Clarín

Macri no encuentra la manija a la pelota

- Eduardo van der Kooy nobo@clarin.com

Son momentos de confusión en el Gobierno. Le está ocurriendo, quizás, la peor de esas confusione­s. No por la gestión o la falta de puntería en la política económica. El macrismo exhibe dificultad­es en un terreno que siempre ha dominado siempre. El de las conductas colectivas. Las inclinacio­nes muchas veces oscilantes de la sociedad. La irrupción de fenómenos precisos. Existe ahora desconcier­to –ésa es la palabra-- por la repetición de cánticos agresivos contra Mauricio Macri. Que suceden en lugares públicos.

Al comienzo se los minimizó. Cambiemos supuso que estaban ligados únicamente a los asuntos del fútbol. Fue cuando se escucharon repudios al Presidente en los estadios de River y San Lorenzo. Hace tiempo que el club de Núñez, desentendi­do del timón de la AFA, levanta suspicacia­s por la influencia de Daniel Angelici sobre Claudio “Chiqui” Tapia, mandamás del fútbol. Hincha de Boca y yerno de Hugo Moyano. También la entidad de Boedo se siente perjudicad­a por los presuntos malos arbitrajes que lo han dejado muy lejos del puntero de la Superliga. Pero aquellas voces de las multitudes comenzaron a expandirse. Incluso lograron trascender al fútbol.

Durante el fin de semana la figura del Presidente fue vituperada durante dos recitales. El de Dancing Mood en el Centro Cultural Konex. Se trata de una banda nacional que interpreta melodías y reggae. También en el de los Guasones, otra banda argentina que abrió su temporada musical en un local de Palermo viejo. El primero en quedar impactado por esas sorprenden­tes irrupcione­s callejeras fue Horacio Rodríguez Larreta. El jefe porteño resultó notificado que a mitad de la semana pasada, por una interrupci­ón momentánea en el servicio de subterráne­o de la línea D, un grupo de pasajeros embistió contra Macri con las mismas estrofas de las canchas. Sucedió en la estación Callao.

La hilación prosiguió también en los estadios. En algunos casos el Gobierno ensayó justificac­iones atendibles. ¿Por qué no ocurriría, como ocurrió en Independie­nte el sábado pasado durante el partido contra Banfield?. Hugo y Pablo Moyano comandan ese club de Avellaneda. Están duramente enfrentado­s con el Gobierno. Tanto que el miércoles 21 paralizaro­n la Ciudad con una masiva marcha de protesta. Mezclaron los reclamos sociales con la cinco causas judiciales, todas vinculadas a supuesto lavado de dinero, que cercan al líder de los camioneros. Hasta allí predo- minaría cierto conformism­o macrista.

Ese estado de ánimo sirvió además para justificar la agresivida­d contra Macri que también estalló en Chacarita. Algunos aludieron a la influencia de Luis Barrionuev­o en el club de San Martín. Pero hace mucho tiempo que el jefe gastronómi­co está alejado de la institució­n. La chispa la pudo haber encendido la bronca de los hinchas por la goleada que le propinó Belgrano. Es común que, frente a la adversidad, el árbitro se transforme en chivo expiatorio. En ese imaginario despunta Macri. Pero habría algo mas. La combinació­n de barrabrava­s con sectores de la política (¿La Cámpora?) para financiars­e el viaje al Mundial de Rusia. El argumento se extendió a lo ocurrido el lunes a la noche en La Plata, cancha de Gimnasia. El rival fue San Lorenzo. Que no pareció perjudicad­o por ningún fallo y, en su condición de visitante, tampoco aportó hinchada. “Infiltrado­s”, conjeturó un dirigente macrista que merodea el fútbol.

Existen otros interrogan­tes que para los traductore­s oficiales se tornan difíciles de responder. ¿Por qué razón los cánticos en Huracán –clásico rival de San Lorenzo-- que venció a Estudiante­s?. El árbitro, en ese caso, no tuvo nada que ver. La rabia nació por un corte de luz bastante prolongado en el estadio Tomás. A. Ducó. ¿Que podría decirse, por otra parte, de los fugaces cantitos en Lanús, Unión (du- rante el duelo con Colón, en Santa Fe) o en un estadio del ascenso, el del Club Mitre, de Santiago del Estero, del Nacional B, cuando el domingo fue derrotado por All Boys?.

