China censura críticas a la decisión de permitir la “presidencia eterna” de Xi
Varias redes sociales quedaron bloqueadas. La prensa oficial negó que el presidente busque perpetuarse.
Las redes sociales de China quedaron ayer bloqueadas y los internautas tuvieron problemas para acceder a sus sitios informativos. El hecho fue interpretado como un intento oficial para evitar el debate sobre la futura eliminación de la restricción consti- tucional que impide al presidente Xi Jinping gobernar más de dos períodos y acceder a un tercer mandato más allá de 2023.
El anuncio del cambio constitucional fue efectuado el domingo y deberá ser votado en marzo por la Asamblea Legislativa, aunque se da por descontada su aprobación. La modificación fue saludada con elogios por la prensa oficial y mereció críticas de analistas y académicos consultados por los corresponsales extranjeros.
Ayer, la red social Weibo, equivalente local a Twitter, no permitió comentarios a esta información en las cuentas oficiales donde se publicó, ni tampoco mostrar los más de 3.000 que sí se pudieron dejar en la primera noticia que se dio del tema, procedente de la agencia oficial Xinhua. Tampoco se permitieron algunos términos de búsqueda en la web, como por ejemplo “ascensión al trono”, “límites de términos” y “Winnie the Pooh”, una referencia al personaje de dibujos animados que en China se ha convertido en un símbolo burlón de Xi en Internet.
El Comité Central del Partido Comunista de China (PC) propuso el domingo eliminar el límite constitucional de dos mandatos para el presidente. El cambio habilitaría a Xi para ser reelegido por tercera vez, lo que -según sus críticos- le permitirá “eterni- zarse” en el poder. Jinping es, además de presidente, secretario general del PC y comandante supremo de las fuerzas armadas. Los sinólogos coinciden en afirmar que el actual mandatario ha sumado tanto poder como el legendario Mao Zedong, el Gran Timonel que fundó la China comunista en 1949 y gobernó hasta su muerte, en 1976.
La posible continuidad de Xi del poder en 2023, cuando teóricamente acaba su segundo mandato, era motivo de especulaciones desde noviembre pasado, cuando el XIX Congreso del PC se clausuró sin un heredero aparente para el presidente y secretario general.
Los que defienden la continuidad del presidente afirman que permitiría a Xi completar su campaña contra la corrupción y aumentar el poder económico del país mediante proyectos como la Iniciativa del Cinturón y la Ruta de la Seda, una ruta de comercio e infraestructura transcontinental centrada en Beijing.
Ayer, en su primer comentario sobre el tema, la Casa Blanca consideró que la permanencia en el poder del presidente chino más allá de dos mandatos es parte de la política interior de Beijing. “Creo que es una discusión que compete a China”, declaró Sarah Sanders, vocera del presidente Donald Trump.
En Beijing, la agencia oficial de noticias Xinhua aseguró que las modificaciones constitucionales habían sido apoyadas por la mayoría de los altos cargos y la población. El diario Global Times, ligado al PC chino, señaló en su editorial que los cambios no conllevaban necesariamente una eternización de Xi en el sillón presidencial y aseguró que el gobierno “resolvió efectivamente el relevo en el poder” desde las últimas cuatro décadas de reforma y apertura.
El portavoz de la cancillería china, Lu Kang, respondió a las críticas de medios internacionales a la continuidad de Xi en el poder y señaló que la revisión de la Constitución era “un asunto del pueblo chino”.
Académicos y analistas chinos consultados por corresponsales extranjeros fueron más bien críticos con la iniciativa de Beijing. “Lo más probable es que se convierta en un mandato vitalicio”, dijo Zhang Ming, politólogo y profesor en la Universidad de Renmin, en la capital china. El analista político Hu Xingdou dijo dudar de que Xi quiera ser presidente de por vida, aunque hay preocupaciones de que China pueda “caer en una especie de fascismo o dictadura personal que causará consecuencias muy graves”. Otros, en cambio, señalaron que las modificaciones permitirían atenuar los problemas en la sucesión. Aunque crítico con Beijing, William Nee, investigador de Amnistía Internacional, dijo que “esta decisión podría en realidad aumentar la estabilidad ya que habría menos luchas de poder”. ■