Clarín

El sarcasmo y la ironía de Churchill

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

El reciente estreno en los cines de Las horas más oscuras es una buena excusa para repasar algunas de las frases y situacione­s que el sarcasmo, la ironía y el agudísimo sentido del humor de Winston Churchill produjeron. Una de las anécdotas que lo reflejan es el intercambi­o de sutilezas que mantuvo con Bernard Shaw, que no se quedaba atrás a la hora de la mordacidad.

En una ocasión, y con motivo del estreno de una de sus obras de teatro, el dramaturgo le cursó una invitación a Churchill, agregando que podía asistir con un amigo, “si es que lo tiene”. La réplica no se hizo esperar y, en el mismo estilo escribió: “Agradezco al ilustre escritor la honrosa invitación. Infelizmen­te no podré concurrir a la primera presentaci­ón. Iré a la segunda, si es que la hay”.

Igualmente proverbial fue el cruce con la dama que le espetó: “Si fuera usted mi marido, pondría veneno en su café”; ni lerdo ni perezoso, Chur- chill contestó: “Señora, si yo fuera su marido, me tomaría ese café con gusto”.

Polifacéti­co, además de la política, uno de sus intereses era la literatura, disciplina en la que ganó nada menos que el Premio Nobel en 1953, por “su maestría en la descripció­n histórica y biográfica, tanto como por su brillante oratoria, que defiende exaltadame­nte los valores humanos”, según consignó la Academia Sueca. A pesar de semejante honor, el propio Winston proclamó, a raíz de su única novela, Savrola, “haber instado sistemátic­amente a mis amigos a abstenerse de leerla”. Tal vez fue en un brindis, ya que solía decir: “No puedo vivir sin champagne. En la victoria, lo merezco. En la derrota, lo necesito”.

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