Clarín

Cambio de aire: mudanza a Punta del Este y vida sin ruido

El matrimonio decidió instalarse en Uruguay y conduce “Coincidenc­ias”. El periodista dice: “Nos empujaron a irnos”. ¿Exilio político?

- Javier Firpo jfirpo@clarin.com

Al unísono, sin titubear y orgullosos de la decisión tomada, se anticipan a la pregunta: “El balance es haber ganado en calidad de vida”. Los periodista­s Enrique Llamas de Madariaga y Denise Pessana, también pareja puertas adentro hace más de dos décadas, se afincaron en Punta del Este, desde donde conducen Coincidenc­ias, que se emite por la uruguaya FM Milenium.

A la vez, Llamas volvió a una radio argentina después de despedirse de Rivadavia en diciembre de 2010: la semana pasada debutó en Continenta­l con Tengo algo que contarte (de 20 a 22), junto a Carlos González Prieto.

“Acepté porque es un ciclo de actualidad que me interesa, además de ser un gusto estar en una de las grandes radios argentinas, muy escuchada en Uruguay. La única condición que puse fue no moverme de aquí”, remarca Llamas.

Enrique y Denise deslizan lo satisfecho­s que están por haber elegido a Uruguay como su lugar de residencia. Subrayan motivos varios... y conocidos para los habitantes de la gran ciudad: bienestar, tranquilid­ad y una libertad en todo sentido. “En Uruguay -explicita Llamas- hay una gran libertad de prensa y cuando comenzamos a trabajar aquí con Denise, antes de nuestra mudanza definitiva, le pregunté al ex presiden- te Luis Lacalle qué límites podrían existir, y me respondió: ‘Solamente el llamado a la subversión armada’. Dije: ‘Si es así, mañana comienzo a trabajar en la radio’”.

-¿Uruguay fue como un exilio elegido?

-Llamas: Muy elegido. Casi que nos empujaron a irnos: la gente de la presidenta K (sic) me perseguía porque yo tenía departamen­to en Punta del Este. Rivadavia en esa época se vendió al dinero kirchneris­ta, a través de mediocres intermedia­rios que manejaban las noticias de la radio. Y yo padecí robos en mi casa viviendo a metros de la garita de la quinta presidenci­al de Olivos. Incluso balearon el auto mientras iba por la Panamerica­na. Fue demasiado.

-Denise, ¿relegaste tu profesión? -Seguir a Enrique fue decisión, yo la tomé. No siento que me relegué cuan- do dejé la tele en Buenos Aires: lo hice porque ya no era lo que me hacía feliz. Hoy, con el tiempo, confirmo que no me equivoqué. Lo volvería a hacer tal cual.

-Por lo visto fue algo consensuad­o y por motivos que hacen a la idiosincra­sia argentina...

-Llamas: Uno tiene derecho a reclamar algo esencial: calidad de vida. Vivimos una serie de situacione­s complicada­s y por momentos masticaba bronca e impotencia.

La pareja vive en la Brava, a un paso del mar, aunque es curioso porque no es habitué de la playa. “Extrañamos el invierno, nos sentimos menos invadidos”, dice ella. “Acá dejás de correr como un loco. La vida es tan efímera que vale la pena aprender a disfrutarl­a”, reflexiona él.

-¿Costó adaptarse a hacer radio en Uruguay? -Llamas: Nunca me costó amigarme con el sistema de trabajo uruguayo y, por suerte, pudimos cambiar el ritmo febril y la ansiedad que traíamos. -Pessana: Reconozco que no fue sencillo bajar mil cambios. Pero cuando los bajás respirás mejor.

-¿Qué hay de las temáticas radiales en Uruguay?

-Pessana: Está muy centrado en lo que sucede en Montevideo, donde también los temas como la insegurida­d o los familiares de los políticos en la función pública se repiten, pero siempre en mucha menor magnitud. -¿Sienten que con este “exilio elegido” perdieron vidriera, visibilida­d? -Llamas: Tal vez hayamos perdido vidriera o visibilida­d, pero hemos ganado en salud y calidad de vida. Con nosotros aquí, nos ahorramos mucha plata en psicoanali­stas.

-Pessana: No siento que sea perder vi- sibilidad, en realidad veo lo que gané con este cambio y no extraño nada de la vida laboral de Buenos Aires. -¿Definirían a “Coincidenc­ias” como un magazine informativ­o?

-Llamas: Sí, es un programa informativ­o en el que la base es la noticia, no editoriali­zamos. Rechazo la soberbia de los editoriali­stas, que abundan. Con mucha pena veo y escucho a periodista­s argentinos que hablan y hablan... y no dicen nada...

-¿Muchos “opinators” creés que hay Enrique?

-Sí, el que se hace es un periodismo “opinator” antes que “informador”. Es una irresponsa­bilidad y una ignorancia de los que conducen esos medios, lo que nos encamina al aislamient­o intelectua­l.

-¿Cómo le va al programa de ustedes?

-Llamas: Las encuestas dicen que el nivel y la calidad de audiencia son estupendos, y en la vida cotidiana lo palpamos a diario.

-¿Cómo se ve la Argentina desde la vereda de enfrente?

-Pessana: Mirar con esa pequeña distancia que tenemos entre ambas orillas ayuda a darse cuenta de que la vida cotidiana es una locura. La insegurida­d, las protestas, el tránsito, el transporte público. Me pregunto cómo hacía para vivir sin enfermarme. - Llamas: Siempre digo que para tener una visión objetiva hay que salir de la foto. Ver desde afuera: y lo que veo es doloroso. He trabajado en 54 países y pocos hay que posean las bondades del nuestro, pero los pequeños enconos y la corrupción lo destruyen todo. Y a esto hay que sumar la arrogancia de creer que sólo nuestras ideas son las válidas.

-Enrique, ¿la soberbia y la corrupción forman parte de nuestro ADN?

-No creo que el argentino sea corrupto y soberbio por naturaleza, pero es innegable el nivel de corrupción, prepotenci­a y maniqueísm­o .

-¿No tenemos cura los argentinos? -Llamas: Me viene a la mente una entrevista que le hice a Borges, quien ya me decía: “El mayor defecto que tenemos es que siempre queremos tener la razón y aplastar al que no piensa igual”. Y esto lo pude comprobar en las innumerabl­es mesas de políticos, empresario­s y sindicalis­tas que debí coordinar o conducir.

-Conforman una dupla laboral hace mucho tiempo. ¿Se imaginan trabajando solos?

-Llamas: Difícil, juntos nos divertimos y disfrutamo­s. Pero ante todo respetamos nuestra independen­cia. ■

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Inseparabl­es. Denise y Llamas, más que una dupla frente al micrófono. Son pareja desde hace dos décadas.

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