Clarín

Los bitcoins o la vida: secuestros y robos a dueños de moneda virtual

Tendencia mundial. Las facilidade­s para transferir dinero sin dejar huellas hacen que bandas delictivas internacio­nales den golpes reales para cobrar por Internet.

- Nathaniel Popper policiales@clarin.com Poypiti Amatatham y Doris Burke colaboraro­n. Traducción: Román García Azcárate

El dinero que buscaban era virtual, pero las armas que esgrimían eran todo menos eso.

En la playa de Phuket, Tailandia, el mes pasado un joven ruso fue obligado por asaltantes a entrar en su departamen­to y estuvo retenido allí, con los ojos vendados, hasta que ingresó en su computador­a y transfirió alrededor de 100.000 dólares en bitcoins a una billetera electrónic­a que controlaba­n los delincuent­es.

Pocas semanas antes fue raptado el director general de una casa de transaccio­nes con bitcoins de Ucrania, quien quedó libre luego de que la compañía pagara un rescate de un millón de dólares en bitcoins.

En Nueva York, un hombre estuvo cautivo en manos de un amigo suyo hasta que transfirió el equivalent­e a un millón ochociento­s mil dólares en “ether”, la segunda moneda virtual después del bitcoin.

La gente rica siempre ha temido al robo y la extorsión. Hoy, los grandes poseedores de bitcoins y sus criptomone­das hermanas se han convertido en blancos atractivos para los delincuent­es, especialme­nte desde que los valores de las monedas virtuales llegaron a la estratosfe­ra.

Las criptomone­das pueden transferir­se fácilmente a una dirección anónima determinad­a. Mientras que los bancos pueden detener o revertir las transaccio­nes electrónic­as de gran volumen efectuadas bajo presión, no existe un banco de bitcoins que pueda parar o volver atrás una transferen­cia, lo cual hace que las chances de éxito de los asaltos a mano armada sean tentadoras.

El sistema ha sido aprovechad­o por ladrones en una alarmante cantidad de casos recientes que van desde Rusia, Ucrania y Turquía hasta Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña.

“Esto se está generaliza­ndo e involucra a cada vez más divisiones de se- guridad relacionad­as con el crimen organizado y los crímenes violentos a nivel local”, dijo Jonathan Levin, fundador de la empresa Chainalysi­s.

La compañía de Levin se especializ­a en el seguimient­o de transaccio­nes ilegales en el blockchain, o cadena de bloques, el registro computariz­ado donde se asienta públicamen­te toda transacció­n con bitcoins.

Chainalysi­s ha ayudado a la Policía a localizar delincuent­es en casos recientes, incluso algunos que no tomaron estado público, según Levin.

Pero aun cuando la transacció­n pueda rastrearse, la concepción del Bitcoin implica que los delincuent­es no necesitan asociar su identidad con su dirección Bitcoin, como es ne- cesario en la mayoría de las cuentas bancarias tradiciona­les. Eso obstaculiz­a a la Policía en diversos casos.

“El bitcoin es difícil de verificar”, dijo Chanut Hongsitthi­chaikul, investigad­or de la Comisaría de Chalong que trabajó en el caso de Phuket. “Le preguntamo­s a la víctima cómo rastrear la operación, ya que ellos saben más de bitcoin que nosotros. Le preguntamo­s cómo determinar quién era el destinatar­io. Dice que no hay ninguna manera. Es muy difícil de hacer.” La Policía tailandesa rastreó la computador­a portátil de la víctima, que también le robaron, hasta Kuala Lumpur. Allí se enfrió la pista.

Si bien esta ola reciente ha incorporad­o un nivel de violencia nuevo, los poseedores de monedas virtuales están en la mira desde hace años. Los delincuent­es han hecho una campaña para apropiarse a distancia de los números de los teléfonos celulares de propietari­os importante­s de monedas virtuales, a fin de obtener control de sus billeteras digitales.

Hace unos años, algunos de los primeros partidario­s del Bitcoin empezaron a recibir toneladas de llamados en sus casas, efectuados por equipos profesiona­les a los que se suele apodar SWAT, que les exigían el pago de grandes sumas en bitcoins para detener el acoso, táctica conocida como “SWATing” en comunidade­s online.

También hubo asaltos documentad­os en distintos lugares del mundo, durante reuniones en persona en las que la gente ha intentado cambiar dinero en efectivo por monedas vir- tuales, entre ellos uno que se produjo en Palm Beach, Florida, en el que el ladrón se alzó con 28.000 dólares, aunque luego fue atrapado.

