Clarín

“La señorita Bárbara fue “la Maestra”, y la distinguía su modo de enseñar”

- César Dossi cdossi@clarin.com

Con mis compañeros cursábamos la primaria en la Escuela Nº 18 del D.E. Nº 13 de la CABA, en el turno mañana, cuando en el año 1966 soplaron brisas de cambio sobre nosotros: la tuvimos como maestra. Muchos alumnos y padres de la escuela la reconocían por sus singulares formas.

A la señorita Bárbara Cabello la distinguía su modo de enseñar, trasmitir, explicar, sentir, y su destacado vestir elegante, con blusas de “Marilú Bragance”, y su guardapolv­o impecable se complement­aban con sus incipiente­s canas. No sólo estaba formada con las últimas teorías en educación como Piaget, sino también hacía uso de su mimeógrafo hogareño para que no usáramos manual, ya que ella nos traía para todos mimeografi­ados ilustracio­nes de los temas que teníamos que aprender con los personajes de Pepito y Pelusa. Fue “¡La Maestra!”. Su preocupaci­ón para que aprendiéra­mos era total, y algunos de nosotros tuvimos su apoyo especial en su casa, acompañado de una merienda feliz. Era la que al llegar un alumno a la escuela hacía lo necesario para que nunca nadie se sintiera como “el nuevo o la nueva”. Estimulaba el logro o la respuesta correcta con el aplauso, sorprendié­ndonos con el uso tan explícito del estímulo, y asimismo el alcance de su propósito.

Los demás alumnos de la escuela admiraban nuestra aula, pintada de color pastel, el armario con un tirador especial y la repisa con las pie- dras que nos mostraba, aunque a veces no advertían que todo el espacio estaba a veces impregnado de la poesía de “Platero y yo”, de Juan Ramón Jiménez, o alguna de Francisco Luis Bernárdez.

Ya adultos, nos dimos cuenta lo especial que fue nuestra maestra. Dejó en nuestras almas el respeto por la educación, el ejercicio de la imaginació­n, el compañeris­mo entre mujeres y varones, la alegría de permanecer en la escuela –en el aula y en el patio-, la estimulaci­ón individual y la de las diferencia­s. Fortaleció los valores que traíamos de nuestras familias y en algunos casos los imprimió. El tiempo a veces no ha pasado para sentir esa sensación de niños elegidos por la maestra. Posteriorm­ente, tuvimos la dicha de compartir con ella dos años más y ser el grupo de niños más formados y, sin darnos cuenta, con un futuro de mayores conocimien­tos.

En una sociedad donde no existen premios ni castigos, ella nos enseñó el valor de la aprobación de los logros y es el ejemplo inequívoco de cómo puede afectarse positivame­nte la autoestima de un niño.

Silvia Garrido, Alcira Fiorini, Julio Muñoz Aníbal Aguirre, Aldo Pocali, Rosa Franco, Marta Matantuono, Lidia Ruth Basack, Patricia Saccomanno, Liliana Pereyra y Marta Noemí de Lio. EX ALUMNOS DE LA ESCUELA N° 18, D.E. N° 13, CABA. arq.garrido@yahoo.com.ar

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