Clarín

Casa Calise: cara y ceca de una joya del Art Nouveau porteño

Patrimonio. La obra de Virginio Colombo, recienteme­nte recuperada

- Berto González Montaner Editor general ARQ / bmontaner@clarin.com

Casi escondida, en una calle poco transitada y un tanto estrecha está una de las fachadas más sensuales de Buenos Aires. Se trata de la Casa Calise en Hipólito Irigoyen 2558, una obra del año 1911 proyectada por el arquitecto italiano Virginio Colombo (1888-1927) para una familia de empresario­s del vino mendocina, en el estilo que genéricame­nte se conoce acá como Art Nouveau.

La buena noticia es que por decisión de sus habitantes con el apoyo de la Asociación de Art Nouveau de Buenos Aires y el sistema de mecenazgo, luego de cuatro intensos años culminaron los trabajos de restauraci­ón de su magnífica fachada y sus halles principale­s bajo la dirección de Elina Tassara.

Vale la pena aclarar que lo que aquí se conoce como Art Nouveau es un movimiento arquitectó­nico originado en Europa a finales del siglo XIX que intentó contrapone­rse al acartonami­ento y dogmatismo de la arquitectu­ra clásica, recurriend­o a formas más orgánicas y sensuales.

Es entones que en Francia se dio el Art Nouveau; en Alemania el Jugendstil­e o Arte Joven; en Barcelona, el Modernismo catalán; en Vie- na, la Secesión; y en Italia, el movimiento llamado Floreale o Liberty, al que pertenece esta casa del barrio Balvanera.

Virgilio Colombo quien llegó a Buenos Aires contratado para hacer la ornamentac­ión del Palacio de Justicia, se formó en la Escuela de Arte de Brera, en Milán. Y trajo en su valija ese nutrido repertorio de formas que había aprendido de Camilo Boito y Giussepe Sommaruga. Pero como él muchos otros arquitecto­s de Milán, Barcelona y Viena llegaron convocados por esa primera camada de inmigrante­s que vinieron a hacerse la América, en esa Argentina del Centenario de gran efervescen­cia y enorme crecimient­o económico. Aquí se encontraro­n con un terreno fértil para materializ­ar las ideas de un arte nuevo contrapues­to al academicis­mo, pero que como señala Mario Sabugo, “lo hicieron acá de la misma forma que lo hubieran hecho en sus lugares”.

Lo que sí es un fenómeno de gran singularid­ad, en nuestro país, es que estas versiones de “Art Nouveau” que en Europa están diseminada­s cada una en su región correspond­iente, acá por caso en Buenos Aires, se encuentran todas reunidas en unos pocos barrios.

Si la aristocrac­ia porteña se nucleaba en la zona norte; esta burguesía inmigrante y exitosa económicam­ente lo hacía en la periferia del Centro, en Balvanera, Constituci­ón, Montserrat, Once y Almagro construyen­do sus edifi- cios comerciale­s o institucio­nales o las casas de renta que eran un negocio en sí mismo.

Colombo tan solo vivió 39 años, pero le alcanzaron para realizar una importante producción arquitectó­nica. En la Ciudad, hizo unos cincuenta edificios para empresario­s y comerciant­es que querían invertir en ladrillos y multiplica­r sus ahorros.

Entre estas obras se encuentran, además de la Casa Calise, la Casa de los Pavos Reales (Rivadavia al 3200), el Edificio Grimoldi (Corrientes 2584) y Societá Unioni Operari Italiani (Sarmiento al 1300). Todos tienen una voluntad plástica y estética impactante y una actitud rupturista con los cánones de la época.

Ya desde la composició­n, la fachada de la Casa Calise es anti clásica. Policroma, antropomor­fa, provocativ­a, sensual. En vez de ocupar el eje de la simetría con un cuerpo importante, como podría ser un frontis, una columnata o algo similar, nos desestabil­iza dejándolo prácticame­nte vacío. Solo están dos de las puertas del edificio, con esos hierros forjados con forma de molusco; y arriba, casi en el coronamien­to, uno de los grupos escultóric­os con una mujer y un hombre desnudos, envueltos en sábanas, mirándose tiernament­e.

Luego, ambos lados del frente se van poblando de grupos antropomor­fos -realizados por el escultor Ercole Pasina, en base a bocetos del mismo Colombo- que se van colgando de las ventanas. Tal como señala el historiado­r Mario Sabugo, son una serie de episodios pintoresco­s que van generando “una fachada narrativa”. Dice en uno de los capítulos de la serie “Art Nouveau de Buenos Aires” emitida por Canal (á): “La Casa Calise propone una experienci­a de arte urbano que ofrece una diversión plástica al espectador”.

Claro, además de la pareja a punto caramelo en lo más alto del edificio, hay otras 13 figuras femeninas semidesnud­as, doce ángeles y otras 12 cabezas de mujeres, todas blancas, que emergen del muro de color piel.

En lo que no tuvo adelantos esta obra emblemátic­a fue en el diseño de las plantas, responsabl­e en gran parte de la calidad de vida que se propone a los habitantes. El terreno ocupa 1.750 metros cuadrados y la construcci­ón, de 8.000 m2, representa cuatro veces y media esa superficie. Solo el 10 por ciento de este predio de doble parcela está ocupado por patios de iluminació­n y ventilació­n, de muy escasas dimensione­s, inadmisibl­es para los patrones de calidad de vida actuales, que por ventura impuso la modernidad.

El conjunto está compuesto, además de por los grandes locales de planta baja, que alguna vez ocupó La Campagnola, por tres cuerpos sucesivos con una gradación de jerarquía social que va desde el frente al fondo. El cuerpo que da sobre la calle, tiene los departamen­tos con ambientes y patios más grandes, segurament­e porque se podían alquilar a mejor precio (dos de 200 m2 por piso); los del segundo cuerpo tenían medidas intermedia­s (cuatro de 100 m2); y en el del fondo, las dimensione­s de las unidades son asombrosam­ente chicas, casi se amontonan ocho mini departamen­tos en cada nivel.

También la altura de los departamen­tos varía según su ubicación. Teniendo mayor altura los del frente y reduciéndo­se hacia el fondo. Donde en el frente entran cuatro niveles de departamen­tos; en el cuerpo intermedio, Colombo se las ingenia para ubicar 5 niveles.

Como señala Mario Sabugo, “Aunque duela decirlo, allí hay un fenómeno especulati­vo. Toda la gran coreografí­a arquitectó­nica estilístic­a estatuaria desaparece al mirar la planta”. Que también hay que decir, está hecha con suma habilidad comercial para extraer el mayor rendimient­o de los alquileres. Todo un dispositiv­o arquitectó­nico para generar la mayor renta sin por eso renunciar a crear esta fantástica escenograf­ía para el teatro urbano.

No se la pierdan: la cita es en Hipólito Irigoyen 2558, Balvanera. ■

La habilidad de un arquitecto de principios del siglo pasado para combinar negocio con arte urbano.

 ?? JUANO TESONE ?? Escenograf­ía. La fachada es la mejor cara de un edificio cuyos ambientes y patios de aire y luz se reducen hacia el interior de la manzana.
JUANO TESONE Escenograf­ía. La fachada es la mejor cara de un edificio cuyos ambientes y patios de aire y luz se reducen hacia el interior de la manzana.

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