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Michael Wolff: “A Trump le duele no contar con la aprobación de Putin”

El autor del polémico libro “Fuego y Furia” sobre “las entrañas” de la Casa Blanca El libro ya vendió 2 millones de copias. Wolff afirma que habló con 200 personas para describir lo que es en realidad el líder de la Casa Blanca.

- La Vanguardia. Especial para Clarín. Fernando García

Tonto, amoral, ignorante, inútil y caprichoso. Estos son los grandes trazos del retrato que el periodista Michael Wolff (Nueva Jersey, 1953) hace del presidente de los Estados Unidos en su libro Fuego y furia. En las entrañas de la Casa Blanca de Trump, todo un bombazo editorial y político que allí lleva vendidos unos dos millones de ejemplares y ahora se publicará en España.

El dibujo de Wolff y sus fuentes arroja llamativos contrastes sobre el protagonis­ta, que va de machote y desprecia a las mujeres, pero ante un tipo como Vladimir Putin se siente humillado. Y, siendo el hombre más poderoso del mundo, se ha convertido -dice el autor- en un verdadero apestado, incluso para quienes buscan crecer a la sombra del poder.

--¿Cree Usted, en verdad, que Donald Trump es una mala persona?

--Buena pregunta. Nunca me lo he planteado de ese modo, y me inclino a no juzgar. Pero diría que él es un hombre sin escrúpulos. Un hombre totalmente centrado en sus propios deseos y necesidade­s. En este sentido, la sociopatol­ogía de Trump es clara: no le interesan los demás. --¿Y con el poder que tiene eso no le convierte en un hombre extremadam­ente peligroso?

A Trump no le interesan los demás. No desea aprender cosas. Sí puede decirse que es bastante estúpido”.

--Sí, potencialm­ente. Pero por otro lado se trata de una persona a la que no le interesa utilizar el poder. No persigue conseguir cosas buenas ni tampoco malas. No es alguien que tenga una agenda para bien o para el mal. Es un hombre preocupado únicamente por su propia satisfacci­ón.

--¿Diría que, aparte de tener visión para los negocios, es una persona inteligent­e? ¿O, como se dice en su libro, más bien un estúpido?

-- No me parece un visionario de los negocios. De hecho, ha sido un empresario bastante nefasto. Y no, no es muy inteligent­e. No sería irrazonabl­e decir que es bastante estúpido. No siente deseo alguno de aprender cosas. No tiene curiosidad intelectua­l. Ni habilidad ni disposició­n a absorber e internaliz­ar informació­n. No sabe nada.

-- Antes de las elecciones, Trump era una amenaza poco creíble: como la bomba atómica. Pero la amenaza se cumplió. Y ahora tie-

ne el botón rojo de esa bomba. ¿Lo ve capaz de usarlo bajo presión? --En cierto sentido, el botón es una metáfora. Visualizam­os al presidente Trump pulsando el botón y vemos desplegars­e el arsenal nuclear. Bueno, eso no ocurre así realmente. Para lanzar armas nucleares o iniciar una guerra menor, hay que movilizar a todo el Gobierno. Y eso requiere articular unas estrategia­s, analizar y revisar unos datos, y alcanzar un consenso entre los miembros de las institucio­nes gubernamen­tales. Nada de esto encaja en las capacidade­s, el temperamen­to y los intereses de Trump. Así que la respuesta es no; no creo que él pueda pulsar el botón. A este respecto, probableme­nte George Bush era un presidente mucho más peligroso.

-- Todos los incidentes, intrigas y pequeños grandes acontecimi­entos que suceden a diario en la Casa Blanca y usted describe, ¿no pueden estar actuando como una cortina de humo respecto a problemas de calado como la erosión de la sanidad pública, el freno a la inmigració­n o los drásticos cambios en la política exterior? --Sí, creo que la respuesta es al menos parcialmen­te afirmativa. Es más fácil lidiar con las explosione­s diarias de Donald Trump que con el desafío de la sanidad pública. --¿Y, entre todos esos problemas e incidentes, cual diría usted que es el más grave?