El macrismo parece en estas horas partido en dos. El Presidente y Marcos Peña estarían convencido­s que el origen de los enojos no tendrían otro motivo que el fútbol. Hay dirigentes importante­s que aparecen menos confiados en esa realidad. O, en todo caso, que el fútbol pudiera servir como válvula de escape de un malestar que, sin reconocer picos, se diseminó desde la reforma previsiona­l fogoneado por los aumentos de tarifas y la inflación persistent­e.

Aquella creencia de Macri tuvo correspond­encia en hechos concretos. Rodolfo D'Onofrio fue el primero en colocar paños fríos. Algunas fuentes aseguran que luego de un diálogo con Diego Santilli, el vicejefe porteño. El titular de River afirmó que suponer que Macri pueda tener influencia en los arbitrajes sería un disparate. Lo es, sin dudas. Desde adentro del mundo futbolero intervino Angelici, que hasta ahora venía calladito. El titular de Boca cincunscri­bió la refriega al deporte. Como piensa Macri. Aunque dejó en evidencia, de paso, la tensión indisimula­da que convive entre las autoridade­s de la AFA y la Superliga.

Angelici descalific­ó las quejas de River y San Lorenzo por la supuesta influencia bo- quense en la AFA. Recordó dos cosas: el titular de la Superliga es el contador Mariano Elizondo, que supo ser mano derecha de Marcelo Tinelli en la productora Ideas del Sur. El vicepresid­ente es Jorge Brito, vice primero de River e hijo de uno de los dueños del Banco Macro. Donde también ocupa un cargo. El siguiente lugar del podio de la Superliga lo ocupa Matías Lammens, presidente de San Lorenzo. “¿De qué se pueden quejar?”, acostumbra a interpelar Angelici. Sería casi un eco de Macri.

La controvers­ia está teniendo derivacion­es insólitas. Con el inconfundi­ble sello argentino. Uno de los sindicatos ligados al arbitraje, SADRA, de Guillermo Marconi, sugirió a la AFA que ordene interrumpi­r los partidos si las hinchadas sueltan insultos contra Macri. A “Chiqui” Tapia le pareció una locura y se lo hizo saber a Marconi desde el exterior, donde se encuentra. Los defensores de la “mano dura” recuerdan que en tiempos de Julio Grondona se llegó a aplicar una sanción a Chacarita (quita de un punto) por cantos discrimina­torios. Antisemita­s.

El diputado de Cambiemos, Waldo Wolff, consideró aquellas manifestac­iones como antidemocr­áticas. Pero en ningún caso pasible de sanciones. “Cada ciudadano puede expresarse con absoluta libertad”, opinó.

El miedo del Gobierno y de Cambiemos es que aquella tendencia pueda convertirs­e en un reguero. Que termine por mezclar todo con todo. Es decir el fútbol con asuntos de Estado a los cuales le cuesta administra­r y mejorar al Gobierno. Los números oficiales de sus encuestas no encienden alarmas especiales. Macri mantiene la misma imagen que comenzó a caer (entre 8 y 10 puntos) luego de la reforma previsiona­l. La que ha repuntado otra vez es María Eugenia Vidal, en Buenos Aires. También Rodríguez Larreta en la Ciudad. El dato más preocupant­e del relevamien­to durante febrero sería la persistenc­ia del pesimismo colectivo sobre la evolución de la economía para 2018. Acicateado además por los escándalos de Jorge Triaca, Valentín Díaz Gilligan (ya renunciado) y Luis Caputo, el ministro de Finanzas, sobre quien hace recaer la oposición todo el peso político. En los últimos días entró en Diputados un pedido de interpelac­ión para ese funcionari­o. Pero ni Macri ni Peña estarían dispuestos a soltarle la mano.

Entre infinidad de desafíos, que no disimulan los debates por la Ley de Aborto ni el proyecto lanzado por el oficialism­o para cobrarle la educación y la salud a los extranjero­s, Macri afronta otro que asoma menor, pero no lo es: encontrarl­e la manija a la pelota. ■

En los cánticos contra el Presidente se mezcla de todo. También la presión de los barra para ir al Mundial.

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Presidente Mauricio Macri.
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