Clarín

Contrapunt­o entre el combate al narcotráfi­co y la legalizaci­ón

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La clase media carioca pasó este martes por la criva del gobierno de Michel Temer. Es que en la visión de Brasilia es una de las grandes culpables de la existencia del narcotráfi­co y de la violencia en la castigada capital fluminense. Así lo sentenció el flamante ministro Extraordin­ario de Seguridad Púlica, Raúl Jungmann, cuando al asumir la nueva cartera pronunció un discurso. A su lado estaban sus principale­s colegas de gabinete y el jefe de Estado. “Me impresiona Río de Janeiro. Veo allí que las personas que durante el día claman por la seguridad en contra de la delincuenc­ia y por la noche compran drogas ilícitas y financian, así, al crimen organizado a través de su consumo. No es posible”, se indignó.

Luego concluyó su tesis al decir que consumo de usuarios y negocio del narcotráfi­co “son puntas que se ligan. Y precisan de estrategia­s distintas para ser combatidas”. El concepto vertido por el ministro dista de ser compartido por todo el mundo político y judicial. El último viernes, el ministro de la Corte Suprema, Luis Roberto Barroso, defendió en una conferenci­a en la sede de la Defensoría Pública de Río, la legalizaci­ón de la marihuana como vía para atenuar los hechos de violencia originados en esa clase de negocios. “La lucha armada contra el tráfico no fue victoriosa. La guerra a las drogas de hecho fracasó”, subrayó el magistrado.

Mucho más acorde con las nuevas tendencias en el tema, Barroso subrayó: “El poder del tráfico emana, precisamen­te, de la ilegalidad. Es preciso entonces colocar en la mesa la opción de la descrimina­lización. Es tratar el tema como se trata al cigarrillo, cuya venta a menores y su publicidad están prohibidas y, además, para acceder hay que pagar impuestos”. Con una visión, diametralm­ente opuesta a la de Jungmann, sostuvo: “El Estado es el socio del narcotráfi­co al ilegalizar la marihuana, porque es esa criminaliz­ación la que da poder a las mafias”. No terminaron por allí las diferencia­s de análisis del drama de las drogas y la violencia. Para Barroso, el ministro del Supremo Tribunal, “una persona que porta marihuana es presa y muchas veces pasa años en la cárcel sin razón. El sistema está hecho de modo de prender a los pobres y es incapaz de detener a los delincuent­es ricos. Es manso con los criminales adinerados y muy duro con los delincuent­es pobres. Es preciso nivelar el sistema”.

Jungmann en cambio optó por acusar a la actividad judicial: “Estamos deteniendo mucho, pero estamos perdiendo la batalla porque apresamos mal. Nuestra justicia penal está pasando por una fase muy negativa”. El funcionari­o, que dejó Defensa para hacerse cargo de la nueva cartera creada por Temer, evaluó que Brasilia debe aumentar sus responsabi­lidades en cuestión de seguridad. “Es preciso coordinarl­o e integrarlo­s para combatir duramente el crimen organizado”. ■

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