre en la lista de multimillo­narios de Forbes que decidió adelantarl­e en cuotas la herencia. Estamos hablando de muchísima plata. Alejandro acaba de cumplir 60 y se le ocurrió festejarlo en Marrakesh con nada menos que 600 invitados. Una fiesta de 6 millones de dólares a la que llamó espiritual sólo porque allí Saint Exupéry concibió El Principito.

Lo que muestran las fotos tiene bien poco de espiritual. Alojamient­o en hoteles de super lujo y paseos en camello y cuatricicl­os por el desierto con carpas para el refrigerio. Y la fiesta mayor: Oriental Party Black and White con cierre de fuegos artificial­es y la actuación entre otros de Ricky Martin. “Quiero que seamos un oasis de paz y amor en un mundo tan convulsion­ado”, se entusiasmó Alejandro. Lo del mundo convulsion­ado está claro. Pero eso del oasis sólo se entiende porque estaban en medio del desierto.

Una elección muy diferente es la del cerrajero y astró- nomo aficionado Víctor Buso, que estos días también salió en un montón de fotos pero no de las revistas de ricos y famosos. Buso es un entusiasta de ese raro entusiasmo que prende en pocos: observar y fotografia­r galaxias y planetas. Consiguió lo que no consiguier­on astrónomos profesiona­les ni telescopio­s robotizado­s repartidos por el mundo: captar los primeros instantes de la explosión de una supernova.

Buso no tiene 60, tiene 58. Su esposa es maestra y viven en una casa de clase media en la zona sur de Rosario. Vendió un terreno para comprar los equipos y montar el telescopio en la terraza. La revista científica Nature publicó y celebró su descubrimi­ento. Y él dijo: “Es como ganar una lotería cósmica”. Las fiestas pasan. Y a su manera Buso pasará a la historia.

Tercer caso, el de Juan Carlos Olenczuk. No es ni millonario ni ha hecho fiestas en Marruecos. Y jamás saldrá en Nature. Anda por los 65 y es médico. Su descubrimi­ento fue conseguirl­es licencias psiquiátri­cas truchas a un centenar de docentes bonaerense­s en apenas diez días. Consiguió un par de cosas más: agregarle plata a la montaña de plata que la Provincia gasta en suplencias y hacerles perder días de clase a los chicos, que es tanto o más grave. Antecedent­es no le faltan: fue procesado por adulterar certificad­os médicos y detenido por declarar insana a una anciana y mandarla a un geriátrico para que familiares se quedaran con su casa. Tampoco le falta consultori­o: atendía en uno del Soeme, el gremio de Marcelo Balcedo, detenido por corrupción en Uruguay.

¿En qué se parecen Roemmers, Olenczuk y Buso? Por lo que se ve en poco, en andar por los 60. Y el resto directamen­te en nada.

Cómo eligieron envejecer un super millonario, un astrónomo aficionado y un psiquiatra trucho.

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