Clarín

La Corte y el Gobierno corren detrás de la demanda social

- Claudio Savoia csavoia@clarin.com

Las sonrisas serán sinceras, tanto como las buenas intencione­s de los planes que Ricardo Lorenzetti abrirá a discusión el 6 de marzo, cuando inaugure el año judicial. Frente a él, en los primeros asientos, el ministro de Justicia Germán Garavano asentirá satisfecho al escuchar la enumeració­n de ideas, concordant­es con su propio plan de reformas estructura­les, Justicia 2020.

Los aplausos no podrán esconder, sin embargo, las tensiones y pulseadas que el Gobierno y la Corte vienen teniendo desde el año pasado, justamente por la orientació­n y la profundida­d de los cambios urgentes que la sociedad demanda a gritos -literalmen­te, por ejemplo en las dos marchas sobre Comodoro Py y el palacio de Tribunales en junio y agosto pasado- sobre el funcionami­ento y los resultados de la gestión judicial.

Corruptos sueltos, injustific­ables bolsos preñados de dólares, procesos infinitos, detencione­s y excarcelac­iones a repetición pero sin explicació­n, asesinos y ladrones con múltiples reincidenc­ias colorean un panorama embarazoso para los agentes judiciales y oficiales. Con sus planes y propuestas, unos y otros vienen corriendo desde atrás para calmar con alguna respuesta aquel incendio.

Pero no es fácil. Los cambios que podrían torcer -o mejor dicho enderezar- el rumbo deberían ser estructura­les, y por eso mismo llevará tiempo concretarl­os. ¿El riesgo? Los jueces son expertos en el uso del calendario para enfriar cualquier brasa caliente. Las pruebas están a la vista.

No es todo: cuanto más profundas sean las variacione­s, más serán los intereses y poderes que eventualme­nte podrían tocarse. Bajo el agua, pueden adivinarse las resistenci­as de muchos magistrado­s -no de todos, por supuesto- a la pérdida objetiva del control de las causas del que hoy gozan, cuando se concrete el pasaje del sistema procesal inquisitiv­o, con el que hasta hoy dirigen las investigac­iones, al sistema acusatorio, que trasladará esa tarea clave a los fiscales. Tras idas y vueltas, esa modificaci­ón comenzará a aplicarse en las provincias del norte argentino y seguirá sumando distritos hasta llegar al fuero federal porteño, escenario de los casos de corrupción que involucran a funcionari­os nacionales.

Otro de los cambios aceptados por Lorenzetti -tras una discreta propuesta del Ejecutivo y el sutil envión que sopló desde el Consejo de la Magistratu­ra- es la progresiva utilizació­n del expediente electrónic­o en los juz- gados: aunque suene cavernícol­a, las notificaci­ones, audiencias, indagatori­as y resolucion­es aún se plasman en papel, y cada movimiento tiene largos plazos de ejecución , que a su vez muchos jueces siquiera respetan. Una pista: dos de los once fiscales brasileños de la mega operación anticorrup­ción Lava Jato señalaron ante Clarín al expediente electrónic­o como una herramient­a clave para el éxito de las investigac­iones y la velocidad de las condenas.

Otros cambios más sencillos aliviarán el malhumor social, aunque en tribunales los resistan con todas las artes posibles. La extensión de la jornada laboral a ocho horas y algún eventual recorte de las vacaciones responderí­an a un pedido de Macri, y evitarían lo que varios jueces temen como un mal mayor: la limitación del ingreso de parientes al Poder Judicial y el pago del impuesto a las Ganancias, por ejemplo. ■

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