Fue marcado en el banco y luego lo asaltaron: deben indemnizarlo
El estudio advierte que dan a conocer su nombre, escuela a la que asisten y domicilio a desconocidos.
Un joven de 30 años fue asaltado en 2009 al salir de una sucursal del Banco Francés en Palermo. Lo siguieron tres delincuentes, que le pidieron el monto exacto que acababa de retirar. Un custodio intervino y hubo un tiroteo por el que el asaltado recibió un disparo, y perdió un ojo. En primera instancia, la Justicia consideró que el banco no era responsable. Pero ahora un fallo de la Cámara Civil revocó la decisión y condenó a la entidad a que le pague dos millones de pesos por los daños sufridos. Los camaristas consideraron que el banco falló en la obligación de garantizar la seguridad del cliente.
Los adolescentes argentinos no escapan a las tendencias globales: siete de cada diez pasan todo el día conectados a Internet. Y nueve de cada diez tienen perfil en por lo menos una red social, y allí publican información privada. Esa conexión permanente y la divulgación de datos íntimos son, según el Primer Mapa Nacional de Situaciones de Riesgo que viven los Adolescentes cuando navegan en Internet, los peligros a los que los chicos argentinos -sin distinción de regiones geográficas- se exponen con mayor frecuencia. El mapa lo elaboró el Ente Nacional de Comunicaciones y fue presentado ayer.
Roxana Morduchowicz, especialista en comunicación y culturas juveniles, fue quien coordinó la investigación y es quien asegura: “El riesgo de que permanezcan tanto tiempo conectados es que no diversifican sus experiencias, hacen todo a través de Internet, y se reduce la variedad de su capital cultural”. Según la especialista, todos los chicos publican datos relevantes de sus vidas privadas en las redes: nombre y apellido, la escuela a la que asisten, su domicilio o alguna imagen de sus vacaciones familiares, que denota, por ejemplo, que la casa está vacía.
Esos dos riesgos que aparecieron con mayor frecuencia en la investigación surgieron de un relevamiento que el ENaCom llevó a cabo en todas las provincias con información de asociaciones civiles, municipios, servicios de pediatría de hospitales provinciales, universidades y ministerios, entre otras fuentes.
Aún el ente no elaboró cifras concretas sobre qué porcentaje de adolescentes se expone a esos peligros en cada región. “El próximo paso será difundir esta información entre las regiones para que nos propongan políticas públicas, y queremos profundizar el estudio”, promete Heber Martínez, director del ENaCom.
Del análisis regional de este “estudio exploratorio”, se desprende que sólo en la Ciudad y la Provincia de Buenos Aires los adolescentes se encuentran personalmente con gente que conocieron a través de Internet, algo que no ocurre con frecuencia en ninguna otra región argentina. En la región Centro -conformada por Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos- sí ocurre que los adolescentes se comunican a través de las redes sociales con contactos que surgen allí mismo.
“Mi hipótesis es que en los grandes conglomerados urbanos se habilitan más esos encuentros que en lugares más chicos, donde es más posible que ya conozcas a muchos de los que vi- ven cerca tuyo”, ensaya Morduchowicz. “En la región Centro, donde también hay grandes conglomerados urbanos, se da la charla con desconocidos en la web, que puede ser el paso previo a encontrarse”, agrega.
La conexión permanente y la exhibición de información privada son los dos riesgos más frecuentes, pero hay otros, según el mapa de ENaCom. Los adolescentes tienen hasta cuatro pantallas en sus habitaciones -netbook, TV, celular y una computadora- y duermen con el teléfono encendido. “Al estar en la soledad de la habitación con las pantallas, es difícil ver qué cosas amenazan a los chicos a través de Internet. A la pregunta ‘¿cómo te fue hoy en el colegio?’, hay que incorporar otra: ‘¿qué miraste hoy en Internet?’”, sugiere la especialista.
El sexto riesgo es que los chicos copian y pegan lo que encuentran en el primer resultado del buscador para completar una tarea escolar. “No diferencian la procedencia de la información, ni distinguen información de publicidad: eso pone en riesgo su capacidad de reflexión y de pensamiento crítico”, dice Morduchowicz. ■