El roce internacional, clave para el crecimiento del plantel actual
Laprovíttola, Delía, Brussino y Redivo ya pegaron el salto a Europa y la mejoría en su juego es notoria.
Uno de los conceptos que vertió Sergio Hernández en la entrevista publicada en la edición de ayer de Clarín tenía que ver con la búsqueda del progreso de los jugadores y los momentos y lugares para hacerlo. “Tenemos un problema fundamental: la falta de éxodo de nuestros jugadores a Europa. Si queremos que nuestros jugadores estén a la altura de las potencias, deben ir a Europa con edad para evolucionar”, aseguró el entrenador. En el plantel de la Selección que se encuentra en Olavarría, hay algunos casos que sirven de ejemplo.
A los 28 años, Nicolás Laprovíttola parece casi un veterano en el equipo nacional. Con 23 y armas ya hechas en la Liga Nacional, hizo una escala antes de llegar a Europa: partió a Brasil, uno de los mercados fuertes del continente. Allí demostró su categoría, llegando a ser campeón con Flamengo y Jugador Más Valioso de las finales. El base ex Lanús tuvo luego un paso de un año por el básquetbol lituano y recaló en Estudiantes de Madrid. En la liga ACB (la segunda mejor del mundo), volvió a tener un buen rendimiento que le hizo ganarse un lugar en el campus de entrenamiento de San Antonio, de la NBA. Hoy está buscando asentarse nuevamente tras jugar con cuatro camisetas en un año y medio (después de los Spurs pasó por Baskonia y el Zenit ruso; hoy está en el Joventut de Badalona), pero el levantar la vara a tiempo lo ayudó a convertirse en uno de los líderes de la Selección pese a que, en ocasiones, el público (acostumbrado a la desfachatez y explosión de Facundo Campazzo) no termina de enamorarse de su juego. Su estilo, más de control que el del cordobés, es un complemento importante y necesario para el equipo.
El progreso de Marcos Delía es ejemplificador. Con una edad similar a la de Lapro, se sumó a la Universidad de Murcia en 2016. Ya tenía un recorrido importante en selecciones juveniles e incluso en la mayor. Pero su mayor crecimiento se vio allá.
El pivote no es de esos basquetbolistas espectaculares. Pero sí es un soldado dispuesto a pelear cualquier batalla, a fajarse bajo el aro con cualquier rival, sin importar jerarquías ni tamaños. Si bien no suma demasiadas tapas en las planillas estadísticas, es un muy buen defensor y ha pulido su juego en Europa, especialmente aceitando los movimientos en