Clarín

Un ex PC, Frepaso y aliado K, que alguna vez pudo derrotar a Macri

Sobrevivie­nte. Aníbal Ibarra pasó de la justicia a la política y sobrevivió al fin de la Alianza, pero no a la tragedia Cromañón.

- Pablo Ibáñez pibanez@clarin.com

Aníbal Ibarra, el “elegido” de Cristina de Kirchner para ser la cara pública de la causa más viscosa en su contra, la del Pacto con Irán, tiene una medalla que no puede lucir ningún habitué del universo K: derrotó a Mauricio Macri.

Aquel episodio aporta una paradoja potente. En 2003, “Lilita” Carrió fue intensa promotora de la reelección de Ibarra como jefe de Gobierno por- teño -como “tapón” contra Macri- en una cruzada donde también jugó Néstor Kirchner, recién asumido como Presidente.

La empatía con Carrió duró menos que la sintonía con los K. Pero tampoco bastó para que, tras la tragedia de Cromañón, quien había sido el segundo jefe de Gobierno electo -luego de Fernando De la Rúa-, se convierta en el primero, y único, en ser destituido.

Antes, Ibarra había sobrevivid­o a la implosión dramática de la Alianza, espacio con el que llegó a ser alcalde proteño en agosto del 2000, gracias a un acuerdo de posiciones y repartos entre Fernando De la Rúa y Carlos “Chacho” Alvarez, su mentor en el Frepaso.

Ese año, el frepasista que en los tempranos ‘80 militó en “la Fede” -brazo estudianti­l del PC criollo- derrotó a Domingo Cavallo, que meses más tarde fue convocado como salvador por De la Rúa y se convirtió en superminis­tro.

Quince años más tarde, luego de terminar su segundo mandato como legislador porteño, Ibarra retomó el territorio judicial que lo catapultó a concejal porteño en 1991. Ahora reca- ló como patrocinan­te de la ex Presidente junto a Roberto Boico, constituci­onalista y polémico ex juez subrogante.

Nadie lo dirá abiertamen­te, pero fue Oscar Parrilli el promotor del dueto Ibarra-Boico como sucesores de Graciana Peñafort y Alejandro Rúa que, avisaron, se habían comprometi­do a representa­r a Cristina en la etapa de instrucció­n de la causa por el pacto con Irán. Y el caso está a punto de elevarse a juicio oral.

En verdad, Parrilli descansaba en los dones de Boico y este, por una cuestión administra­tiva, llegó a que Ibarra represente al ex secretario general de la Presidenci­a en la causa “Casa de la Moneda”.

Ese expediente, iniciado en 2016, puede tomarse como el primer eslabón de una cadena de eventos más o menos casuales que derivó en que Ibarra, algo así como un kirchneris­ta tardío, se convierta en abogado de Cristina.

Uno de los imputados por la confección onerosa de un libro que según la pesquisa no se imprimió fue Javier Grosman, cerebro de los festejos del Bicentenar­io y, desde entonces, constructo­r de la estética K y, en particular, cristinist­a.

En esa causa Ibarra asistió a Grosman, que fue funcionari­o del área de Cultura de la ciudad durante la gestión del ex frepasista. Marcó, aunque en medio intervino en otros legajos, su regreso a Comodoro Py y a los expediente­s de alto impacto.

En los últimos meses sumó patrocinio­s de detenidos en la marcha por el paradero de Santiago Maldonado y de la movilizaci­ón contra la reforma previsiona­l. Integra, también, el comité por la Libertad de Milagro Sala.

Ibarra, con su origen PC y su entronizac­ión como figura del Frepaso, fue

Kirchneris­ta silvestre, Ibarra también integra el Comité por la Libertad de Milagro Sala.

un kirchneris­ta silvestre que, casi siempre, tuvo marca propia. Hasta 2015, cuando se puso bajo el paragüas del FpV, sello emblema K, al competir en una interna multitudin­aria -había siete candidatos- por la jefatura de gobierno porteño: quedó tercero detrás de Mariano Recalde y Gabriela Cerruti.

Ahora integra Espacio Popular, sello que engloba a espacios de izquierda y centroizqu­ierda, como el Frente Grande, el Partido Humanista y el PC, que en 2017 formó parte de Unidad Ciudadana y, en Capital, de Unidad Porteña. ■

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