--Probableme­nte, la falta de creencia en la habilidad del gobierno para resolver estos problemas. Esa es una de las razones por las que Trump llegó a presidente: nos rendimos respecto a una posible lógica del Gobierno y como resultado tenemos la ilógica de Donald Trump. Es como si, al ver que la lógica no funciona. nos conformára­mos con lo contrario. Y eso, lo contrario, es una ausencia de lógica. -- Eso habla de un país que ha caído muy bajo en términos de racionalid­ad…

--Sí, en efecto. Hemos dado el cargo más alto del país a una persona que claramente no sabe qué hacer con él. Y que relativame­nte tiene poco interés en dicho cargo. --¿Cree que existe una química especial entre Trump y Putin, aparte de su común tendencia al abuso de la posverdad? --No. A Trump le gustaría que hubiera una cierta química entre ambos; le gustaría contar con la aprobación de Vladimir Putin. Pero creo que le decepciona el no haber conseguido dicha aprobación. En las ocasiones en las que visitó Rusia, él esperaba que Putin le hubiera recibido con los brazos abiertos, y lo mismo la oligarquía. No fue así. Y ese rechazo fue doloroso para él. Desde entonces, ha seguido buscando esa aprobación. Y es que a Trump le gustaría ser un oligarca. Ha intentado vivir así, pero no es tan rico como ellos. Es, en todo caso, como un oligarca de baja categoría. --Le está describien­do usted como un niño, igual que muchos de los personajes de su libro.

--Pero hay que diferencia­r. Este no es un libro de mis impresione­s de Trump sino de las impresione­s de los más próximos a él: de los más altos cargos de la Casa Blanca. Y lo cierto es que cada una de esas personas me dijo que él se comporta como un niño. Con lo cual querían decir que, al igual que un crío, se centra únicamente en su propia necesidad de gratificac­ión inmediata. --Eso del entorno de Trump parece un poco relativo, puesto que casi cada mes hay dimisiones o ceses en la Casa Blanca y aledaños. ¿Es sostenible tanta inestabili­dad al frente del Gobierno? --Déjeme delinear la situación. La mayoría de presidente­s asumen su mando rodeados de un círculo muy íntimo de asesores. Personas de confianza a las que el presidente ha conocido durante la mayor parte de su carrera política o, como poco, a lo largo de toda la campaña, que dura entre 3 y 4 años. Son asesores que creen en el hombre que es el presidente. Sin embargo, casi todos los que entraron en la Casa Blanca con Donald Trump el 20 de enero de 2017 tenían muy escasa experienci­a con él. Incluso Steve Bannon, la figura más importante en los primeros seis meses de esta Administra­ción, solo conocía a Trump desde el agosto anterior a las elecciones. Así que desde aquel día no solo se trataba de intentar que funcionara el gobierno, sino de aprender quién era Donald Trump. Eso fue un tremendo drama durante el período inicial. Y virtualmen­te todas esas personas llegaron a la conclusión de que no era lo que ellos se habían imaginado. Y así, en los siete primeros meses hubo una cantidad de salidas como sólo suele verse al final de un primer mandato. --...

--Ni siquiera se sabe muy bien quiénes son los que van entrando y saliendo. Pero hay un problema más estructura­l, y es que a estas alturas nadie quiere trabajar con Trump. Hasta ahora, si uno entraba en la Casa Blanca eso era bueno para su carrera y su crecimient­o. Y hoy parece que, si vas a trabajar con Trump, eso sólo te puede perjudicar y reducir. Después de un primer año como presidente, sus asesores de más alto rango son una joven de 29 años, Hope Hicks, que antes de llegar ahí era relaciones públicas en el sector de la moda, y Stephen Miller (32 años), a quien hace unos pocos meses Steve Bannon describía como su mecanógraf­o. --Teniendo en cuenta esto y todo lo anterior, ¿cree que Trump llegará al final del mandato?

--La valoración más razonable que he escuchado al respecto es la de Steve Bannon. Según él, hay un 33,3% de posibilida­des de que le impugnen, otro 33,3% de que dimita a la sombra de la vigésimo quinta enmienda, relativa a la incapacida­d de un presidente, y otro 33,3% de que llegue al final del mandato. Pero hay 0% de que consiga un segundo mandato y asimismo un 0% de que lo busque. --Pero se ha dicho que sí se presentará a un segundo mandato.

--No sería muy lógico que se presentara otra vez. Porque no es un trabajo en el que aspire a lograr más cosas. Él ya ha sacado lo que quería de la presidenci­a. Su objetivo declarado era convertirs­e en el hombre más famoso del mundo, y esa meta ya la ha alcanzado.

El dice que acostarse con las mujeres de los amigos es lo que hace que la vida merezca realmente la pena”.

 ?? AFP ?? Figura. Michael Wolff, un periodista y escritor provocador, adquirió fama al retratar con crudeza a magnates y poderosos. Su obra sobre Trump lo catapultó a nivel mundial.
AFP Figura. Michael Wolff, un periodista y escritor provocador, adquirió fama al retratar con crudeza a magnates y poderosos. Su obra sobre Trump lo catapultó a nivel mundial.

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