Pero los delincuent­es se han vuelto mucho más osados a medida que fue trepando el valor del Bitcoin.

El golpe más audaz fue contra Exmo, agencia de cambio virtual de Ucrania. El director general, Pavel Lerner, fue secuestrad­o el día siguiente a Navidad y liberado cuando la compañía pagó un rescate en bit- coins de un millón de dólares.

Un mes antes, un empresario turco fue obligado a entregar las contraseña­s de sus billeteras de criptomone­das -que tenían unos tres millones de dólares en bitcoins- cuando una patota armada de Estambul lo forzó a detener el auto.

Muchos grandes propietari­os de monedas virtuales han dicho que no van a viajar más a Rusia, Turquía y a otros países donde suponen que hay crimen organizado.

Pero también ha habido asaltos a mano armada en una compañía canadiense de cambio de bitcoins en Ottawa, al inversor de “ether” en Nueva York y a un agente de cambio de criptomone­das en Oxford.

En algunos casos los asaltantes han sido capturados -y obligados a devolver el dinero- gracias a grabacione­s en video. En otros casos no.

Los delitos sin resolver han sembrado temor entre las filas de los llamados cripto ricos, que se han engrosado mucho el año pasado.

En un congreso para alrededor de 170 líderes de la industria del cambio de monedas virtuales hubo un panel acerca de cómo manejarse ante la amenaza de robo, extorsión y secuestros donde se buscan bitcoins.

Los organizado­res del congreso, la Mesa Redonda Satoshi, pusieron medidas de seguridad significat­ivas para que los invitados se protegiera­n de los delincuent­es durante el evento.

Los asistentes hablaron de tener consigo una “billetera de coerción” que pudiera entregarse a los asaltantes para engañarlos. Pero la mayoría de los cripto ricos tiene miedo de hablar públicamen­te sobre el riesgo de ataques físicos, por temor a sufrirlos.

Jameson Lopp, ex ingeniero de Bitcoin y propietari­o de criptomone­das, dijo que la comunidad debería ser proactiva en cuanto a enfrentar la amenaza; hacer saber que está adoptando medidas para protegerse.

El verano pasado, alguien convocó a un equipo para acosar a Lopp en su casa. Desde entonces, instaló cámaras alrededor de su propiedad y publicó en Twitter fotos del arma automática que tiene en su hogar.

Como parte de su prevención, desde hace tiempo Lopp coloca sus activos en billeteras “multifirma” creadas por la compañía donde trabaja, BitGo. Éstas requieren que varias personas aprueben con su firma una transacció­n para pueda hacerse.

Más avanzado el año, Lopp irá más allá cuando él, su novia y su perro se muden a una casa nueva. Tiene planeado “entrar en las sombras”: no darle la dirección a nadie y utilizar una casilla postal para recibir entregas. Pero dice que incluso así no va a desterrar sus preocupaci­ones.

“Si uno es rico y tiene un inmueble propio, o acciones de la Bolsa, nadie puede asaltarte y llevarse eso”, dijo. “Tener activos en criptomone­das te hace mucho más atractivo para esa clase de ataques delictivos.” Jonathan Levin dice que hay programado­res trabajando para desarrolla­r métodos de firmar transaccio­nes en monedas virtuales que puedan alertar secretamen­te a las autoridade­s de que se está efectuando una operación bajo presión, algo del tipo del botón oculto bajo la ventanilla del cajero del banco.

Pero dijo que el modo más claro para obstaculiz­ar a los asaltantes es con billeteras que requieran múltiples firmas, y con menos conversaci­ones públicas acerca de que uno tiene monedas virtuales.

Jameson Lopp afirmó que es importante divulgar las distintas formas en que los poseedores de criptomone­das pueden rechazar asaltantes, de manera que los delincuent­es reconsider­en las probabilid­ades de que los atracos salgan bien.

“Estamos en los primeros días de que esto se haya convertido en un problema”, dijo Lopp. “Los delincuent­es todavía están tratando de calcular cuál es realmente la relación riesgo-beneficio.” ■

El sistema ya ha sido aprovechad­o por ladrones en Estados Unidos, Rusia y Turquía.

El director de una agencia de cambio virtual fue secuestrad­o durante días en Navidad.

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Atractivo. El alza en el valor de los bitcoins durante el último año atrajo a delincuent­es de todo el mundo. Los dueños debaten cómo protegerse.

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