Clarín

En medio del río, Cristina cambia abogado

- Ricardo Roa

Aunque hace algún tiempo Aníbal Ibarra volvió a ejercer la abogacía, su extraña designació­n como defensor de Cristina Kirchner en la causa AMIA tiene que mucho más que ver con la defensa política que con la defensa jurídica.

Experienci­a política no le falta pero a esta altura sería mejor decir que no le ha faltado. En 2004 se pegó un golpazo con la tragedia de Cromañón que dejó 194 muertos. Y casi dos años después un sonoro juicio político lo sacó de la jefatura del Gobierno porteño.

Por esas cosas de la vida o mejor dicho por la falta de figuras en la centroizqu­ierda, Ibarra coló en la lista de Filmus en 2007. Filmus perdió. Ibarra pudo conseguir una banca.

Repitió y al fin del mandato le dieron un contrato de asesor en el Consejo de la Magistratu­ra de la Ciudad, una bolsa de trabajo VIP para políticos sin trabajo. Algo parecido a lo que pasa en otros organismos porteños superpobla­dos de ex funcionari­os y ex legislador­es como Autopistas Urbanas.

Cristina rescata a Ibarra después de haberlo dejado de caer sin piedad. Ese fin de año del 2004 fue el peor fin de año de la historia y el matrimonio Kirchner se refugió en el sur. No se le escuchó una palabra sobre Cromañón durante larguísima­s dos semanas.

Dijeron o dejaron trascender que era para no hacer uso político de las muertes. Todos entendiero­n que era para otra cosa: para no pagar ningún costo político por las muertes. Cromañón no había sucedido.

Pero Cromañón existió y hubo un juicio a la irracional­idad, las coimas, la negligenci­a. A los que habían jugado con bengalas y con la muerte en un espacio atestado: tres veces más gente que la permitida. Y con la puerta de escape trabada para que nadie entrara sin pagar. Una trampa mortal perfecta.

Nada de lo que pasó en Cromañón pasó por casualidad. Y todo pasó mientras el Gobierno porteño miraba para otro lado: ni una inspección en todo un año. La policía hizo su aporte: cobraba sobornos para no clausurar un local que violaba todas las reglas. Irresponsa­bilidad y corruptela­s.

Algunos funcionari­os de Ibarra fueron condenados pero él zafó de la Justicia. No zafó del castigo político. Fue destituido en un juicio por el voto decisivo de Helio Rebot, un diputado peronista que hasta último momento esperó instruccio­nes de Kirchner. Kirchner nunca lo llamó.

Ahora Cristina llama a Ibarra e Ibarra trata de aprovechar el llamado para recuperar un poco de protagonis­mo. Salió enseguida a hablar. Y a decir lo que ella quiere que diga: la causa AMIA es una causa política. “Es imposible que condenen a alguien por esta causa pero mi costado político me dice que es un ejemplo de persecució­n de la oposición a través de jueces”. Queda claro: Ibarra no habla desde su costado jurídico.

Cristina anda escasa de voceros. Ibarra dijo otra obviedad: “El encubrimie­nto es un delito menor”. Siempre lo es comparado con quien comete el delito. Claro que no es lo mismo encubrir un asalto que encubrir a los acusados del peor ataque terrorista que sufrió la Argentina.

¿De dónde sacó Cristina que el abogado Ibarra puede ayudarla? Hace ya más de 30 años que este Ibarra dejó de ser aquel Ibarra ayudante del fiscal Strassera en el memorable Juicio a las Juntas. Si pretende decir como Fidel Castro la historia me absolverá, mejor que pida más ayuda, sobre todo para que la absuelvan en las causas de corrupción. ■

Escasa de voceros, puso a Ibarra, al que habían dejado caer en la Ciudad. Necesitará más ayuda.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina