El goleador de la Superliga nació en Montevideo y jugó en 15 clubes de nueve países
El uruguayo es la figura de Patronato y alcanzó al lesionado Benedetto en la tabla. Mide 1.87 y el 11/3 cumple 30 años.
Volvió Tevez a Boca, llegó Pratto a River, también pegó la vuelta para ayudar a Vélez un ídolo como Zárate. Independiente sacó la billetera y contrató a Silvio Romero. En Racing disfrutan los últimos meses de Lautaro Martínez. Pero en la cima de la tabla de goleadores aparece Sebastián César Helios Ribas Barbato. Uruguayo. Nacido hace 29 años en Montevideo. Le faltan tres centímetros para llegar al 1.90 de estatura. Jugó en 15 equipos de nueve países. Habla francés, portugués, inglés e italiano. Lo dirigió su padre en dos ocasiones. Y hasta fue comprado por el Inter de Italia, donde compartió entrenamientos con Zlatan Ibrahimovic y Adriano, vivió en la casa de su compatriota Recoba y comió asados con Zanetti, Cambiasso, Crespo, Burdisso y Cruz.
Con su grito en la última fecha ante Chacarita, el delantero de Patro- nato llegó a nueve goles en la Superliga y alcanzó en lo más alto de la tabla a Darío Benedetto, el delantero de Boca que disfrutaba de una racha fenomenal en 2017 pero la rotura de ligamentos cruzados de su rodilla derecha lo sacó de carrera.
“Es raro verse arriba de la tabla de goleadores, pero gratificante. Es un premio: soy delantero y vivo del gol. En general ese lugar lo ocupan los delanteros de los equipos que pelean por salir campeón”, saca chapa Ribas, quien este sábado será titular en la visita a Defensa y buscará quedar como máximo goleador del torneo.
Su vida es la de un trotamundos. A Patronato llegó desde la ciudad de Leópolis, en los Montes Cárpatos, de Ucrania donde jugaba para el FC Karpaty Lviv. Allí entendió un contraste duro: disfrutó de una ciudad bellísima y al mismo tiempo vivió el drama de un país en guerra constante.
“Hasta que lo vivís no conocés la real dimensión de lo que pasa. Cuando me tocó jugar en las afueras, cerca de la frontera con Rusia, se palpa mucha tensión. Un clima enrarecido. Se pierden vidas todas las semanas y eso se ve en la gente, en las calles. Están tristes. Y se cierran aún más de lo que son. Es un pueblo muy sufrido, que perdió muchas cosas. En las calles ves fotos de las perso- nas que van desapareciendo. Si bien nunca llegás a ponerte en el lugar de ellos, estar ahí es muy fuerte”, relata.
La historia de Ribas arranca en las divisiones inferiores del Club Atlético Juventud, o más conocido como Juventud Las Piedras, equipo que ahora milita en la segunda división de Uruguay. El delantero tenía 17 años cuando un viaje le cambió la vida. Fueron a jugar a Italia el torneo juvenil de Viareggio, uno de los campeonatos de clubes más reconocidos para futbolistas sub 21. Y Ribas la rompió. El 27/02/06 metió el gol del triunfo con el que Juventud le ganó la final 1-0 a Juventus. Y por primera vez un no europeo levantó el trofeo.
La vuelta a Uruguay fue con honores y hasta recibieron una condecoración de parte del Senado y del intendente de Canelones. Para Ribas, el torneo de Viareggio (elegido mejor jugador, fue goleador con cinco tantos) se convirtió en la puerta de acceso al fútbol grande: dirigentes del Inter lo habían visto jugar en Italia y decidieron apostar en el grandote uruguayo.
“Era un mundo totalmente distinto. De un equipo de segunda del interior del Uruguay llegué al Inter con 17 años y solo. Tuve mucho apoyo de los sudamericanos. El club me dio la posibilidad de alquilar un departamento pero viví en la casa del Chino Recoba. Fue un sostén fundamental para mí”, subraya. De aquel sueño en Milán recuerda la rabia de Zlatan Ibrahimovic cada vez que le tocaba ir al medio en un loco. “Traté de ser como una esponja e incorporar lo máximo posible. Estaba lleno de cracks”.
Desde ahí hasta ahora pasaron poco más de 10 años y 13 clubes. En Italia además pasó por Spezia Calcio y por Genoa. Su lugar en el mundo lo encontró en el Dijon Football Côte d'Or, club de la región de Borgoña en Francia: 55 goles en 114 partidos.
En Francia, tuvo pasos fugaces por el Mónaco y el Racing de Estrasburgo. Fue al Sporting Lisboa, de Portu- gal. Hizo escala en Barcelona de Guayaquil y en septiembre de 2014 llegó al Fútbol Club Cartagena de España de la mano de su padre. Sí, en España lo dirigió Julio. Con su papá como DT, Sebastián metió seis goles en 23 partidos. “Mi papá dejó en claro que dentro de la cancha era uno más, porque él trata a todos como hijos. Fue un sueño para mí”, apunta el delantero.
De España pegó el salto a Uruguay. Volvió a su país después de nueve años aunque otra vez sería por poco tiempo ya que pasó con más pena que gloria por Fénix y River. Nuevamente armó las valijas. Destino: Venados Fútbol Club (México) a mitad de 2016. Siguiente parada: FC Karpaty Lviv (Ucrania) un año más tarde.
Hasta que Leandro Burtovoy -ayudante de JP Pumpido- llamó de Paraná. Ahora disfruta y, aunque tenga ambiciones, antepone los objetivos inmediatos: ”Hay que mantener a Patronato en Primera. Para eso estamos. Acá no hay que descuidarse”. ■