Una carrera atómica que se aceleró bajo el gobierno de Kim
El régimen comunista de Corea del Norte comenzó oficialmente su campaña nuclear en febrero 2005, bajo el gobierno de Kim Jong-il, el padre del actual líder, cuando reconoció por primera vez que poseía un arma atómica de fabricación propia.
En 2006, Pyongyang llevó a cabo con éxito su primera prueba nuclear. Se trató de un ensayo subterráneo, que provocó una explosión de bajo impacto, aunque la noticia provocó el rechazo de la comunidad interna- cional y la condena de la ONU.
Pero es en diciembre de 2011, a la muerte de Kim Jong-il, cuando el programa nuclear se profundiza y el mundo comienza a observar que el peligro asoma desde Oriente de la mano de su hijo y sucesor, el actual presidente Kim Jong-un.
Desde entonces, Corea del Norte ha acelerado drásticamente su programa atómico con cuatro grandes pruebas nucleares, cada una más potente que la anterior. La última, el 3 de octubre pasado hizo explotar una bomba de hidrógeno, según los expertos, con una potencia de hasta 250 kilotones. Hoy, calculan los analistas, este país cuenta con un arsenal de alrededor de 20 bombas nucleares.
En reiteradas ocasiones, el presidente de EE.UU. Donald Trump ha amenazado con la destrucción total de Norcorea y ha tenido posiciones encontradas con su canciller, Rex Tillerson, quien buscó abrir canales de comunicación con Pyongyang. En la capital norcoreana, Kim Jong-un respondió afirmando que domaría “con fuego al viejo chocho estadounidense” y que su gobierno tomaba como una declaración de guerra las palabras de Trump.
Posteriormente, el líder de la Casa Blanca se burló públicamente de Kim en la Asamblea General de la ONU al llamarle “hombre cohete”.
Tras esos intercambios de insultos, la tensión en la península coreana ha venido creciendo hasta hacer temer de una escalada militar de graves consecuencias. Un reciente estudio del sitio especializado “38 North” estimaba que un ataque contra Seúl y Tokyo podría dejar hasta dos millones de muertos.
En julio último, el régimen comunista probó por primera vez un misil intercontinental, uno de los grandes objetivos de su programa y con el que podría atacar territorio estadounidense. Su meta declarada es lograr un equilibrio con Estados Unidos, de tal forma de disuadir a Washington de atacar al país o intentar un cambio de régimen.
Hasta el momento, la vía principal para responder a las provocaciones norcoreanas, las sanciones internacionales, no han parecido surtir efecto. Los países centrales de la Unión Europea se han mostrado contrarios a esa estrategia.
La reciente realización de los Juegos Olímpicos de Invierno, sin embargo, abrió una vía de acercamiento como no existía en años. Los coreanos participaron con una delegación conjunta, hubo encuentros oficiales y oficiosos entre ambos gobiernos. Los analistas estiman que fue ese escenario el que permitió que se llegara a la cumbre anunciada ayer. ■