Con un exceso de tareas, el 33% de las mujeres terminan cada día agotadas
Sucede porque trabajan fuera del hogar y, luego de la oficina, realizan labores domésticas más que los varones.
Tres de cada diez mujeres argentinas se sienten agotadas después de que termina su jornada laboral. Una proporción similar -el 31,6%- destaca que le resulta difícil relajarse cuando termina su horario de trabajo. Y el 18% asegura que no encuentra tiempo disponible para llevar adelante actividades de ocio. Para los varones, el agotamiento es menor: el 23,6% lo acusa. A la vez, la dificultad para relajarse aqueja menos a los hombres: el 23% la destaca.
Las cifras se desprenden de una investigación realizada por el Observatorio de Tendencias Sociales y Empresariales de la Universidad Siglo 21, que encuestó a 1.050 personas de distintas ciudades de la Argentina y que se presentó ayer.
“La sensación de agotamiento combinada con la imposibilidad de relajarse arman un círculo vicioso que hace que las mujeres presenten más síntomas de estrés crónico, ansiedad y problemas de concentración, entre otros”, explica el doctor en Psicología Leonardo Medrano, autor de la investigación. Para María Belén Mendé, rectora de la Universidad Siglo 21, “los límites entre la casa y el trabajo se han roto y eso implica para muchas mujeres que las tareas combinadas estén presentes todo el día”. De hecho, el estudio asegura que para el 13,8% de las mujeres encuestadas es difícil concentrarse en el trabajo, por estar preocupadas por asuntos domésticos.
Los datos del estudio no están aislados de otras que describen la situación de las mujeres en la Argentina. “A nivel nacional, el Indec hizo una sola encuesta de uso del tiempo, en 2013: estableció que las mujeres dedican tres veces más de tiempo que los varones a realizar tareas de cuidado no remuneradas. Esto es: cuidar a los chicos, cuidar a los adultos mayores, cocinar, planchar, hacer las compras, limpiar, y también pensar qué hay que cocinar, qué regalo hay que comprar para llevar a un cumpleaños, planificar la organización de las actividades de los hijos”, describe Mercedes D’Alessandro, doctora en Economía y directora de Economía Femini(s)ta. Agrega: “Nueve de cada diez mujeres hacen tareas de este tipo, y cuatro de cada diez varones no hace nada de todo esto”. Esa encuesta arrojó otro resultado: las mujeres más pobres en la Argentina dedican, en promedio, siete horas a su jornada laboral remunerada y otras siete a las tareas por las que nadie les paga.
“Hay tres pilares para trabajar como políticas de Estado para que las
brechas de género y económicas se acoten: deben expandirse los servicios de cuidado infantil y de adultos mayores, como centros de día, escuelas con jornada extendida, jardines de infantes; el tiempo para cuidar a chicos y adultos debe implicar una mirada menos maternalista, a través por ejemplo de licencias familiares compartidas sin distinción de género; y deben revisarse las transferencias que reciben las familias con niños para que las más pobres no sean las que reciben menos y con controles más altos”, propone Gala Díaz Langou, directora del Programa de Protección Social del Cipecc. Ideas que pueden ayudar a dejar atrás el agotamiento, el estrés y la inequidad. ■