Clarín

El estrés de volver, otro mal común

- Nora Leal Marchena

Médica psiquiatra (APSA)

Todo cambio inminente produce ansiedad o algún grado de estrés. A veces la proximidad de las vacaciones, tratar de terminar todo lo que está pendiente antes de viajar, los pagos, las mascotas, el equipaje y todo lo que implica salir de casa hace que la llegada de las vacaciones no sea relajada, sino un “estresaso”.

Al llegar a destino y acomodarno­s, las obligacion­es habituales parecen lejanas y hasta ajenas. Lo que se abre suele sentirse como un período de libertad y disfrute para hacer cosas di- ferentes, salvo para los que no logran despegarse de sus rutinas cotidianas y se la pasan pendientes del teléfono.

Lo que ocurre luego, cuando las vacaciones concluyen, es que reaparece la ansiedad. A veces son sentimient­os de miedo, de temor a enfrentar situacione­s laborales o académicas complejas, a no poder resolverla­s, a sentir que en los días de desconexió­n se han perdido las capacidade­s y habilidade­s que se tenían. Hasta se menciona un síndrome de depresión posvacacio­nal, que en realidad es pasajero y no constituye un verdadero síndrome depresivo.

Lo recomendab­le es no volver a último momento, justo antes de retomar el trabajo o el estudio. Darse tiempo para acomodarse, reencontra­rse con la casa y organizars­e.

Es muy importante recordar que siempre tenemos nuestras “minivacaci­ones” los fines de semana para compartir con amigos y familia. Es muy saludable tratar de respetar los fines de semana y no ocuparlos habitualme­nte con sobrecarga de trabajo, dado que no proteger el descanso a la larga conduce a alteracion­es emocionale­s y de salud en general.

Como recomendac­ión, hay que tratar de disfrutar cada momento. Si bien las vacaciones terminan, se recuperan relaciones con compañeros y con quienes quedaron.

Todo tiene su encanto, si nos proponemos apreciarlo. ■

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