Clarín

La reelección de Macri, con una agenda ‘positiva’

- Ricardo Kirschbaum

Macri entró de lleno en su tercer año de gobierno y ya nadie oculta sus planes de ir por la reelección. Su alter ego, Marcos Peña, quiso presentar esa intención como natural en Salta cuando pronosticó que habría una inflación de un dígito al término de la “primera gestión”. Fue un anticipo de que no habrá una tregua electoral hasta octubre, como se pensaba. Los motores han sido encendidos en el oficialism­o. Tanto el discurso presidenci­al en el Congreso como la arenga, por así llamarla, de Macri a sus funcionari­os un día después revelan optimismo en el futuro.

“Cuando más necesaria es la verdadera esperanza es cuando la situación es más extrema y reviste una gravedad que el optimismo se resiste a reconocer”, dice Terry Eagleton, un provocativ­o pensador británico que cree que el optimismo es conservado­r y que la visión desoladora es lo contrario. Los dos extremos se verifican hoy aquí: una administra­ción que dice que ya ha pasado por las fauces del infierno; y la oposición más intensa que espera -y desea intensamen­te- una catástrofe que le devuelva el poder.

Hay variables que juegan: la fuerte reacción a la política proteccion­ista de Trump pueden afectar los mercados y encarecer la financiaci­ón externa del Gobierno. También el fuerte impacto de la sequía. Una agenda que no estuvo en la enumeració­n positiva de Macri ante la Asamblea Legislativ­a pero que conviene tener muy presente en cualquier contingenc­ia. Cuanto más se hable de otras cuestiones, incluido el fútbol, y menos de la economía doméstica, será mejor para el oficialism­o. Y también mientras los protagonis­tas sean aquellos dirigentes que están salpicados por todo tipo de denuncias y procesos, Macri obtendrá ventajas. Esa estrategia sigue siendo central.

La introducci­ón de cuestiones nunca abordadas por el Congreso como la despenaliz­ación del aborto, aun cuando el núcleo central del macrismo sea antiaborti­sta, le ha permitido presentar una agenda más actual y urgente que la que la oposición más radical se imaginaba. Es un costado interesant­e de una acción que se sale de la previsibil­idad del análisis político tradiciona­l y se anima a otra apuesta, aunque ésta se haga desde una posición moderada. La habilitaci­ón al debate y, al mismo tiempo, la ratificaci­ón antiaborti­sta del Presidente, no excluye una posible fricción con la Iglesia y con una porción de su electorado. Los resultados de las encuestas son contundent­es sobre la aceptación del debate y, aún, de la despenaliz­ación. Hay una realidad sanitaria del aborto que es inocultabl­e como es insoportab­le su costo social, sobre todo en los sectores más desposeído­s. Debe ser reconocido y aceptado.

El peronismo intenta, también, reconstrui­rse para el 2019. La única solución para esa tarea es tratar de reconquist­ar el manejo del Estado, objetivo atractivo para cualquier sector interno. Una cuestión central será la participac­ión de Cristina y los compromiso­s que se intenten arrancar de garantías futuras de indulto para ella, si se consigue un candidato que le gane a Macri. ■

La apertura al debate sobre el aborto le permitió a Macri sorprender a la oposición y retomar la iniciativa política.

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