Migrar para recibir atención médica: viaje a la frontera de los pacientes “golondrina”
Vecinos de Villazón pasan la noche esperando un turno en el hospital de La Quiaca. Es porque el servicio es gratis y de mejor calidad. Dicen que el sistema no da abasto.
Benigna Sorino muestra con orgullo su documento boliviano mientras recorre los pasillos del hospital Jorge Uro, en La Quiaca. Ella vive en Villazón, Bolivia, y no titubea al contar que cada vez que se siente mal elige cruzar del lado argentino para atenderse. A sus 64 años dice que son pocas las veces que eligió el centro de salud de su ciudad para hacerse chequeos: “La salud de Argentina es mejor, y es gratuita”.
La mujer forma parte de esa estadística que se conoció esta semana y que dice que una de cada diez personas que se atienden en el hospital quiaqueño es de origen extranjero. Claro que el dato llama más atención cuando se habla de embarazos. Es que de cada cinco partos allí, uno es de nacionalidad boliviana.
Los pacientes golondrina, esos que cruzan el paso fronterizo en el que se demora no más de 15 minutos y caminan unas diez cuadras hasta llegar al centro médico, son los que generaron una tensión entre Argentina y Bolivia por la atención gratuita de los pacientes del vecino país. De este lado los directores de los hospitales dicen que la sobredemanda de los extranjeros es parte de las causas que provocan el colapso en el sistema de salud. Del otro, admiten que el reclamo es justo, siempre y cuando la gente no sea la que tenga que pagar.
En La Quiaca viven unas 20 mil personas y el hospital cuenta con 80 camas. Por día se otorgan unos cien turnos divididos en los diez especialistas con los que cuenta el lugar (pediatría, traumatología, clínica médica, odontología, piscología, nutricionista, kinesiogología, cirugía, entre otros). Para conseguirlos hay que pasar la noche, ya que se dan a las 10 de la mañana. Las personas optan muchas veces por llegar a la madrugada para esperar ser los primeros.
“Me ha pasado de venir muy temprano y que en la fila haya gente que vino de Villazón. Es gente que le saca el espacio a los que vivimos acá. No es de mala, pero creo que por ejemplo estaría bueno que los quiaqueños tengamos prioridad de atención”, dice Ignacia Colisaya (65), quien todavía recuerda cuando hace cinco años tuvo que llevar a su hijo a un centro médico en Bolivia porque le dolía una muela y le hicieron pagar por todo: “Desde que entré hasta que salí me cobraron cada cosa que le hicieron”.
Con un listado de nombres en la mano, Paola Avila hace un alto para atender a Clarín. Ella nació en Villazón, pero hace un tiempo que trabaja como médica en Argentina. Siendo boliviana la mujer opina que su gobierno debería pagar por cada paciente que venga de afuera: “Yo antes creía que era una exageración, pero cuando trabajé aquí me di cuenta que son muchos los que vienen porque la salud es gratuita. Este lugar tiene pocos recursos y si se atienden muchos extranjeros se hace difícil”, dice.