El estrés de volver, otro mal común
Médica psiquiatra (APSA)
Todo cambio inminente produce ansiedad o algún grado de estrés. A veces la proximidad de las vacaciones, tratar de terminar todo lo que está pendiente antes de viajar, los pagos, las mascotas, el equipaje y todo lo que implica salir de casa hace que la llegada de las vacaciones no sea relajada, sino un “estresaso”.
Al llegar a destino y acomodarnos, las obligaciones habituales parecen lejanas y hasta ajenas. Lo que se abre suele sentirse como un período de libertad y disfrute para hacer cosas di- ferentes, salvo para los que no logran despegarse de sus rutinas cotidianas y se la pasan pendientes del teléfono.
Lo que ocurre luego, cuando las vacaciones concluyen, es que reaparece la ansiedad. A veces son sentimientos de miedo, de temor a enfrentar situaciones laborales o académicas complejas, a no poder resolverlas, a sentir que en los días de desconexión se han perdido las capacidades y habilidades que se tenían. Hasta se menciona un síndrome de depresión posvacacional, que en realidad es pasajero y no constituye un verdadero síndrome depresivo.
Lo recomendable es no volver a último momento, justo antes de retomar el trabajo o el estudio. Darse tiempo para acomodarse, reencontrarse con la casa y organizarse.
Es muy importante recordar que siempre tenemos nuestras “minivacaciones” los fines de semana para compartir con amigos y familia. Es muy saludable tratar de respetar los fines de semana y no ocuparlos habitualmente con sobrecarga de trabajo, dado que no proteger el descanso a la larga conduce a alteraciones emocionales y de salud en general.
Como recomendación, hay que tratar de disfrutar cada momento. Si bien las vacaciones terminan, se recuperan relaciones con compañeros y con quienes quedaron.
Todo tiene su encanto, si nos proponemos apreciarlo. ■